martes, 25 de julio de 2023

Ángel I. Pérez Gómez. Pedagogía para tiempos de pandemia y perplejidad: De la información a la sabiduría. Homo Sapiens, Ediciones, Argentina, 2021. Edición Electrónica.

 

Estamos ante un libro de necesaria y urgente lectura, sobre todo, en este nuevo intento de establecer una reforma curricular que afecta la práctica docente y la orienta hacia sentidos que no acaban por explicarse ni comprenderse.  Las ideas aquí planteadas abren cortinas que dejan pasar luz hacia diversos procesos complejos de la educación; son ideas que propician reflexiones sobre los retos que enfrentamos los educadores en estos momentos de transformación que fisura lo conocido y nos exige un conocimiento alerta, atento, sabio para tomar las mejores decisiones en los diferentes ámbitos de la vida personal y social.

El libro aborda diversos asuntos, todos importantes e interconectados, que hacen difícil comentar a detalle el contenido, por lo que buscaré agrupar ideas desde lo que considero pertinente, más con la intención de provocar el entusiasmo para su lectura, que de explicarlo.

Primeramente, se hace hincapié en que la educación que se pone en acto en nuestras aulas, responde a una herencia que data de tiempos donde el ámbito educativo era necesario para difundir el conocimiento, la cultura; aquella escuela fue un centro de divulgación, necesario para el desarrollo de las sociedades, pues fue el lugar privilegiado para aprender a leer, escribir, acceder a información que sólo ahí se podía obtener, y quienes asistían, se apropiaban de un conocimiento que les permitía progresar y con ello, enriquecer el nivel cultural de sus entornos sociales.

Ahora bien, aquella escuela que respondió a necesidades de divulgación, apropiación de conocimientos y cultura parece sostenerse por el transcurrir del tiempo, aun cuando las sociedades no son las mismas. Sostiene que esta escuela heredada, no tiene cabida en una sociedad en que la información fluye de infinitas formas y es consumida por quien la busque y tal hecho, cambia aquella vieja razón original de la escuela, y le exige un proceso de renovación en todo sentido.

Tal necesidad de cambio, fue reflexionada por Pablo Freire, quien, desde mediados del siglo pasado planteó que la escuela saturaba de información la mente de los aprendices, que la memorización era una acumulación de información innecesaria, que era el momento de hacer cambios. La educación bancaria a la que Freire aludió fue una de las primeras batallas pedagógicas en contra de la “escuela de talla única”, es decir, homogeneizante, batalla freireana que reconocemos, entendemos y valoramos, pero que no puede continuarse igual, sino que requiere de formas inéditas que respondan a las nuevas realidades sociohistóricas. Al final del libro, aporta algunos criterios para pensar en esta nueva pedagogía que movilice esta vieja cultura escolar heredada.

Otro aspecto desarrollado en este libro, gira en torno a la interrelación entre aprendizaje, docencia, los contenidos escolares y el sentido de la educación.  Inicia con la reflexión información-conocimiento-sabiduría y nos invita a pensar en el papel que juega la información, sus grandes volúmenes y los modos por los que fluye inundando con datos al mundo actual, esta información, al utilizarse de manera seleccionada en la escuela, se torna el qué de la educación y necesita de procesos de razonamiento para tornarse en conocimiento, para ser apropiado y tener conciencia de que ese algo es producto de procesos mentales, de esfuerzos cognitivos bajo un para qué, y que lo orienta a su uso, aplicación, que exige conciencia, sentido, sabiduría.

Y para explicar este complejo pasaje del informarse a la sabiduría, se detiene en una interesante reflexión sobre la complejidad del aprendizaje, que reconoce en dos momentos, el primero como proceso inmerso en la experiencia socializante de la vida cotidiana, donde se adquiere un conocimiento práctico, apropiación de saberes, hábitos, destrezas, desarrollo emocional que resulta funcional  para responder a los entornos de la vida inmediata, por tanto, esta forma de conocer, es vital y por ello, se automatiza, por tanto, por su funcionalidad no se piensan, no busca la verdad, su finalidad es puramente práctico.

Estos aprendizajes automatizados, dependiendo de los contextos que los propiciaron, pueden ser excelentes catalizadores para mejores experiencias o en caso contrario, detener nuestro desarrollo, por tanto, necesitan volverse conscientes para impulsarnos, ser capaces de despojarnos de lo inútil y contradictorio.

Para alejarnos de la primacía de lo familiarizado con efecto impronta de verdad tranquilizante, de esas ideas estereotipadas, de falacias argumentativas resistentes a críticas, necesitamos el aprendizaje reflexivo, de esas formas de aprender que necesitan un lugar para hacerlo, la escuela.

Así, llegamos a la escuela con un abundante conocimiento automatizado, práctico, que se vuelve insumo, contenido a partir del cual se inician procesos de reflexión que orientan hacia un conocimiento cimentado en conceptos, teorías, con las cuales que se redefine lo que se sabía y se aprende lo nuevo que se necesita para arribar a un conocimiento que se sabe en constante redefinición, al que llama “conocimiento teórico”, y que favorece la reflexión de problemas, que explora lo desconocido, que tiene sentido para lograr bienestar, desarrollo, justicia, todo esto, en sociedad, y cuando se llega a este nivel se tiene sabiduría.

Con estas ideas, nuestro autor, nos plantea que la finalidad de la educación consiste en: “Reconstruir no solamente los modelos mentales conscientes y explícitos, sino de manera muy especial los mecanismos, hábitos, actitudes, creencias y mapas mentales inconscientes y tácitos que gobierna nuestros deseos, inclinaciones, interpretaciones, decisiones y reacciones automáticas. Esta reconstrucción del piloto automático requiere la experiencia, la acción y la reflexión sobre el sentido y la eficacia de nuestra acción… Transitar… Desde la información en conocimiento y desde el conocimiento a la sabiduría.”

Al llegar a este planteamiento, discute sobre la importancia de una nueva pedagogía que denomina “Pedagogía de la experiencia” y más adelante nombre como “Pedagogía para la sabiduría en tiempos de perplejidad” y requiere de una práctica educativa que abandone ese afán por adquirir teoría sin sentido, para ir tras una teoría se enlace el saber automatizado y active marcos de acción creativos y eficaces.  Nos dice que esta nueva pedagogía necesita promover tres capacidades fundamentales:

  • Utilizar y comunicar de manera disciplinada, crítica y creativa el conocimiento. Se trata de la mente crítica, creativa, innovadora
  • Vivir y convivir en grupos humanos cada vez más heterogéneos. Mente ética y solidaria.
  • Pensar, vivir y actuar con autonomía. La construcción del propio proyecto vital. Una mente personal.

Y para terminar, desarrolla 13 criterios o guías para moverse de la escuela heredada a una pedagogía que responda al tiempo actual y futuro, los enumero rápidamente:

  1.  El desarrollo holístico de la personalidad como finalidad última de la escuela educativa
  2. Priorizar la práctica y experimentar de la teoría”
  3. El curriculum se oriente a desarrollar capacidades cognitivas de orden superior, permitir aprender a lo largo de toda la vida.”
  4. organizar el currículum en torno a casos, situaciones, problemas y proyectos.
  5. Primero las vivencias y después las normalizaciones. El currículo más como un itinerario de experiencias de un listado de contenidos
  6. Apuesta decidida por la enseñanza personalizada, que requiere flexibilidad y objetividad en el currículo.
  7. Promover el desarrollo de capacidades cognitivas y afectivas de orden superior.
  8. Primar la cooperación y fomentar la confianza.
  9. Potenciar la meta cognición.
  10. Estimular el compromiso social des un aprendizaje y servicio.
  11. Promover la evaluación formativa, educativa.
  12. El docente necesita transitar de informante a tutor del aprendizaje
  13. Promover la utilización educativa de la tecnología educativa y el juego.
  14. Diseñar y desarrollar contextos educativos, saludables.
  15. Fomentar la improvisación disciplinada.

Esta última parte, si bien son criterios, orientaciones que nunca están de más, ya llevan de manera implícita posibles cómos, y en esta parte, siento que se transgrede la riqueza del libro cuya finalidad según entendí, radica en aportar teoría para replantear la práctica docente.   Necesitamos enfatizar, que cuando los docentes recuperan conceptos que iluminan sus ámbitos de acción, las dudas, las preguntas, la capacidad de modificar, de innovar se favorece, entonces, el ser y hacer educativo se moviliza y genera esos cambios que le son posibles y siente pertinentes.  A un docente no tenemos por qué decirle cómo, aludir a cómo tendría que ser su pedagogía me parece una injerencia en su toma de decisiones y lo descalifica.

Todo docente, es capaz de idear, diseñar y poner en práctica actos de enseñanza, cuya pertinencia y eficacia, dependerán de cómo percibe y conceptualiza su tarea educativa, por ello, la gran tarea consiste en brindarle momentos formativos que lo lleven a la reapropiación teórica de su práctica automatizada.  Como dice nuestro autor, necesitamos iluminar con ideas fundamentadas nuestros automatismos docentes, teorizarlos y volver a ponerlos en práctica.

Así como esperamos que los niños reflexionen sus automatismos socializantes construidos en los entornos de los que provienen, igual nosotros, necesitamos la conciencia de nuestros automatismos docentes para transformarlos en la medida de nuestras actitudes, destrezas, sentido profesional e impulsarnos por el cambio posible, respetando las diferencias propias de cada subjetividad y contexto.

Estamos ante un libro que nos aporta conceptos actualizados que necesitamos para reflexionar nuestra práctica docente, y con ello, volverla consciente, con mayor sentido personal, educativo y social.