Joan-Carles Mèlich. Ética
de la compasión Editorial Herder, Barcelona, 2013. Edición electrónica.
Compré este libro hace dos años. Ya no recuerdo qué
idea o quien lo refirió, pero ahí estaba entre mis pendientes y finalmente
puedo decir que lo he leído, pero no puedo decir lógicamente lo que he
encontrado en él, porque, para empezar, solo tengo claro que:
-No es un libro de instrucciones; si bien habla de
ética, de la relación entre los seres humanos, nunca da pistas para hacerlo
cada vez mejor, al contrario, va dejando claro lo difícil que es ser éticos, no
moralistas.
-No es un libro teórico, aunque no le faltan los
conceptos agudos y profundos para plantear su postura, y éstas, connotan ideas para
pensar lo ético como existencia, como forma de vida.
-No es un libro que responde preguntas, pero si deja
muchas, las que uno puede hacerse desde la singularidad de su vida.
-No es un libro de “ética”, sino de la necesidad de reconocer
y acompañarnos en el dolor existencial de la vida, es un libro que habla del
valor de la compasión y de la imposibilidad de humana de asumirla.
Por todo el libro, vamos a encontrar argumentos que
defienden una ética como acompañamiento del otro, quien nos necesita en momentos
de dolor existencial. “Necesidad” que
sentimos nos demanda estar ahí, responder para acompañar, nunca sintiendo su “sentir”,
pero sí, estando ahí respondiendo dada la circunstancia, sabiendo que la
respuesta que damos, será siempre insuficiente, siempre mejorable, pero es la
que se puede dar auténticamente en ese momento, y de lo cual no podemos
sentirnos orgullosos, sino lastimosamente insatisfechos de no haber podido dar
algo más.
Y así, uno va leyendo ideas que nos introducen por una
ética de la compasión para sobrellevar una vida finita, incierta, cambiante, informe,
tan inhóspita a veces, y llega al final del libro donde narra una escena
dolorosa, donde también nos dice que tenemos la tendencia humana a una
“imposibilidad de compasión”, que finalmente en una situación extrema, tendemos
a “salvo me-yo-primero”. Que a veces no
podemos soportar estar cerca del dolor del otro. Siempre aparece este “primero-yo”,
y con las culpas y vergüenzas que esta actitud produce, y así nos vamos moviendo
por la vida, porque así es lo humano.
Hay que leerlo, moverse
entre sus conceptos que no son ajenos a la forma de vivir, de sentir, de pensar;
su lectura provoca reflexiones que sacuden nuestros modos moralistas de actuar,
de responder a los desafíos de la existencia.
Se trata de un libro que nos
ayuda a pensar-nos en situaciones de vida que uno no sabe que necesitaba
pensar, pero que necesitan ser pensadas, y en medio del drama, se siente algo
que alegra, porque finalmente uno sabe que es mejor saberlo, vivir en menos ignorancia
la complejidad de la vida con los otros, quienes igual, libran sus batallas,
qué mejor que hacerlo juntos, asumiendo por convicción una “Ética de la
compasión”.
Por tanto, no queda más
que la invitación a leerlo. Es un libro para todos, pero si en especial los
leemos los maestros, se siembra la idea generosa de desplegar una pedagogía
menos normativa y sí, más compasiva, en sentido que el autor lo plantea.