domingo, 23 de noviembre de 2014

Hoy me atrevo a reflexionar sobre la infidelidad como des-filia....


Esta canción me vuelve a una situación personal, de la que poco hablo, que poco hago lenguaje, pero que está ahí, siempre presente, llena de preguntas... la melodía que aquí comparto, me lleva a pensar que el amor es una "filia", es decir, una predisposición amorosa hacia otra persona, es natural y ese otro es una prioridad en nuestros afectos, nada se cruza en ella, es fuerte, profunda, no se piensa, solo se existe llena de gozos, de situaciones conflictiva que se busca resolver, ahí, todo se salva, todo es una promesa... Cuando una piensa en el amor filial a los hijos lo entiende mejor, pero igual, sucede en el amor filial entre las parejas, aunque ésta es más endeble, la sostiene un hilo en medio de mucho “filos” que si no se cuidan, la rompen.
Siempre que escucho esta melodía, me lleva a pensar en el difícil problema de alimentar un compromiso filial de amor con otra persona, lo que llamamos fidelidad, siempre en riesgo, pues de repente, uno de los implicados en la relación puede encontrarse con otra persona, quien igual, guiada por lo que “siente”, no reflexiona sobre el respeto, no piensa en ese cuidado que merece la “relación hecha” entre dos personas, y ambas, de manera "pasional irreflexiva", se adentran por una complicidad lastimosa, donde nadie sale bien librado; ese estado emocional que comparten  lleva a los otros implicados a un segundo plano, y ellos, al sufrir un desplazamiento, sufren pues se saben poco o nada importantes para ese ser amado, se saben desechables...y se rompe la filia amorosa en medio de una hecatombe existencial. 
Este rompimiento de lo filial, se puede dar de otras maneras, puede suceder lo mismo cuando el otro amado,  a quien le confiaste un afecto, y de quien esperabas lo mismo, no lo hace, se desconecta de ti, y no sabes cuándo y  cómo, sólo sientes que ya no eres su prioridad, sabes que ha dejado de pensar en ti, que ya no quiere permanecer a tu lado,  y se vuelve  indiferente, ajeno a tu vida, pues su atención en otras cosas, y decide romper su filia contigo, se vuelve infiel de otra forma, tal vez más difícil de comprender, porque sucede en él  mismo, donde uno mismo ha sido su  rival al no estar a la altura de la filia del otro, algo pasó y no sabes que fue.
Hoy día, a la vuelta de los años, y sobreviviente de estas experiencias, creo saber más de esto, y con lo que sé, no culpo, pero llego a preguntarme ¿y si yo hubiera sido la que rompe esa filia? ¿Yo sería infiel? de alguna de esas formas descritas?  No lo sé, cuando he estado en esa situación, cuando alguna vez –cuando eran más joven-  alguien se acercó a mí,  casado, recuerdo haberlo evitado, no caí en esa tentación, pero tal vez no lo desee...no lo sé, pero me pudo haber pasado. Ahora bien, me sostengo en mis compromisos, pero también sé que sostenerse en ellos demanda mucho, y a veces, mejor desistimos, no podemos con eso y nos alejamos como opción, donde nada se puede hacer.
Y en esto, no se trata de buscar culpables y víctimas, pero sí aclararlo de alguna forma ¿Por qué se rompen las filias? La respuesta que he construido para superar estas experiencias que han dejado fuertes y profundos estragos en el ámbito íntimo, de los cuales siempre es difícil recuperarse, la sensación de sentirse como alguien incapaz de provocar una relación filial duradera con un "otro" destruye, quien sufre el abandono, puede pensar que es incapaz de activar afectos, y eso daña el espíritu, provoca una inseguridad patológica de la cual es difícil salir, y siempre existe ese dolor calladito, que cualquier letra de canción, como ésta, trae al primer plano de la conciencia.
Lo bueno de esto, es poder pensarla, leer, formarse es lo mejor, crecer para mirar distinto eso que nos aqueja.  Así que después de mucho revisar, reflexionar este asunto personal, veo a la “infidelidad” como una situación a la manera de Jasper, (situaciones límites como son la muerte, un nacimiento, el enamoramiento, etc.), son eventos que suceden de manera inevitable, asaltan, no se esperaban, de repente está ahí y no hay más que hacer, sólo vivirlas; pero al hacerlo, quienes las viven, se sitúan en un escenario con un rol inevitable, tiene que hacerse, pues son situaciones existenciales donde no tenemos recursos claros para resolverlas, nos sorprenden y nos orillan a actuar guiados más por el lado emocional, gana el sentir sobre el pensar...y ahí, medio ciegos vamos dando de tumbos, tomando decisiones en medio de sensaciones encontradas.
En todo esto, el razonamiento está ausente, entonces nos gobiernan las emociones del momento; no se no mira más que ese presente, que se torna eterno,  y de acuerdo a Maffesoli, se le convierte en un momento existencial único e irrepetible donde uno se estaciona, ahí, guía una subjetividad atrapada en el instante que se desea siempre esté ahí, y construyen justificaciones para permanecer ahí, exaltados al máximo... Un libro muy bonito de él, lo explica muy bien, "El instante Eterno" (aquí se le puede descargar: http://historiaiuna.com.ar/wp-content/material/2011_maffesoli_instante_eterno.pdf) es lo pasional con toda su fuerza, más en estos tiempos dionisíacos, posmodernos, como afirma.
Ahora, con otra mirada producto de mi propio movimiento como sujeto, puede situarme mejor en estas experiencias, para comprender algo más, y sin justificarlas, pienso en el valor de lo ético, ese respeto que se merece el “otro” que es como yo, un ser sensible, y que me exige cuidarlo, no dañarlo con mis actos desde lo cuales, sin saberlo, puedo romper filias, afectos importantes para la existencia.  
Por tanto, sostenerse en las filias hacia los otros o romperlas -pues nada es eterno-, nos exige a las personas fortalecer nuestro aspecto ético, que tiene que ver con reflexionar ese instante que se quiere eternizar, y para reflexionar “eso” que se experimenta como el placer o sufrimiento eterno, necesita formar más nuestra capacidad de pensar, pues permite colocar en su justo lugar de la conciencia eso que nos aqueja para verlo como un fenómeno no único, sino como un evento entre muchos de la vida, así, se ayudará valorar, a tomar decisiones más conscientes y responsables.
Cómo educadora, como formadora de otros, –ahora de chicos y de grandes como me dijo una alumna de maestría-, me he preocupado por estimular la capacidad de pensar, ya que mucho se puede hacer para que el ser-hacer del humano trabaje mejor sus filias, es decir, sea capaz de “gobernar” su lado pasional, sin destruirlo como afirma Victoria Camps, pues se podrá mirar su mundo interior y decidir mejor esos rumbos desordenantes que de repente se nos abren, siempre con ese cuidado amoroso hacia los otros, fortaleciendo el lazo social.
Dice al respecto Hugo Zemelman –recuperado de Unamuno-, “pensar los sentimientos, sentir lo pensamientos”... Si logramos hacer esto, tomaremos decisiones más humanas, logrando así las mejores filias hasta en las situaciones inevitables de la existencia, que siempre bordean nuestro caminar por la vida, como es el caso de la infidelidad, ese suceso que asalta de repente la existencia, ya que después de ella, nada es igual.  
Es prioritario fortalecer nuestro pensar-sentir, para que esos sucesos inevitables de la  vida que a diario nos asaltan, sean recibidos con una actitud más pertinente, y salir de ellos, lo menos lastimados.