lunes, 27 de diciembre de 2021

La narrativa de la revolución mexicana ¿por qué un mito oficial y no un hontanar de historias por develar?

 Schettino, Macario. Cien años de confusión. La construcción de la narrativa que legitimó al régimen autoritarismo del siglo XX. Ediciones Culturales Paidós, S.A. de C.V. México, Edición Electrónica de 2016.    

Soy profesora de educación primaria, formada en el normalismo de la década de los 70s, (hoy, jubilada ya en plaza federal).  Inicio diciendo, que leer este libro ha sido un nuevo golpe a mi conocimiento sobre la historia de este país donde vivo y me jacto de ser mexicana, y digo nuevo, porque me pasó igual, cuando leí la Patria y la Muerte de José Luis Trueba Lara, quien de manera muy documentada, narra cómo se construyó nuestra idea de nacionalismo, y desde ese momento, aquellas narraciones de la revolución mexicana, las historias de los héroes que murieron por la patria, la verdad cayeron de mi gracia, dejando una atropellada idea de la historia oficial que nos ha hecho creer que somos de un cierto modo, cuando no es tan auténtico.

En esta barullo de ideas, ni por donde narrar la lógica de este libro.  Definitivamente, es un texto articulante de ideas sobre historia, sociología, economía, política de lo sucedido entre la primera década del siglo XX y su finales; obliga a cada uno adentrarse por su lectura, y desde sus conocimientos, habilidades e intuiciones, adentrarse por el denso recorrido de tantos sucesos que de diferentes formas y profundidades, han dado lugar a una historia, de la que definitivamente no sabemos nada, y solo se han divulgado aquéllos que por interés político se han magnificado ocultado “los otros datos” que impedirían la conformación del mito de la revolución mexicana, mito en el cual se sustentan fuerza de poder que han orientado la vida social, política, cultura, y económica de México. Y es así, la lectura de este libro va derribando ideas anquilosadas en la medida en que se explican. 

Por ejemplo ¿Qué aprendimos sobre Porfirio Díaz? Por todo eso que la historia oficial impone que aprendamos sobre él (como maestra yo he sido parte de esta exigencia de aprendizaje), hoy lo detestamos, lo reconocemos como un personaje que nos llevó a un estado de crisis que terminó en la Revolución.  Y Macario Schettino, con documentos, fuentes, datos verificables, nos cuenta que en el Porfiriato México vivió un desarrollo fuerte, que sí, centró en él, gran poder, y con esta fuerza política articulante, pudo controlar por décadas las otras fuerzas de poder ambiciosas, y así, hacer lo que hizo como gobernante.  Y Schettino, cuenta que, a este hombre, se le pasó el tiempo, que envejeció y cuando menos pensó, ya no tuvo el tiempo ni la fortaleza para heredar el poder a otro de una manera en que no se genera una batalla campal entre todos los interesados en su rol presidenciable.   Así, se ven surgir esos alzamientos por el país de grupos buscando quedarse con ese lugar, nunca por un amor la patria, a los indios empobrecidos, etc., etc., que nos dice para justificar tanta matanza (esto Trueba lo narra muy bien).

Macario Schettino, nos cuesta que el relato de la revolución mitológico que conocemos, se construyó cuando las aguas se apaciguaron, cuando finalmente Lázaro Cárdenas, el último general que ocupa el cargo, haciendo caso a las fuerza del mundo (pues era el momento de un Mussolini, de un Franco, de personajes que por mundo reorganizaban sus mundos desde su poder), así Cárdenas, fue ordenando las fuerzas vivas, formando sindicatos, organizaciones, controlando desde el poder gubernamental, y se dio lugar a lo que conocimos por corporativismo, forma de organización que permitió un reparto de poder controlado por el estado, y a la par de esto, se fue armando un discurso que nos hizo creer que la revolución se hizo para rescatarnos de la malsano porfiriato.  Trueba Lara nos cuenta cómo se construye nuestra idea de ser mexicanos, como se construye la idea de la raza de bronce, que la verdad indigna vista de lejos.

Y así, hay muchas ideas que se pueden ir desmontando, como la del “capitalismo de cuates”, que nos explica cómo los grandes empresarios se enriquecieron al amparo del poder, y que por eso México no es un país que produzca riqueza, no se aumentan impuestos por cuidar sus privilegios y es una de las causas por la que no podemos salir de tanta pobreza.

Igual, la idea de hombres desinteresados y amorosos por su patria se cae a pedazos, Schettino, describe a personajes ambiciosos de poder, guiados por sus pasiones y deseos personales, conformando tramas de poder que terminan en actos de corrupción, en asesinatos.  Esto en verdad es doloroso, pues al ser formada en la idea del “héroe” ya nada encaja, ahora son tan solo seres humanos, personas de carne hueso motivadas por su individualidad egoísta, en algunos casos, algo patológicas.  Trueba ahonda más en esta dimensión, lo mismo Roger Bartra en su libro “La jaula de la Melancolía”.

Y me ha quedado una tarea, investigar más sobre ese tiempo colonial que poco conocemos.  Dice Schettino, que es ahí donde aprendimos una cultura, un modo de ser, de organizarnos que no hemos podido modificar, que, por ejemplo, los pueblos que aún se gobiernan por “usos y costumbres”, (como sucede en algunos estado del centro del país) son formas de gobierno de la colonia, que el corporativismo, ahí tiene su raíz… ¿será?, que por eso, al no conocerla, no sacarla a la luz, no hacerla consciente, es una forma de gobierno que nos sigue dominando, que siempre cambiamos y nos regresamos, un ejemplo, lo que hizo Porfirio Díaz, y las tres siguientes décadas, nos regresaron, los cambios que sucedieron el los 80s, 90s, hoy se desmantelan y nos volvemos a regresar ¿a dónde nos regresamos? ¿A formas de gobierno que siguen paradigmáticamente orientándonos?

Creo que este libro con estos otros dos que he leído me ha dejado vacunada contra la mitología del estado mexicano y no queda más que seguir hurgando entre libros, para enterarse de más verdades calladas por la historia hegemónica.  Hoy más que nunca, en la era de la información al alcance de todos por la apertura de la Internet, tenemos el derecho a conocer todo, acceder a diferentes diversiones sobre los acontecimientos históricos y conformar nuestras propias posturas, claro, las posibles, pues la formación ideológica es una limitante, un parámetro formativo duro de transformar… pero leyendo, discutiendo, informándose, poco a poco, mucho puede hacerse.

Bueno, hay que leerlo y cada lector ordenará su cabeza y tendrá sus propias conjeturas… duré leyéndolo por tres meses, me ausentaba para procesar las ideas que iba reconociendo, ser maestra, estar formada en esos mitos, no resulta fácil ordenarse al mismo tiempo de la fractura, lo bueno que tenía que otras lecturas que ayudaron a comprender la falacia del mito y moverse de ahí.

Suerte en esta experiencia de lectura, más si eres docente de educación básica.