Muy interesante. Hoy día, quienes somos parte del mundo
educativo vivimos experiencias de medición de todo, porque como dice este sociólogo
estamos en la era del número, avasallados por la idea de medirlo todo y desde ahí
hablar de parámetros de progreso o no. Y esto lleva a comparaciones entre lo
esperado y lo logramos hacer, pues obviamente somos más que un dato, y no puede
medirse todo, y este elemento nos demanda una actitud de sujeto, no sólo de
asumir nuestro frío rol.
La lectura numérica, dice nuestro autor, tiende
a minimizarnos, nos aniquila, nos muestra de un cierto modo diciendo que nos
hacemos lo que debemos, que somos incapaces.
Su propuesta es que nos coloquemos frente a ese dato pensándonos, siendo
uno mismo, hacerse preguntas ¿por qué se afirma esto? ¿Cómo llegué a aquí con
esta resultado? ¿Qué se me pedía, por qué? ¿Era lo mejor, puedo hacer otra
cosa? Es decir colocarse como sujeto y “performarse”, que el término si no me
gusta nada, pero da entender que necesitamos hacer algo frente a esos datos que
refleja esta tendencia imparable de medirlo todo que está fuera de control,
pero nosotros podemos hacer algo ante ello, ser sujetos, pensar esos datos y
volverlos a nuestro favor creciendo, construyendo una postura, lo cual es un
movimiento en nosotros que no aniquila, sino nos coloca como profesionales con
opinión, decisión y capacidad de cambio, nos hace vivir con prudencia y
paciencia la adversidad. Estas ideas me agradan
Y también me parece muy buena su reflexión
sobre la educación privada, en ella aporta pistas para entender cómo vamos
entrando inexorablemente a esos procesos de economización de la educación y me
hace preguntar ¿Y cómo la vamos enfrentar?
Solo con ¡No a la educación privada!, ¡No a la privatización!
obnubilados por el pasado. Él nos dice que necesitamos reflexionar esta nueva
circunstancia propia de nuestra época, inédita, en la que ya estamos en la globalización,
no hay retroceso, y la educación, día a día se impregna de sus atmósferas, por
ello se torna día a día una mercancía, un producto que se vende, se gana o no
él, como sucede en todo negocio, y esto es de los más normal en el mundo de la economía,
pero no lo es desde los preceptos de la educación paidéica, y si nosotros, los
educadores, no discutimos esto, solo
actuaremos reaccionariamente defendiendo algo sin lugar hoy.
Comparto su mensaje, definitivamente
necesitamos “performarnos”, esto es, si lo entendí bien, crecer desde mí mismo
al ser sensible a la realidad que me rodea, cambiar por la necesidad del cambio
social, pero no por imposición, sino porque se asume uno como parte de ese
sistema cambiante.
Pero desde un enfoque
epistémico-pedagógico, ideas en las que me he formado, diría, necesitamos vivir
en el “reto de la auto-formación”, donde la formación la entiendo como un “vivir en
el límite de la experiencia”, siempre haciendo algo porque se es consciente de que uno mismo es movimiento,
cambio, que somos realidad subjetiva en la realidad social; por tanto, todo es
dinamismo, movimiento y se trata simplemente de estar moviéndose, se trata de asumir
que somos tiempo, espacio, procesos, y que siempre aportamos algo al mundo del
cual somos parte, y con ello, construimos la historia desde el más
insignificante acto de la vida cotidiana, como diría nuestro gran epistemólogo chileno,
Hugo Zemelman Merino.
Pero esta auto-formación se necesita como un acto consciente sobre uno mismo, orientándola hacia lo más excelso de lo humano contenido en nosotros, desplegar bien este movimiento natural que somos por el hecho de existir.
Pero esta auto-formación se necesita como un acto consciente sobre uno mismo, orientándola hacia lo más excelso de lo humano contenido en nosotros, desplegar bien este movimiento natural que somos por el hecho de existir.