Rafael Narbona.
Maestros de la felicidad. De Sócrates a Víktor Frankl, un viaje único, por la
historia de la filosofía. ROCA EDITORIAL, 2024, Edición Electrónica.
Todo
libro que se lee, sin dejar de considerar el para qué, cómos y tiempo invertido,
definitivamente deja algo en nuestro acervo personal, y terminada la lectura viene
el reto de reconocer los pensamientos y sentimientos activados, los aprendizajes
nuevos, preguntas y dudas que dicha experiencia ha dejado, que finalmente, ha
sido un acto de resistencia frente a las distracciones seductoras de la vida
cotidiana actual, pues nadie puede negar que leer es una actividad en medio de
un contexto saturado de invitaciones a la trivialidad, donde hay que optar por quedarse
en el complejo acto de pensar y descifrar el mensaje de un libro desconocido,
cuyo título promete “algos”, que no sabemos si serán capaces de atraernos mucho
más que un cliqueo que nos direccione hacia una serie en alguna plataforma
preferida. (Confieso que no estoy exenta de tales batallas).
Pero
hoy, vencedora de tales circunstancias, es momento de hacer un recuento de las
ideas visitadas y re encantarme a mí misma compartiendo las novedades e invitar
a otros a vivir sus propias experiencias de lectura.
Primeramente
diré que es un libro extenso, pero encontré una “redacción didáctica”, es
decir, que pese a la extensión lineal del texto en su avanzar, dejaba espacios
para la reflexión de ideas con situaciones de vida cotidiana, espacios de
escritura para reconectar las ideas con situaciones de vida, dando lugar a la
exploración de sentimientos, la sensación de compartir una oculta emoción
guardada; se trata de espacios de escritura donde se promueve un
pensamiento-sintiente capaz de activar el deseo de continuar con la explorar
más ideas y de volver a realizar esas conexiones con asuntos existenciales de
los que nadie está ajeno. Quien escribe es
un profesor de filosofía, por tanto, no nos extrañe esta forma de escribir que
avanza, y de pronto se hunde en la complejidad de la vida para pensarla, situarla,
alentarla pese al reconocimiento del duro vivir, un vivir compartido.
También diré
que se trata de un largo viaje por ideas del mundo griego hasta el pensamiento
de filósofos y filósofas del siglo XX. Son tanto nombres que ni siquiera me
atrevo a nombrar uno por el temor a olvidar a otro, la verdad, todos los que
aparecen son importantes, y seguramente hacen falta muchos otros que por lo
extenso de la obra, no están, pues como dice el autor, no es un libro para
aprender filosofía, no es un libro para enseñarla, nuestro escritor profesor,
no tiene esta intención, sino de decirnos que estas personas, quienes fueron
capaces de sistematizar un cuerpo de ideas para explicar-se algo que les
inquietaba, eran eso, personas concretas de carne y hueso, cuyo canon de ideas
no era frío, ajeno a la vida que les toca vivir, al ambiente que les tocó respirar,
habitar y ante el cual hubo de responder como personas pensante-sintientes, personas
con aciertos y errores a quienes les podemos recriminar disonancias cognitivas
entre su modo de pensar y de actuar, pero que finalmente, hicieron el esfuerzo
de comprender y aportar algo ante los problemas terrenales que se vivían.
La
invitación que se hace en este libro es la de reconocer el lado existencial del
legado de estos pensadores y recuperar aquellas ideas que nos ayuden a enfrentar
la dureza de la vida, que esta vida que
dura lo que dura, como dice Bergson, es compleja, bordeado de inclemencias, pero
ya el hecho de vivir es una maravilla, es un triunfo, y en el reto de
sostenerse está nuestra felicidad, dignidad, valor, libertad y tantas potencias
y cualidades con las que podemos enfrentar nuestra dimensión oscura, donde
acechan nuestros resortes más oscuros que nos pueden llevar a las situaciones
más indignas, pero podemos hacer el esfuerzo de gobernarlos.
Pienso
que es un libro para ser visitado varias veces; ahora mismo se antoja volver
a releer el pasaje de Bergson, de Camus, Sócrates, Erich Fromm, y leídos,
hacerme de una buena bibliografía de estos personajes para aprender más de
ellos, y con sus ideas, seguir reflexionando mi propia vida en su duro deseo de
durar, que me hace pensar en Spinoza, con esa de que la vida, siempre quiere
más vida…
Es un
bello, libro, pero no puedo dejar preguntarme si me ha gustado porque soy
maestra y de alguna manera he tenido conocimiento de estos personajes a lo
largo de mi vida profesional. Me pregunto:
¿lo podrá leer un joven de 20 años? La formación filosófica cada vez es más
pobre en las escuelas. No lo sé, el
libro no es complejo, pero puede suceder que sean personajes muy ajenos y
alejados a la vida de los jóvenes ahora preocupados por personajes de la vida
deportiva, artistas, personajes de las redes… Me quedo con la duda.
Se lo
regalaré a mi hijo de 26 años, y veré qué impacto tiene en él. Mi hijo creció entre libros, y le leí algunos de niño, pero una vez le
escuché decir a sus amigos que se asombraban de ver libros en casa, “sí,
tenemos libros, que no tengo ganas de leer”, cuando lo escuché me sentí triste,
pero he llegado a pensar, que cada uno forma su biblioteca, y que a él no
tiene porqué gustarle los libros que selecciono; tengo la esperanza que decida
con el tiempo, los propios.
Por el
momento, le regalaré este, que le abre una puerta al mundo de la filosofía, él
decidirá que hacer, mi tarea es invitarle, así como a ustedes, ojalá se animen
de hacerse de esta obra, un libro-acompañante que ayuda vivir menos solos.