De Roberto Juarroz este hermoso poema...
¿Cómo amar lo imperfecto,
si escuchamos a través de las cosas
cómo nos llama lo perfecto?
¿Cómo alcanzar a seguir
en la caída o el fracaso de las cosas
la huella de lo que no cae ni
fracasa?
Quizá debamos aprender que lo
imperfecto
es otra forma de la perfección:
la forma que la perfección asume
para poder ser amada.
Buen consejo y entiendo que el
problema es interesarse, admirarse, recrearse por lo que aún no es, eso, que
creemos debe ser instituido. A los maestros nos pasa mucho con los niños (y a los
padres también), tenemos un ideal sobre ellos y muchas veces no entran en ese
traje, entonces, buscamos muchas razones para argumentar por qué no son quien
deben ser; y sucede que es él, es quien está pudiendo ser en ese momento, la
vida es tan desconocida, que a cada instante solo se puede ser lo que nos es
posible ser, y ahí, somos unos desconocidos para nosotros mismos ¡qué terrible!
y así vamos por la vida, de la luz habituada, hacia las penumbras misteriosas
del futuro. Los poetas captan bien este miedo existencial, tal vez por eso me
gustan, lo hacen lenguaje para pensarlo y sentir menos el extravío.
Y, continuando con la idea, pienso
que en la docencia acompañamos a los niños y nos acompañan, y ahí vamos, se
supone que orientando ese emerger subjetivo, ese salir a la luz, orientándoles
para que vayan viajando hacia la perfección de sí mismo que él solo puede ser,
él solo puede decidir su propio siendo, (esto desde el viejo y hermoso concepto
de PAIDEIA)
Estas vacaciones tendré que escribir
mucho, mi grupito de niños me va dejando tantas preguntas e ideas, cada día
cruzo el portón de la escuela con la sensación de que hay tanto por hacer, a
veces desanimada por mi ignorancia, a veces con el reto de enfrentar las tareas al día siguiente, a veces agotada; hoy
haciendo algo para los alumnos-adultos de la
maestría, pienso que necesito leer más, documentarme, armarme de ideas
para reflexionar los sucesos del acto educativo, ¿pero dónde está el tiempo? ya
sé, el tiempo se construye, porque el tiempo es uno mismo.
Pues a continuar dando lugar a mi
temporalidad...