Abigail Shrier. Un daño irreversible. Deusto, 2020,
Conversión a Libro Electrónico por Editorial Planeta, 2021.
En el tiempo que nos va tocando vivir, sabemos de viejas
problemáticas heredadas, y algunas se atienden, otras siguen postergadas, y en
su seno crecen y desencadenan otras. En
medio de estos nuevos rumbos, lógicas y postergaciones, brincan problemáticas
que nos asaltan, ya por su novedad, porque apenas pueden pensarse, y se van
viviendo invisibilizadas, ajenas a las agendas políticas, pero ahí están,
listas para cambiar nuestras preocupaciones.
Este libro (y otro que me esta esperando llamado “Nadie nace
en un cuerpo equivocado), plantea una problemática que tiene que ver con la
mujer, y no lo aborda como ese viejo asunto histórico que expresa la vieja deuda
con el desarrollo de las mujeres, el trato plagado de injusticias que ha negado
espacios para florecer en todo su potencial.
No, no habla de ello. Habla de una nueva amenaza para el
desarrollo de las mujeres, quienes atrapadas en un sin de conflictos, menospreciadas,
violentadas, afligidas por el poco aprecio de su rol, ahora desean modificar su
biología y volverse hombres.
Este libro de una tendencia peligrosa de niñas, adolescentes
y adultas, quienes dicen sentir nacieron en un cuerpo equivocado, y que tiene
todo el derecho de hacer ajustes necesarios para cambiarse hacia el otro sexo,
pues solo tenemos dos, eres hombre o mujer, por tanto, hoy, muchas mujeres se
siente hombres en un cuerpo femenino, que eso de tener senos, vagina, una
estructura ósea para el parto, no les es conveniente, que se sienten mal, y
necesitan urgentemente hacer algo al respecto. A esto se le llama “disforia de
género”.
Hemos sabido de esta incomodidad en el sexo biológico propio,
especialmente en hombres. Se sabe de casos aportados por la medicina, y se
afirma que cuando menos el 0.01 por ciento de la población, desde sus primeros
años vivían esta situación; sabíamos de hombres biológicos que se decían
atrapados en ese cuerpo, y necesitaban moverse hacia el de una mujer. A estas
personas, les llamamos hombres-trans.
Pero mujeres trans, se hablaba poco.
La situación ha cambiado en la última década. Según este libro la “euforia de género” se ha
desatada entre las mujeres, especialmente en las niñas y adolescentes, en mujeres
de mediana edad, y algunas, con avanzada de edad. Mujeres que salen del closet y dicen “me siento
hombre”.
El libro tiene como contexto a los Estados Unidos,
especialmente a estados que han modificados sus leyes para dar cabida a estas
nuevas demandas y derechos de la ciudadanía “trans”, los grupos LGBT+, ahora,
con las demandas de inclusión, apelando a derechos, estos grupos diseñan, presionan,
y gestionan nuevas políticas que afectan a la educación, a la salud emocional y
biológica, y generan un contexto de personas victimizadas que demandan ser
escuchadas, atendidas, y quienes no lo hagan, son señalada como homofóbicas,
racistas, y diversos calificativos que dañan su más sólida refutación, aunque
sus argumentos sean sólidamente fundamentados.
La autora nos cuenta, cómo se va gestando una sólida y extensa
red de instituciones educativas y de salud que trabajan para atender a estas
mujeres aportándoles orientación, sustancias, hormonas masculinas, fajas
especiales para apretar los senos, mastografía a solicitud, faloplastias, es
decir, creación quirúrgica de un pene tomando grandes cantidades de piel de
otras partes, mutilando una parte del cuerpo, para crear otra con dudosa
funcionalidad.
El libro me ha impresionado.
Habla de las jóvenes de este tiempo, quienes viven múltiples exigencias
y en medio stress, soledad, se gestan en ellas, diversas afectaciones
psicológicas, inseguridades, y viven en un malestar, y en esa vulnerabilidad se
encuentran con esta tendencia que se difunde por personas de las redes, quienes
se hacen una transformación y la difunden por YouTube, en diversas plataformas y cuentan cómo
todos su problemas por arte magia desaparecen al sentir que eran hombres
atrapados en un cuerpo de mujer, y aconsejan seguir su ejemplo de felicidad.
Narra experiencias de padres que han enfrentado tal situación,
quienes, si no apoyan tales cambios, son presionados por las hijas, quienes
amenazan con el suicidio, y si finalmente no acceden termina como personas
tóxicas pues los grupos de trans, aconsejan apartarse de la familia, dando por
argumento una falta de respeto, de amor a las necesidades que tienen.
Menciona la emergencia de una psicología, cuyos profesionales
practican una “terapia afirmativa”, es decir, reciben a pacientes mujeres que
se “sienten-hombres”, jóvenes con
múltiples problemas psicológicos que no se revisan, no se hacen buenos
diagnósticos de la patología que las lleva a terapia, tan solo al escuchar “me
siento hombre”, dicen que les creen, las afirman en su sentir, las apoyan en sus
tratamientos hormonales de testosterona sin analizar los cambios y daños posibles
que tal modificación a su genética pueda acarrear en el futuro.
Nos Habla de la educación, como desde estos espacios, ya se introducen
estos contenidos, y reciben una afirmación a un descubrimiento espontáneo, sin
historia, y bajo la lógica de la inclusión, son aceptados como nuevos miembros
que salen del closet. E igual, nos informa
sobre la cadena de consecuencias de estas medidas apoyadas por terapeutas y
médicos a la medida de tal exigencia sorpresiva de “me siento hombre”, relata
cómo con diagnósticos inadecuados, se hacen cambios físicos y hormonales que a
la larga afecta la salud de estas múltiples formas. Al pasar el tiempo, se van viendo mujeres
arrepentidas.
El libro deja un mareo, una sensación de terror, un miedo
ante este nuevo problema…Y en medio de esta narrativa pensé… ¿Qué pasa con la
mujer? ya no se habla de mujeres, sino de personas gestantes, personas menstruantes,
personas con vagina, es decir, se evita la palabra, tan sólo son personas que
pueden modificar su biología de acuerdo al sentir que se antoja.
Veo una trasgresión a nuestra biología humana dividida en dos sexos, hombre y mujer, cada cuerpo con características y funciones específicas que garanticen nuestra presencia, pero ahora las mujeres convertidas en personas trasns, se vuelven hombres, y la gestación humana, ¿¿Qué? ¿Es otro modo de lucha de lo masculino contra lo femenino? Bueno, el mareo es cada vez más grande… ¿Qué nueva realidad está ahí, gestándose para asaltar la educación? ¿para asaltar a la familia? ¿Para asaltar a la especie humana? No lo sé, pero me quedo muy, muy preocupada.
Dejaré pasar unos días antes de iniciar el siguiente libro “Nadie
nace en un Cuerpo equivocado”, cuyo contexto es España, pues parece que, en
México, la moda trans en las mujeres, se encuentra en la oscuridad, está
ocurriendo en el silencio de las familias, en la soledad de quienes lo van
viviendo sin saber de dónde asirse.
Hay que leer sobre este asunto, y así, cuando emerja con la
fuerza con la que crece en otros países ya la viven, tengamos información y
algo podamos hacer para cuidar a nuestras niñas, a nuestras jóvenes, en
especial a las niñas, quienes merecen ser protegidas de las influencias, de las
modas que tienen fines que no alcanzamos a mirar, puede haber farmacéuticas, el
lucro de las redes, tantos fines con amenazas ocultas. Pero en especial,
comprender que las mujeres, nuestro género, es decir, ese rol social que nos
da, aún tiene muchas batallas que librar para cambiar las reglas del trato que
se nos otorga. Comprender que esto de cambiarse de sexo es una cobardía y las mujeres
necesitamos seguir siendo valientes.