sábado, 6 de febrero de 2016


PALABRAS DIRIGIDAS A LA XXI GENERACIÓN.
LUZ DIVINA TRUJILLO
5 DE FEBRERO DE 2016

Estimados compañeros, compañeras de universidad, familiares todos: padres, madres, esposas, esposas, hermanos, hijos de nuestros egresados, bienvenidos a esta ceremonia de graduación.

Queridos alumnos, egresados ya en pocos momentos.  Mis felicitaciones por estar aquí, alegres, entusiasmados por ver cerrarse una etapa de sus vidas, pues sabemos que estos dos años, han sido un tiempo invaluable en el que se pausaron otras  tareas importantes, para enfocarse en una formación potencial, lista para activarse en las nuevas emergencias de sus vidas tanto personales como profesionales.

Y al pedirme encarnar este honor, de que su generación lleven mi nombre, me pusieron en la tarea de tomar conciencia sobre la tarea realizada con ustedes y nosotros, ya que se trató de una responsabilidad compartida con mis compañeras docentes, Teresita de Jesús Ruiz Botello, Judith Rodríguez Delgado y Rosa Isela Terrazas, iniciada hace más de dos años.

Y uso la palabra conciencia, teniendo claro que ahora, podemos dar el significado justo a esta palabra tan habitual, pero que paradójicamente es tan poco consciente... Y así como esta palabra cobra nuevos significados en ustedes en y nosotros, hay muchas otras que no fueron de relación fácil, enumero algunas:

Conciencia histórica, Potencialidad, colocación, racionalidad, totalidad, sujeto, subjetividad, conciencia crítica, conciencia utópica, conciencia ética y muchas más que dan textura y sentido a un enfoque llamado “Epistemología del Presente Potencial”, devenido de la fuerza intelectual de un gran hombre latinoamericano: Hugo Zemelman Merino, fallecido apenas hace dos años. Propuesta que llega a nuestra comunidad por los trabajos del Maestro Alfonso Lizárraga Bernal.

A su llegada a esta maestría, estas palabras inundaron sus vidas, eran desconocidas en el modo de pensarlas y usarlas en ella, y al escucharlas generaban ansiedad por no poder colocarse en los sentidos de las tareas que se les proponían.  La experiencia se inició inquietante aunque muchos de ustedes optaron por ella, porque otro egresado, les compartió la idea de que aquí pasaba algo, y que eso era bueno, que esta maestría tenía algo especial. Y entonces nos buscaron...

Pero al vivir los primeros encuentros, al adentrarse por la estructura curricular, los sentidos de los seminarios, por la práctica didáctica, al escuchar el lenguaje epistémico que necesita, sintieron que era estar en todo y en nada.  Y llegaron preguntas existenciales: ¿de qué trata esta maestría? ¿Cuál es su finalidad, que me va a dejar? ¿Qué estoy aprendiendo? ¿Vale la pena quedarme?  Y el deseo de claudicar se activaba en cada desafío académico por cumplir...

Cada uno podría reseñar con lujo de detalles su ingreso, su estancia, sus vicisitudes para cursar los cuatro semestres,  pero prefiero enfatizar el hecho de que pese a todo, se quedaron y aquí están, felices...La pregunta es entonces, ¿por qué se quedaron?

Sospecho, como dice Jaime Sabines, “yo no lo sé de cierto, pero supongo” que leyendo, pensando, escribiendo, sintiendo,  existiendo lo que aquí se hace, algo les pasó... y creo que es eso que vengo llamando “ignición del sujeto” y no es otra cosa que el  despertar “algo” que se nos durmió durante los procesos de socialización, que tanto insistieron en que adoptáramos diversos roles  y funciones, y en ese cumplir con la vida social hecha, algo se nos fue apagando, pero recordando a Bachelard, con su idea de la llama, que me hace creer que somos una llama, que tiene derecho a producir todo lo posible, pero esa flama que somos se aquieta, se achica, quedando como un pequeño piloto dentro de nosotros, esperando un contexto propicio para volver a encenderse e iluminar nuestro propio interior y descubrir todo nuestro potencial.

Y  Zemelman con su idea “existencia: potencia” nos permitió explorar esta relación para despertar las fuerzas adormecidas y recuperarnos como sujetos sin renegar de los roles establecidos, sino ser sujetos en el mismo seno de ellos.

¿Cómo se hizo eso? La tarea no fue sencilla, hubo que abrevar de las ideas de Bachelard, de Berger y Luckman, de Maffesoli, Zemelman, Foucault, Kuhn, Popper y tantos otros autores desconocidos, hubo de discutir sus ideas en relación con nuestros mundos de vida, tuvimos que escribir,  sosteniendo un decir propio con ayuda de sus palabras poco a poco reconocidas, y haciendo todo esto, algo interior se fue despabilando hasta dar lugar a la “la necesidad de ser sujeto” potencia con la nacemos, pero que la vida socializante muchas veces adormece.

Y así, en medio de las resistencias normales, todo se hacía, y al ver la tarea cumplida, el libro leído, el poder de las nuevas palabras, la riqueza del lenguaje, la capacidad de mirar el mundo de manera distinta, compensaba los esfuerzos para continuar.

Como su maestra de investigación, les vi y les sentí esa emoción del crecimiento, les vi y les sentí  exponer a un autor que les importaba donde pese a su dificultad de entenderle, algo les decía y exploraban para pensar algo sabido, pero no comprendido como totalidad; les sentí esa emoción de saberse capaces  de sostenerse en una pregunta, saborear la belleza de moverse entre la información y de saber que no se trataba de teoría muerta, sino de ideas vivas que les permitía el crecimiento de más conciencia...

Y sospecho, que esas ideas, pensamientos, emociones experimentadas a lo largo de cuatro semestres, avivaron esa flama interior que todos somos, y con esa luz pudieron auto-descubrir sus  fortalezas, capacidades, sueños, deseos por explorar, dando mayor sentido a sus vida personales y profesionales.  Recordaron y saborearon el placer ser sujeto, vivieron ese delicado y complejo movimiento de la formación, que solo es tarea de cada uno, pero los fueron aprendiendo y bien.

La Epistemología del Presente potencial no se aprende, se vive, se encarna. Por eso al inicio no había manera de decirles qué se quería, tenían que vivirlo para hoy, comprender que el reto formativo de nuestra maestría eran ustedes.

Ahora si saben que busca esta maestría, que ofrece y que deja en quien la vive, es lo que Zemelman llama, “el despliegue del sujeto”.  Todas esas palabras epistémicas con las que aquí hablamos, connotan el reto de reencontrarnos con nosotros mismos, para saber quién queremos ser y apasionarnos con nuestro despliegue en el mundo que nos tocó vivir. Son complejas, pero la formación es compleja.

Y pese toda esa complejidad se quedaron, experimentaron el sabor de la formación, el desafío de ser sujeto.  Y hora, se van, pero llevan nuestro enfoque en el cuerpo y el espíritu... Viene una pregunta que inquieta: ¿podrán sostenerlo en la instrumentalidad de la vida cotidiana?

No lo sabemos, ya será tarea personal de cada uno “apagar” esa flama encendida, para así, como sujetos, iluminar el mundo educativo tan necesitado de personas comprometidas que con sabiduría, infundan esperanza en la construcción del futuro.

Padres, madres, esposos, esposas, hijos, hijas, tienen ante ustedes a personas que hicieron un gran trabajo sobre sí mismos, ya se los devolvemos de tiempo completo, seguros de que ustedes verán en ellos hermosas cualidades que cada uno aprendió a desplegar... siendo sus familias, las principales beneficiadas de la formación epistémica impulsada por esta maestría.

Muchas Gracias por la confianza queridos egresados, en nombre de mis compañeras, de la universidad que los acogió, de mí misma que tuve el placer de ir con ustedes, les agradecemos su opción por estar aquí, por permitirnos crecer con el crecimiento de ustedes.

Felicidades a todos.