Susan Neiman. Izquierda no es woke. DEBATE,2024, Edición Electrónica.
Cuando se dice Woke, se
abre un paraguas que impone un modo de pensamiento, que se dice de tendencia
izquierdista, es decir, que se apega a esos anhelados principios de construir
un mundo justo y con progreso para todos, donde las ideas de igual, solidaridad,
respeto a los derechos esenciales cobre hegemonía, pero sucede que no es así, pues
de acuerdo a Pablo Malo, este wokismo, es uno de los enfoques más intolerantes
y totalitarios que hemos conocido, dice que se equipara a una nueva religión
que avanza y se impone derrocando aquellos límites tan largamente construidos,
dejando que las personas busquen fines propios y busquen a otros con quienes comparten
ese sentimiento y deseos, conformando grupos de fuerza tribal que nos imponen sus
criterios empobrecidos, alejados del avance de las ciencias pero sí saturadas
de subjetividad sin reflexión, arrastrándonos por un relativismo cultural que poco
a poco nos vuelve en “nosotros” y “ellos”, y separados, alejados de ideas
universales de justicia, progreso, solidaridad que nos orienten, nos adentramos
por el lado oscuro de nuestra humanidad.
Pues con tal advertencia,
me vi en la necesidad de consultar este libro, y en éste, la autora se esfuerza
en decirnos que este movimiento Woke, no es la izquierda, es decir, que estos
grupos de personas que se abren camino wokista, no siguen esos principios
esenciales para la izquierda que buscan un compromiso con ideas universales donde
entramos todos para lograr niveles de progreso y dignidad humana, ahora bien,
que en la puesta en marcha se logren, es el reto político.
La autora reconoce que el
mismo término izquierda no hace un buen anclaje en nuestro pensamiento, pues
como todo, no se ha escapado de un uso equivocado, que ha sido cooptado por fuerzas
negativas que lo alejan de los anhelados principios; así vemos países o gobiernos que se dicen de izquierda y en el
afán de imponerse han terminado con experiencias de exterminio, como son el Gulag
de la Unión Soviética, o la miseria creciente del pueblo cubano, la pérdida de democracia
y empobrecimiento de Venezuela; estar afiliados a ideas de izquierda no da
garantías de lograrlo, por ello, en el libro, trata de exponer que sí es la
izquierda, y afirma, que lo Woke, no lo
es.
Inicia por defender lo
que llama “universalismo”, es decir, ese progreso del pensamiento a lo largo de
la historia, que ha ido dejando una herencia teórica, conceptos que abarcan
explicaciones del mundo que nos permiten conocer, comprender, idear, son la
matriz más imaginación, más pensamiento.
Ubica un florecimiento de estas durante lo que se ha dado por llamar “Ilustración”,
ese siglo de las luces, donde filósofos, científicos, teóricos de varios campos
inundaron el mundo conocido de ideas que permitieron definir un tipo de
progreso, un progreso que se debatió entre quienes tenían ideas conservadoras,
utilitarias, abusivas, y los que pensaban en la justicia social, el uso
democrático del poder.
Con tales ideas-fuerza
universales, porque en ellas cabía un sentido de humanidad, nos abrimos camino,
y como es conocido, no todo lo que se sueña, se planea, sucede como tal, en su
concreción enfrenta retos y no todos se superan, así, tal progreso tuvo sus
desengaños, no siempre se logró lo justo para todos, con el progreso igual
crecieron problemas para el desarrollo social, pero a la par, se fue dando un
empobrecimiento en el progreso de las ideas, nuestra capacidad de reflexionar
el mundo con ideas universales, se ha ido mermando, llegando al punto donde
estamos en un “apagón” dirá Manuel Cruz, y en esta oscuridad, cualquier ideas
puede empoderarse y abrirse camino.
La izquierda, nació en el
siglo de las luces, en la ilustración, cimbró el mundo, generó cambios, los que
el poder hegemónico permitió, pero en esa lucha por la defensa de lo justo se
avanzó. Hoy, sigue esta división, siguen
existiendo los partidos de izquierda, pero ya
no abanderan aquellas luchas de grupos marginados, los obreros explotados,
los pueblos marginados, la realidad es otra, son otras las reglas de convivencia
y de fuerzas políticas, y hoy la izquierda, al perder sus grandes núcleos de
mazas que defendía, se orienta hacia grupos marginales muy pequeños, y los
cubre con su manto para el logro de sus fines, así, vemos a la izquierda defendiendo
políticas identitarias y de género, feminismos, defensa de la raza, lo queer,
la cultura de la corrección política, defensa de los obesos, de los animales, erradicar
los pasados opresores, etc., y para ello, ha tenido que alejarse de debates
teóricos, más bien, ha tenido de derruir discursos y quedarse con pedazos de
teoría para erguirse y sostener sus posturas, sin reconocer que se quedan lastrados
en ellas, y cada vez más empobrecidos se apoderan y empoderan con ideas que
sólo se sostienen en el miedo a ser cancelados, excluidos, aniquilados por no
pensar-sentir, lo que lo woke va imponiendo paulatinamente a todos.
Nuestra autora reconoce
algunos responsables de este auge, son los pensadores posmodernos del siglo XX,
aquellos teóricos que iniciaron con la denuncia de que el progreso anunciado en
el siglo de las luces no era tal cual, y en esa denuncia, no hubo fuerza para
plantear pensamiento alternativo para superar el desvío por el que se iba, sino
que se dio por culpar, ¿a quién? A todos los discursos que hablaron del
progreso, a todas las teorías, a todos esos relatos, y en tal desmontaje nos
quedamos con las manos vacías ¿ahora en que se podía creer? ¿con que ideas
capaces de guiarnos podíamos continuar?
Un autor en el que se
concentra es Foucault, quien develó el asunto del poder, puso en la mesa el
debate de que todos los discursos o relatos, o teorías existe poder, les
subyace una fuerza que subyuga, dicta modos de ser, impone reglas que premian y
castigan, abrazan o excluyen. Y lo
aclaró más, el poder no es privativo del poderoso, el poder, está en todos, todos
somos poder; el poder se volvió relacional y con esto lo sacó del ámbito
jerárquico-unidireccional, con lo que derrocó el mundo jerárquico y a todos nos
empoderó, nos envalentonó en la búsqueda de nuestro progreso y felicidad. Así, fue tiempo de subjetividad, el mundo del
quien soy, qué quiero, qué merezco, cobró fuerza, lo objetivo se torna relativo,
modificable al antojo del poder subjetivo.
Así, nos vamos adentrando
por una defensa de los derechos individuales y de grupos desfavorecidos que fue
dejando el avance del progreso, por esos grupos ocultos en los closets de la
mirada hegemónica, los cuales fueron acogidos por la izquierda, que se fue
afiliando al movimiento Woke, que invitaba a todos los marginados y excluidos a
despertar y darse la fuerza de reclamar lo que les ha sido negado por las
mayorías, que son de derecha por supuesto. Bueno, algo así entendí (cada uno debe hacer
su lectura indiscutiblemente)
Habla de Foucault como
uno entre otros teóricos de ese momento de ruptura con las ideas que denomina “universalistas”
heredadas de la ilustración, ideas que poco a poco han sido abandonadas o
sometidas a procesos de “deconstrucción”, y quienes lo han hecho, ahora se
yerguen como los teóricos de lo Woke, que sostiene ideas limpiadas por así
decirlo, de todo aquello que evite un control, pues todo discurso lleva dentro
algo desconocido que puede ser la causa de nuestras desgracias, y eso, hay que
erradicarlo ¿pero se tenía la habilidad para hacer tales operaciones cognitivas
de desmontaje teórico y leer esos discursos sin quedar otras ideas igualmente poderosas?
¿Nos quedamos con las ideas que generaban sólo nuestras desgracias? ¿este
llamado a la deconstrucción de las narrativas ordenantes del mundo que
despertó? ¿viejos agravios, resentimientos sociales, rabias? ¿Esto es lo “woke”?
Y, nos dice, que
enfocados en tales fines, se ha ido generando un empobrecimiento intelectual,
ganados por lo emocional, se ido tras ideas que lo expliquen, y ahora los
teóricos de este movimiento, sólo toman lo que justifica, fundamenta el proceder
(como ya nos dijo Jonathan Haidt, primero la emoción, luego el argumento ad hoc,
para evitar las disonancias cognitivas).
Pues de esto trata el
libro, una larga escritura que intenta decirnos qué es el pensamiento de
izquierda, lo defiende indicando que un pensamiento argumentado, rico en
ideas-semillas que nace en el siglo de las luces que crítica, defiende la
justicia social, una forma de pensamiento que pone contrapesos al poder, un
pensamiento defensor y progresista. Y nos
dice, que lo Woke, que hoy se confunde con la izquierda, no es para nada, un
pensamiento de izquierda. Lo Woke, no es la izquierda.
Los Woke, por el
contrario, aglutina posturas de reivindicación que parten de unas esperanzas
decepcionadas, y construye argumentos que según la autora no tienen la fuerza
para tomar las mejores decisiones y acciones.
Ella se hace estas preguntas ¿Hay que renunciar al universalismo porque
el universalismo se haya utilizado para disfrazar intereses particulares?
¿Hemos de abandonar la búsqueda de la justicia porque tras las reivindicaciones
de justicia se hayan ocultado a veces reivindicaciones de poder? ¿Debemos dejar
de albergar esperanza en el progreso porque los pasos hacia el progreso tengan
a veces terribles consecuencias? (páginas 170)
No puede negarse la
decepción que el progreso del mundo ha dejado en medio de las bondades
aportadas, existen sucesos reales devastadores, pero en lugar de enfrentarse a
ellas, el uso que hace la teoría al modo woke, es interpretar un pedazo del
suceso a conveniencia, creando una un relato de sospecha más adecuados para fomentar
un pensamiento ideologizado que se fortalece cuando la gente asume esas explicaciones
generales y simples sobre cómo funciona su mundo y les da vida sin darse cuenta
que apoya un pensamiento fraudulento que reduce toda la complejidad que urge
atender, al deseo humano, al ansia de riqueza y poder (página 171)
Pues de esto trata del
libro de Susan Neiman, y yo que avisada de por qué lo "Woke", no es la izquierda. Y ahora sé que debo saber más de cómo el
pensamiento posmoderno, sentó las bases para la entrada de estas ideas, así
que la tarea sigue, porque si Pablo Malo tiene razón, estamos ante un pensamiento
ideologizado muy peligroso por la ignorancia manipuladora que despliega para imponerse.