Confieso que pocas veces
leo Best Seller, y por lo que ví en su número de ventas, este libro lo es. Lo
compré porque mi hijo me lo pidió e igual, lo regalé a mi hija y mi amiga creo,
ya no recuerdo, de esto hace tiempo. Lo
compré para revisarlo, y hasta hoy pude hacerlo. Y Sí, confirmado, es un best seller, pues se
lee muy rápido, no tiene una trama teórica compleja, la autora con ejemplos y
algunas citas va detallando este asunto de sentirnos bien segregando oxitocina,
la hormona del bienestar.
Pienso que es un libro
recomendable para todos, aporta información sobre el por qué muchas veces no
logramos sentirnos bien, y lo adjudica al estrés, que provoca en nosotros la
segregación de cortisol, una hormona que nos prepara para estar alertas, pero
si siempre estamos así, tanto cortisol nos agota, nos enferma, por ello, la
oxitocina, viene en nuestro auxilio para equilibrar el desorden, entonces el
reto, el meollo del problema es cómo segregar oxitocina de manera natural.
En el libro va desglosando
diversos apartados en los que nos explica por qué podemos estar más estresados,
malhumorados, insatisfechos, y aborda los asuntos que tienen que ver nuestro
desarrollo emocional desde la infancia, el problema del apego saludable.
También habla de la convivencia con personas, pues siempre vivimos con otros, y
como esas otras personas pueden hacernos segregar cortisol, a quienes no
quieren llamar personas tóxicas, sino personas cuya personalidad es un tanto
compleja que su cercanía nos afecta, y el reto es que ellas cambien, que se den
cuenta del daño que pueden causar por su personalidad (esto me pareció un tanto
ingenuo, pero mejor hay que leer el libro)
Bueno, la verdad, cuando leí
la parte de la formación emocional infantil, todas esas cuestiones del apego,
creo que me hizo generar cortisol, me pregunté ¿Qué madre fui? Esta que aquí
propone o la que pude ser dada mi formación, mi madurez, mi sentido de vida y
de progenie; me sentí angustiada de no haber sido la madre que mis hijos
necesitaban y vino una sensación de culpa, de remordimiento, eso de sí “Y si…”,
pero ya me sacudí esas emociones, me moví de lugar y ahora me digo, que como
madre, uno es la persona que en su momento se necesita, no puede serse de otra
forma, no puede darse lo que no se tiene, siempre se hace lo posible y se va
cuidando el despliegue de eso que uno construye, en este caso, la formación de
los hijos. Así que, por ese lado, ya me siento más tranquila, nunca postergué mi
amor ni mis responsabilidades.
Bueno, pasado este
episodio de cortisol, me encontré con esto de la persona-vitamina, y concuerdo,
estar con personas que nos hacen florecer, que nos exigen, que nos ponen retos,
que nos hacen sentir importantes y que les importamos definitivamente es de lo
mejor, pero, eso no siempre sucede ¿por qué? Porque somos humanos, seres de
carne y hueso, atolondrados por el peso de vivir en un mundo saturado de
incertidumbres, y no siempre estamos en armonía con nosotros mismos para brindar
a los demás ese apoyo que necesitan.
Ser una persona vitamina
que ayude al otro, exige aprender a lidiar con las propias emociones,
reconocerse, trabajar sus propias inequidades que solo uno conoce y a veces no
tanto. ¿Dónde encontrarse con personas
vitamina? El mundo individualista, hedonista se impone y define en mucho
nuestras personalidades, ser esa persona vitamina para el bien de los demás, me
parece que es un desafío que tal vez vamos perdiendo.
Se trata de un libro -y
me duele decirlo-, de superación personal (no me gustan este tipo de libros) y
libros así proponen cosas irreales, pero en medio de todo, esta psiquiatra, aunque
cae en este nivel de planteamiento, tiene un buen punto: aprender a reconocer
nuestras emociones, y quedarnos con las que nos hace producir, oxitocina, y saber
esto, sí ayuda…. Así que sugiero leerlo, no está de más.