Schettino, Macario. Cien años de confusión. La construcción de la narrativa que legitimó al régimen autoritarismo del siglo XX. Ediciones Culturales Paidós, S.A. de C.V. México, Edición Electrónica de 2016.
Soy profesora de educación primaria, formada en el
normalismo de la década de los 70s, (hoy, jubilada ya en plaza federal). Inicio diciendo, que leer este libro ha sido
un nuevo golpe a mi conocimiento sobre la historia de este país donde vivo y me
jacto de ser mexicana, y digo nuevo, porque me pasó igual, cuando leí la Patria
y la Muerte de José Luis Trueba Lara, quien de manera muy documentada, narra cómo
se construyó nuestra idea de nacionalismo, y desde ese momento, aquellas
narraciones de la revolución mexicana, las historias de los héroes que murieron
por la patria, la verdad cayeron de mi gracia, dejando una atropellada idea de
la historia oficial que nos ha hecho creer que somos de un cierto modo, cuando
no es tan auténtico.
En esta barullo de ideas, ni por donde narrar la lógica de
este libro. Definitivamente, es un texto
articulante de ideas sobre historia, sociología, economía, política de lo
sucedido entre la primera década del siglo XX y su finales; obliga a cada uno
adentrarse por su lectura, y desde sus conocimientos, habilidades e intuiciones,
adentrarse por el denso recorrido de tantos sucesos que de diferentes formas y
profundidades, han dado lugar a una historia, de la que definitivamente no sabemos
nada, y solo se han divulgado aquéllos que por interés político se han magnificado
ocultado “los otros datos” que impedirían la conformación del mito de la
revolución mexicana, mito en el cual se sustentan fuerza de poder que han orientado
la vida social, política, cultura, y económica de México. Y es así, la lectura
de este libro va derribando ideas anquilosadas en la medida en que se
explican.
Por ejemplo ¿Qué aprendimos sobre Porfirio Díaz? Por todo
eso que la historia oficial impone que aprendamos sobre él (como maestra yo he
sido parte de esta exigencia de aprendizaje), hoy lo detestamos, lo reconocemos
como un personaje que nos llevó a un estado de crisis que terminó en la
Revolución. Y Macario Schettino, con
documentos, fuentes, datos verificables, nos cuenta que en el Porfiriato México
vivió un desarrollo fuerte, que sí, centró en él, gran poder, y con esta fuerza
política articulante, pudo controlar por décadas las otras fuerzas de poder ambiciosas,
y así, hacer lo que hizo como gobernante.
Y Schettino, cuenta que, a este hombre, se le pasó el tiempo, que envejeció
y cuando menos pensó, ya no tuvo el tiempo ni la fortaleza para heredar el
poder a otro de una manera en que no se genera una batalla campal entre todos
los interesados en su rol presidenciable. Así, se ven surgir esos alzamientos por el
país de grupos buscando quedarse con ese lugar, nunca por un amor la patria, a
los indios empobrecidos, etc., etc., que nos dice para justificar tanta matanza
(esto Trueba lo narra muy bien).
Macario Schettino, nos cuesta que el relato de la revolución
mitológico que conocemos, se construyó cuando las aguas se apaciguaron, cuando
finalmente Lázaro Cárdenas, el último general que ocupa el cargo, haciendo caso
a las fuerza del mundo (pues era el momento de un Mussolini, de un Franco, de
personajes que por mundo reorganizaban sus mundos desde su poder), así Cárdenas,
fue ordenando las fuerzas vivas, formando sindicatos, organizaciones,
controlando desde el poder gubernamental, y se dio lugar a lo que conocimos por
corporativismo, forma de organización que permitió un reparto de poder
controlado por el estado, y a la par de esto, se fue armando un discurso que
nos hizo creer que la revolución se hizo para rescatarnos de la malsano
porfiriato. Trueba Lara nos cuenta cómo
se construye nuestra idea de ser mexicanos, como se construye la idea de la
raza de bronce, que la verdad indigna vista de lejos.
Y así, hay muchas ideas que se pueden ir desmontando, como
la del “capitalismo de cuates”, que nos explica cómo los grandes empresarios se
enriquecieron al amparo del poder, y que por eso México no es un país que
produzca riqueza, no se aumentan impuestos por cuidar sus privilegios y es una
de las causas por la que no podemos salir de tanta pobreza.
Igual, la idea de hombres desinteresados y amorosos por su patria
se cae a pedazos, Schettino, describe a personajes ambiciosos de poder, guiados
por sus pasiones y deseos personales, conformando tramas de poder que terminan
en actos de corrupción, en asesinatos.
Esto en verdad es doloroso, pues al ser formada en la idea del “héroe” ya
nada encaja, ahora son tan solo seres humanos, personas de carne hueso motivadas
por su individualidad egoísta, en algunos casos, algo patológicas. Trueba ahonda más en esta dimensión, lo mismo
Roger Bartra en su libro “La jaula de la Melancolía”.
Y me ha quedado una tarea, investigar más sobre ese tiempo
colonial que poco conocemos. Dice
Schettino, que es ahí donde aprendimos una cultura, un modo de ser, de
organizarnos que no hemos podido modificar, que, por ejemplo, los pueblos que aún
se gobiernan por “usos y costumbres”, (como sucede en algunos estado del centro
del país) son formas de gobierno de la colonia, que el corporativismo, ahí
tiene su raíz… ¿será?, que por eso, al no conocerla, no sacarla a la luz, no hacerla
consciente, es una forma de gobierno que nos sigue dominando, que siempre
cambiamos y nos regresamos, un ejemplo, lo que hizo Porfirio Díaz, y las tres
siguientes décadas, nos regresaron, los cambios que sucedieron el los 80s, 90s,
hoy se desmantelan y nos volvemos a regresar ¿a dónde nos regresamos? ¿A formas
de gobierno que siguen paradigmáticamente orientándonos?
Creo que este libro con estos otros dos que he leído me ha
dejado vacunada contra la mitología del estado mexicano y no queda más que
seguir hurgando entre libros, para enterarse de más verdades calladas por la
historia hegemónica. Hoy más que nunca,
en la era de la información al alcance de todos por la apertura de la Internet,
tenemos el derecho a conocer todo, acceder a diferentes diversiones sobre los
acontecimientos históricos y conformar nuestras propias posturas, claro, las
posibles, pues la formación ideológica es una limitante, un parámetro formativo
duro de transformar… pero leyendo, discutiendo, informándose, poco a poco,
mucho puede hacerse.
Bueno, hay que leerlo y cada lector ordenará su cabeza y
tendrá sus propias conjeturas… duré leyéndolo por tres meses, me ausentaba para
procesar las ideas que iba reconociendo, ser maestra, estar formada en esos
mitos, no resulta fácil ordenarse al mismo tiempo de la fractura, lo bueno que
tenía que otras lecturas que ayudaron a comprender la falacia del mito y
moverse de ahí.
Suerte en esta experiencia de lectura, más si eres docente
de educación básica.
Gracias por su recomendación de lectura, considero que a pesar del Facil acceso a la información con el que actualmente contamos al ser humano por naturaleza nos es difícil cambiar y abrirnos a la verdad. Pero como comenta usted al ser docentes es una necesidad el tranformar incluso nuestros propios conocimientos e intentar ser lo más objetivos posible.
ResponderEliminarQué felicidad... ¡Un comentario! Gracias, y es cierto, modificar nuestros hábitos, esquemas de pensamiento, el sentido de lo que hacemos hacia el bien colectivo con algo de conciencia, es una verdadero reto formativo. Y pues a hacer cada uno su tarea... me alegra verla por aquí, la compañía en las ideas para pensarlas juntos siempre es una necesidad. Feliz Año.
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