viernes, 1 de octubre de 2021

Para preguntarse si la educación es moralista o ética (ética de la compasión)

 

Joan-Carles Mèlich. Ética de la compasión Editorial Herder, Barcelona, 2013. Edición electrónica.

Compré este libro hace dos años. Ya no recuerdo qué idea o quien lo refirió, pero ahí estaba entre mis pendientes y finalmente puedo decir que lo he leído, pero no puedo decir lógicamente lo que he encontrado en él, porque, para empezar, solo tengo claro que:

-No es un libro de instrucciones; si bien habla de ética, de la relación entre los seres humanos, nunca da pistas para hacerlo cada vez mejor, al contrario, va dejando claro lo difícil que es ser éticos, no moralistas.

-No es un libro teórico, aunque no le faltan los conceptos agudos y profundos para plantear su postura, y éstas, connotan ideas para pensar lo ético como existencia, como forma de vida.

-No es un libro que responde preguntas, pero si deja muchas, las que uno puede hacerse desde la singularidad de su vida.

-No es un libro de “ética”, sino de la necesidad de reconocer y acompañarnos en el dolor existencial de la vida, es un libro que habla del valor de la compasión y de la imposibilidad de humana de asumirla.

Por todo el libro, vamos a encontrar argumentos que defienden una ética como acompañamiento del otro, quien nos necesita en momentos de dolor existencial.  “Necesidad” que sentimos nos demanda estar ahí, responder para acompañar, nunca sintiendo su “sentir”, pero sí, estando ahí respondiendo dada la circunstancia, sabiendo que la respuesta que damos, será siempre insuficiente, siempre mejorable, pero es la que se puede dar auténticamente en ese momento, y de lo cual no podemos sentirnos orgullosos, sino lastimosamente insatisfechos de no haber podido dar algo más.

Y así, uno va leyendo ideas que nos introducen por una ética de la compasión para sobrellevar una vida finita, incierta, cambiante, informe, tan inhóspita a veces, y llega al final del libro donde narra una escena dolorosa, donde también nos dice que tenemos la tendencia humana a una “imposibilidad de compasión”, que finalmente en una situación extrema, tendemos a “salvo me-yo-primero”.  Que a veces no podemos soportar estar cerca del dolor del otro. Siempre aparece este “primero-yo”, y con las culpas y vergüenzas que esta actitud produce, y así nos vamos moviendo por la vida, porque así es lo humano.

Hay que leerlo, moverse entre sus conceptos que no son ajenos a la forma de vivir, de sentir, de pensar; su lectura provoca reflexiones que sacuden nuestros modos moralistas de actuar, de responder a los desafíos de la existencia.

Se trata de un libro que nos ayuda a pensar-nos en situaciones de vida que uno no sabe que necesitaba pensar, pero que necesitan ser pensadas, y en medio del drama, se siente algo que alegra, porque finalmente uno sabe que es mejor saberlo, vivir en menos ignorancia la complejidad de la vida con los otros, quienes igual, libran sus batallas, qué mejor que hacerlo juntos, asumiendo por convicción una “Ética de la compasión”.

Por tanto, no queda más que la invitación a leerlo. Es un libro para todos, pero si en especial los leemos los maestros, se siembra la idea generosa de desplegar una pedagogía menos normativa y sí, más compasiva, en sentido que el autor lo plantea.

 


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