viernes, 10 de mayo de 2013

...ser madre? Una construcción personal?

"Oh dulce mamadre
-nunca pude
decir madrastra-,
ahora
mi boca tiembla para definirte,
porque apenas
abrí el entendimiento
vi la bondad vestida de pobre trapo oscuro,
la santidad más útil:
la del agua y la harina,
y eso fuiste: la vida te hizo pan
y allí te consumimos,
invierno largo a invierno desolado
con las goteras dentro
de la casa
y tu humildad ubicua
desgranando
el áspero
cereal de la pobreza
como si hubieras ido
repartiendo
un río de diamantes."
Fragmento de La mamadre, de Pablo Neruda.

En este poema, Neruda habla de su relación con quien realmente lo crió, quien se hizo su madre y él se hizo su hijo...  Y con este doy entrada a una reflexión personal ahora que celebramos el 10 de mayo.  ¿Qué celebramos este día?  Hago un alto a mis tareas -que no son pocas para mañana-, para pensar esto de ser madre.... ¿qué es ser madre?  Lo responderé desde la experiencia personal, sólo desde ahí, sin obturar otras ideas, no tengo esa intención.
 … Creo que ser madre es la más  compleja, inigualable y sublime oportunidad  que tenemos las mujeres para construirnos como madres… si construirnos, porque tengo la idea de que no se es madre por procrear en nuestro vientre a un nuevo ser, se es madre porque construimos esta identidad tan fina y delicada con nuestros hijos y ello con nosotras en la que se mezclan los sentimientos más auténticos, la más profunda confianza y seguridad, el más misterioso amor que nada pone a prueba, sólo es y es!
Lo sostengo. Nos construimos como madres día a día, en medio de la dureza y vicisitudes de todos los días, aprendiendo en medio de la experiencia, porque solo  nos va sucediendo, y sin saberlo vamos optando por asumir este reto valeroso de ser madres, porque igual podemos no hacerlo.  ¿Por qué digo esto?
Tengo dos hijos, la primera  nació de mí, se lo que es llevarla dentro de mí y verla nacer, arrullarla en sus primero años,  y tengo un segundo hijo, que nació lejos de mi cuerpo, de  mi cuidado, al que no vi como dio sus primeros pasos, ni cuando dijo su primera palabra, estaba lejos, -le he dicho alguna vez, que nació en un cuerpo equivocado-.  Mis dos hijos  me han permitido pensar que hacerme madre era mi opción o no… Y opté por ellos!
Con mi hija, lo hice sin pensarlo, sin revisarlo, lo fui haciendo día a día, con el reto de ser la mujer amorosa, firma, segura, justa en cada situación que se fue necesitando y  así, ella yo empezamos a crecer, ella como una hermosa niña –hoy un hermosa mujercita de casi 19 años con el sueño de ser arquitecto, en eso está-, y yo como madre, poniendo en juego mis estructuras valóricas, mi propia historia personal, la cual muchas veces no es tan sana como una quisiera…,  mi formación, mi nueva responsabilidad, mi situación como pareja, todo se pone en movimiento,  todo se pone a prueba, hacernos madres NO es fácil.
¡Crecer! Sí, crecer con ella, y con esto me refiero a ir caminando al paso de mi hija, ir siendo a como se necesitaba, ir a su lado, a veces enfrente de ella para ver hacia donde quería dirigirse y estar atenta para ayudarla a orientar su camino, agudizar los sentidos, avivar la mirada para ver más allá de lo que parece inocente y detectar los peligros y a tiempo actuar con seguridad y autoridad, darle a conocer que ahí estaba para cuidarla en lo posible, que no estaba sola.  Es un trabajo arduo, exhaustivo, agotador en medio de la vida profesional y personal que igual no se puede descuidar porque si no es así ¿qué le aportamos al nuestros hijos?  Así, el trabajo de madre sólo me fue sucediendo, resultando a la vez la actividad más vital, más fortalecedora.
Pero todo esto no lo supe hasta que llegó mi precioso niño de cuatro años y cuatro meses… toda una historia llena de vicisitudes, buenos y malos momentos, que no contaré aquí, sólo resaltaré que la adopción no es un acto idílico, ni acto de caridad, es solo amor! Amor de madre-hijo, porque los dos nos adoptamos, él a mí, y yo a él….Con mi hijo aprendí que todos somos huérfanos, no importa si nacemos  y seguimos con nuestra madre, con nuestro padre, podemos estar con ellos sin que esta relación de amor se geste a como cada ser necesita, porque en esto no hay recetas, cada experiencia es personal.
Con mi hijo, aprendí que esta relación madre-hijo no es por prescripción, no es un mandato social o cultural, pues cuando el hijo,a, nace de nuestro vientre, estamos ante el acto de parir a un nuevo ser que no pidió venir al mundo, es alguien a quien de repente le sucede el acto de existencia, de repente tiene que respirar y llora en el nuevo entorno donde recibe la primer señal de que tiene que luchar por respirar, por palpitar, por vivir y necesita una madre… y la madre, está frente este nuevo ser y como persona, que a estas alturas de su vida, es un ser humano que toma decisiones, opta.
¿Qué es la adopción? No quiero tomar la definición legal, o biológica, u otras que existen, no, quiero pensar que la adopción es la construcción de un lazo filial, tomado de la idea de filia, que se entiende como atracción, en este caso, entre un ser llamado madre y otro llamado hijo; es la construcción de una relación de amor, donde la madre es porque el hijo la reconoce como tal y al revés, el hijo es tal porque la madre así lo hace sentir. 
Se trata de una implicación, ambos están relacionados, uno existe porque el otro lo hace realidad, y sin ser una patología, es una relación en construcción, pues ambos son personas, se desarrollan, crecen, y en su crecimiento y diferenciación, nunca dejan de reconocerse como madre-hijo, hijo-madre. Entonces todos somos hijos adoptivos, nuestras madres optaron por construirse con nosotros y nosotros de construirnos con ellos, por eso los amamos, por existieron y nos dejaron existir… Y cada vez fuimos más conscientes de ello, no fuimos huérfanos, alguien nos adoptó y nos invitó a adoptarlo.
Yo adopté a mi hija desde el momento que salió de mí y me la acercaron, la sentí, y sí, opté por ella, supe que para ella todo lo que yo tuviera que hacer habría que hacerlo… y sigo optando día a día ir creciendo a su lado y ella, va conmigo adoptándome igual, y así, las dos vamos aprendiendo a vivir juntas, una y la otra nos sentimos madre-hija, hija-madre.
A mi hijo lo adopté cuando lo vi paradito en aquélla puerta que abrió de repente y apareció, lo adopté cuando lo vi tan pequeñito, cuando nos miró, y vi que corrían por su mejillas dos gruesas lágrimas, le sentí un gran miedo, sé que se preguntaba  ¿y estos quiénes son?  ¿A dónde me llevarán? ¿Me volverán a abandonar o me aceptarán como soy? Y lloraba gruesas lágrimas que todavía me taladran, me duele su dolor de aquéllos días…. Que ya no es!
Y no fue fácil… no sabía que lo había adoptado, ni lo complejo que sería volver conciencia esta relación tan especial de hacerme madre.  Él y yo construimos este lazo filial en medio de una compleja circunstancia.  Fueron muchas cosas cruzadas, su historia, mi historia, su dolor, mi realidad, su miedo, mi miedo,  todo junto,  pero yo, quien si lo había adoptado desde que lo vi, luché y luché, me armé con todo lo que era en ese momento, mi capacidad de amor se puso a prueba, mi paciencia, tuve que construir autoridad, puse en juego toda mi formación, mi fortaleza se puso a prueba para hacer lo que se necesitaba, pues  él me ponía a prueba a cada instante y yo sabía que no podía fallar, fallar era perderlo… Ahora  puedo decir, a más de 10 años,  que  hace tiempo que lo siento, él me ha adoptado, que el lazo filial se va construyendo día a día, y ahora vamos igual, creciendo, cada uno realizándose, siendo hacia nuestra propia realización personal, sabiéndonos madre-hijo, hijo-madre. Un lazo indisoluble..
Esta historia personal es la que me permite decir, que ser madre es una construcción, nunca una tarea fácil, como una historia , demasiado compleja, siempre a prueba, pero invencible cuando el lazo filial verdaderamente ha nacido entre quien es madre y es hijo.
Así como yo tengo esta historia, esta explicación sobre el ser madre.  Estoy segura que pueden haber otras muchas explicaciones igualmente importantes que dejen imágenes que  ayuden a vivir este desafío que solo vivimos las mujeres, porque en el caso de los hombres en su asumirse como padres, es otra historia ¿no creen? Y ellos también tendrían que contarla. 

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