Continuando con las ideas sobre “Amo,
luego existo”, toca el turno a Baruch Spinoza hablar sobre el amor y encuentro
algunas ideas muy interesantes.
Trabaja esta emoción como una
alegría que hace florecer en nosotros las más excelsas actitudes, sentidos,
solo crecer, aunque igual, no niega la contraparte, puede suceder lo contrario,
puede, confundido el ser, en amor que llama “bobo”, no conocer qué le sucede y
ser llevado a una pérdida de sí, aunque no puede explicar porque sucede esto,
lo deja como lo misterioso del amor.
Aquí algunas ideas sobre esa alegría de amar...
“El amor es la conciencia de una
transición significativa en la dirección de un mayor crecimiento personal y la
alegría del amante, se realiza en una percepción mayor a la que experimentaba
antes de sentir esa alegría. Aunque también podría plantearse lo mismo en el plano
del lenguaje cotidiano y constatar que se expresan con bastante propiedad
quienes declaran cosas tales como que el amor hace que saque lo mejor de sí o
sí que el haber conocido (y haberse enamorado) de x les ha transformado el
sentido positivo.
“En consecuencia, en cuanto
alegría el amor es paso a transformación de nuestra potencia en una potencia aún
mayor de existir, de actuar....esa búsqueda de mejora, en un horizonte de
perfección, lejos de constituir el
resultado de una decisión libremente tomada, forma parte de la propia
naturaleza humana.”
“… El amor es una cuestión de
supervivencia para el individuo. Lo que aparece como contento o júbilo se basa
en realidad en una carencia fundamental inscrita en lo más íntimo del corazón
humano: para no amar,... haría falta no conocer, pero no conocer equivale a no
ser. Bien pudiéramos decir entonces que el amado provoca en el amante la
alegría del amor, pero no la crea.”
“Es imposible amar intensamente a
una persona manteniendo al mismo tiempo la convicción de que su lugar podría
ser ocupado por cualquier otra. Se diría que la lógica del funcionamiento
interno del amor exige considerar al amado como único e irrepetible. El
necesario conocimiento del mismo sólo puede seguir, por tanto, la dirección de
afirmar su especificidad.”
“La necesidad de que el objeto de
amor sea independiente del amante (puesto en caso contrario no habría genuino
florecimiento del yo) constituye, en cierto sentido, el sensor de la emoción
amorosa que es recibida por éste, de manera tanto más intenso cuanto más siente
depender de la persona hasta el extremo de que ni la felicidad misma resulta
capaz de concebir sin ella. Pero la conciencia de tal dependencia, .... es
fuente de odio porque es conciencia del poder que posee la mano para disminuir
el bienestar del amante no poder poseer por completo al objeto amado genera el
dolor de la angustia y de la frustración (que nada casualmente termina virando en
odio cuando se produce esa pérdida definitiva que es la ruptura.”
Manuel Cruz, Amo, luego existo.
Los filósofos y el amor, (México: Espasa libros, 2010) 85-88.