martes, 28 de abril de 2015

¿Se puede remunerar adecuadamente algo que se materializa en el futuro? la formación...



El problema de la condición laboral de los maestros es una situación histórica, siempre ha sido una profesión sub-reconocida ¿por qué será? es una pregunta que siempre me ha inquietado y no sin el riesgo de equivocarme, pienso que se debe al mundo instrumental en la cual se oficializa esta profesión, pues antes era una tarea individual, tutoral, dependiendo de un mecenas y dirigida a personas que podían pagar algo por la cultura que un docente compartía con ellos. Pero con el advenimiento de la era moderna, el surgimiento de la escuela y la construcción del estatuto maestro, éste quedó atrapado en la lógica del poder, del estado, y se le otorgó un salario a su trabajo por trasmitir la cultura dominante, de socializar a las personas de acuerdo a lo que se necesita para el funcionamiento de la sociedad, y eso hacemos históricamente, y sin saber cómo igual fuimos formados en esa lógica, pero no por ello sentimos la indiferencia de una sociedad que no valora nuestra tarea ¿por qué?

Considero que se debe a que los maestros hacemos esta tarea encomendada en tiempo presente, pero sus resultados se aprecian en el futuro, es decir, cuando la mente y el espíritu del sujeto en formación se coloca en el mundo social, para aportar algo de lo esperado, y en esto se ven contradicciones, no se ve lo esperado, lo cual no se entiende pues no se toma en cuenta que no solo participa el educador en la formación de las personas, sino que es toda la sociedad, donde habitan cosas indeseables o inesperadas, y de todo esto nuestro sujeto en formación se impregna dando lugar a una formación que a veces riñen con lo que el maestro intentó formar, entonces el producto formado por así llamarle emerge no como el perfil esperado.  Por tanto, no se puede aquilatar lo que hizo exactamente el maestro, por tanto, ¿cómo pagar bien lo que es tan difícil de mirar en la realidad?

Esto no es extraño en una sociedad que se finca en lo material y es ciega para mirar los procesos humanos y concretos que la docencia activa en las personas. Pienso que esta pueda ser una de las causas de la poca correspondencia entre la tarea profesional de los educadores y la contribución salarial de la que es objeto, siempre mínima...

Hay que seguir pensando y buscar explicaciones que nos ayuden a exigir lo que dignamente merecemos, pero que a mi ver necesita ir más por la reflexión, la formación, por lo que sabemos hacer, usar la cabeza para hacer lo que afirma John Holowey,  “cambiar sin tomar el poder” pues nos s trata de exigir lo que no se entiende y por tanto no se nos quiere dar.  Nadie entiende por qué las huelgas, los paros, estamos hablando lenguajes distintos, ¿Qué se necesita? Talvez  reconstruirnos mejor, hacernos de estrategias para re-colocarnos en el mundo y ocupar el lugar que merecemos al saber hablar sobre nuestra materia de trabajo defendiéndola de las miradas recortadas e instrumentales, hacer que se entienda, que se valore esto que necesitamos saber hacer: formar personas para el futuro que inexorablemente viene.


Este es el valor que necesita ser remunerado adecuadamente, esta capacidad utópica de estar allá, pero haciendo aquí la tarea en tiempo presente, formar personas vitales, fuertes, seguras, atentas y capaces de construir más futuro... Esto definitivamente, vale mucho, no hay dinero que alcance para cubrirle, y sí, esperamos un acercamiento económico cuando menos, que se nos otorgue eso que nos permita vivir con dignidad y con orgullo sobre esto que solo nosotros sabremos hacer.

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