martes, 3 de octubre de 2023

Vida cotidiana como hontanar de la historia. Reflexiones desde la Epistemología del Presente Potencial de Hugo Zemelman Merino.

 

 Luz Divina Trujillo

3 de octubre de 2023

 En uno de sus libros, Hugo Zemelman se pregunta: “¿No es, acaso la conciencia de una situación que permite desarrollar la necesidad de otras realidades? (Zemelman, 2002, pág. 53)  misma que invita a preguntarnos ¿Cómo colectivo magisterial tuvimos la capacidad de organización para plantear y exigir cambios curriculares ante la inoperancia del existente? ¿Alguna vez lo hemos hecho?  Seguramente nuestra respuesta será un rotundo no, y recordaremos que las propuestas curriculares surgen desde el grupo de poder político en turno, que ordena las fuerzas del momento y las plasma en nuevos sentidos formativos que los educadores, desde nuestro rol de trabajadores del estado, tendremos la tarea de poner en acto, e indiscutiblemente se asaltará la normalidad de la vida cotidiana del aula.

En el nuevo cambio curricular, se nos plante la relación entre vida cotidiana y curriculum, y esto nos lleva a otra pregunta: ¿Qué es la vida cotidiana? Agnes Heller nos dice que es el lugar de la vida de todo ser humano, que ahí compartimos, reproducimos y llegamos a revolucionar esa herencia social recibida al nacer. Ahí se despliega nuestro ser particular y social, no sin ciertas reglas, una de ellas es su heterogeneidad, pues ahí se acumulan una multiplicidad de contenidos, significados, sentidos, que da lugar una diversidad de ámbitos de difícil reconocimiento; además es jerárquica, la ordenamos de acuerdo a nuestras prioridades valóricas, deseos, necesidades, ritmos y tiempos que encarnamos; del mismo modo, es pragmática, económica, imitativa, analógica, se tiende a generalizar dado que en la vida cotidiana rige la espontaneidad, todo sucede en el “aquí-ahora”, y no se tiene tiempo para responder con reflexiones profundas, al contrario, se pone en uso nuestro acervo de conocimiento y experiencia con el que se cuenta al momento, por tanto y con ellos realizamos juicios provisionales, generalizaciones, se propician atmósferas tonales que comunican y unen, por tanto, se tiene el riesgo de anidar prejuicios, intolerancias, etc. (Heller, 1992, págs. 39-95)  Como podemos ver, la vida cotidiana es donde somos y hacemos historias muchas veces sin pensar.

En la nueva reforma curricular, se nos habla de ella, de su valor para poner en práctica los nuevos sentidos educativos, que se van reconociendo y apropiando en la práctica misma ante la velocidad de la implantación.  Es así como en un Libro sin Recetas para la Maestra y el Maestro, Fase seis, tenemos un apartado que aborda este concepto con la pretensión de conectar las ideas educativas del nuevo curriculum con el trabajo concreto de las y los profesores en las aulas, a su vida cotidiana.

El apartado (Dirección General de Materiales Educativos, 2023, págs. 93-116) inicia con ideas que expresan la realidad acelerada que se vive, las transformaciones que no dejan espacios de vida asépticos de ellas; la incertidumbre, la agudización de viejos problemas y emergencia de nuevos, definitivamente nos colocan en un esfuerzo de cambio y adaptación insólito a todas las generaciones en proceso, infancias, adolescencia, juventudes y la creciente cifra de personas mayores.

Ante tal contexto, se nos plantea la necesidad de cambiar hacia una educación que nos posicione críticamente frente a estas realidades y ofrezca una formación para la mejora social que se necesita; se argumenta que tal finalidad sólo será posible si nos alejamos del discurso economicista dominante que a su paso dejó una formación individualista que separa y aleja de la vida comunitaria. Por tanto, ahora no se tratará de seguir los dictados de las fuerzas que cruzan el mundo globalizado, sino de partir de nuestras raíces culturales, por ello, se enfatiza la importancia de una relación local-global, es decir, que, con esta educación, nos moveremos nosotros hacia el mundo y así, desde esta noción comunal, dinámica, participativa, inteligente y humana, integrarnos al desarrollo del mundo.

Como toda propuesta curricular, sitúa en el perfil de egreso las finalidades educativas que deberán ser encarnadas por la variedad de alumnos de la educación básica mediante el tenaz proceder didáctico de los docentes, ordenado por sentidos y lógicas concretas de enseñanza-aprendizaje que sucederán en los espacios áulicos, escolares y comunitarios.  Este ambicioso proyecto educativo, tendrá como escenario los aquí-ahora propios de la cotidianidad escolar, por lo que se vincula de facto, con vida cotidiana con en comunidad pues dice: “En esta perspectiva es que ubicaremos el saber, el estudio y la comprensión de la vida cotidiana como un regreso a privilegiar a la comunidad y sus representaciones del mundo social” (Dirección General de Materiales Educativos, 2023, pág. 94)

Resulta importante entonces reconocer cómo se conceptualiza la vida cotidiana en el contexto de la NEM. Un breve punteo de las ideas puede ayudar.

·       Vida cotidiana como las acciones y situaciones que se viven en comunidad y que son importantes por aportar elementos identitarios que argamasan la diversidad de individualidades que ahí coexisten.

·       Vida cotidiana como un orden que propicia crecimiento y desarrollo según sean sus contextos.

·       Vida cotidiana como lo normalizado, lo familiar, lo habituado, y que, por ser así, exige atención para identificar lo que acontece y que propicia una multiplicidad de percepciones que necesitan ser reflexionadas para encontrar elementos en común.

·       Vida cotidiana se comparte con otras personas, con quienes convivimos, construimos relaciones, y son importantes; los otros aportan su individualidad a la comunidad, y los rasgos identitarios comunes nos hacen únicos, permiten relacionarnos desde lo que no es común. Este reconocernos en un nosotros, favorece crecimiento y desarrollo que nos hace parte de las sociedades globales del siglo XXI.

·       Vida cotidiana permite coincidir en una forma de lenguaje, compartir símbolos, prácticas y sentidos que favorecen esfuerzos colaborativos y esto, propicia evolucionar como grupo identitario diferenciado de otros grupos. Este lenguaje compartido da lugar a una comunicación entre iguales y diferentes, buenas relaciones, interacciones en los diversos ámbitos de la misma convivencia; la comunicación nos humaniza.

·       Vida cotidiana es la gama de aconteceres que se viven juntos.  Estos aconteceres son propios de la lógica cultural de cada comunidad, misma que depende de sus tiempo y contextos y se soporta sobre narrativa socializadas no necesariamente compartidas por los integrantes.

·       La vida cotidiana es una construcción social de significados que buscan representación compartidas mediante diálogo e interacción de sus actores que propicie miradas críticas, evitando los prejuicios, dogmatismos y visiones maniqueas de la realidad. La reflexión de la vida cotidiana amerita información precisa, útil que ayude a que emerja de la duda y arribe a una postura que coadyuve a la mejora de la convivencia.

·       Por tanto, la vida cotidiana del aula, será el mejor espacio para desarrollar proyectos educativos que vinculen la realidad social con los propósitos formativos, se contextualicen, adquieran sentido y resignificación, es decir, se reconozca lo que existe, se deconstruya para reconocer contradicciones con la realidad y volver con lo nuevo, a la realidad con otra postura frente a las necesidades sociales.

·       En la vida cotidiana se da el encuentro de lo inmediato, con el acontecer del mundo global, por tanto, se enfatizará la glocalización, que se plantean como miradas sobre la realidad social, pero desde la vida concreta, para de tal percepción construir proyectos educativos y desde estos reconocer los procesos globales de orden sociales, económicos, políticos y culturales, pero ahora, abordados desde lo local.  Los proyectos educativos serán la estrategia para desarrollar una mirada crítica, siendo la estrategia el reconocimiento de problemáticas, su deconstrucción y reconstrucción.

Podemos leer ideas frías, diría Zemelman, sin sujeto.  Por otra parte, las ideas son un tanto románticas, propias del deber ser, que terminan en una conexión mecánica con la didáctica por proyectos.  En esta argumentación fue interesante encontrar citas de Hugo Zemelman:

En la página 95:

“El docente ve todos los días a veces de manera muy nimia. Nimia o rutinaria. Cuidado con lo nimio o lo rutinario, porque es lo ya construido, desde lo cual está construyendo algo diferente, para retomar lo que dicen los filósofos de la construcción. Sin duda, mi planteamiento supone una conciencia. Pero, cosa curiosa, aunque esto podría ser paradójico, supone la necesidad de conciencia. O, para decirlo de otra manera, supone conciencia de la necesidad de conciencia; aunque no se tenga conciencia, es un paso con respecto a aquello de lo que ni siquiera tienen conciencia de que no tienen conciencia.” (Zemelman, 2006, pág. 86)

En esta primera cita, Zemelman nos avisa que la vida cotidiana es un lugar donde nos enfrentamos a lo construido y que ahí tenemos una participación, consciente o no, que, por estar ahí, desplegando el rol personal, profesional, social, ineludiblemente construimos esas realidades, por ello, nos habla de la importancia de desarrollar conciencia de tal necesidad de conciencia.

En la página 99

“La realidad es un conjunto de situaciones que resultan de la relación entre sujeto y sus circunstancias, pero también son las necesidades que conforman esos actos de vida como espacios de conciencia de lo cotidiano. Tener conciencia de lo cotidiano es querer ser con los otros, sin los otros, en contra de los otros, a pesar de los otros, de manera que el sentido de nombrar es parte del querer y poder hacer; con lo que significar lo cotidiano forma parte de lo político; ese espacio de realidad en el que el sujeto puede asumirse como sujeto. De ahí que nombrar lo cotidiano se corresponde con una voluntad de sentido para construir espacios de relieve. Como se ha dicho, “lo político... como experiencia viva, como hecho que se da a cada instante junto a nosotros... [en consecuencia] preguntarse algo acerca de lo político es como preguntarse por una función vital... [porque deviene] en una realidad de cada instante, un hecho inevitable que se realiza en el vivir del hombre con la espontaneidad y vigor de los hechos fisiológicos, y aun como la necesidad que a éstos caracteriza.” (Zemelman, 2012, pág. 57)

En esta segunda, Zemelman insiste en la conciencia de lo cotidiano, es el espacio de la convivencia, con todas sus complejidades, pues la vida juntos es un espacio de fuerzas humanas, ahí se viven juegos de poder, se toman decisiones, se concretan situaciones, cambios para mejorar o retroceder, por eso en la vida cotidiana se decide la vida social, generamos fuerzas, las organizamos para vivir con cierto ordenamiento.

Estas dos citas colocan a la vida cotidiana como el espacio donde se tiene el eterno desafío de ser conscientes del complejo acontecer que cuaja en cada uno de sus instantes, pues ahí, en cada acto, por más pequeño que sea, somos creadores de la realidad en la que estamos inscritos y donde necesitamos desarrollar nuestro potencial, reconocer y estimular esa demasía de sentido que somos dada nuestra humanidad, que no siempre está disponible, pues siempre se enfrenta a contextos adversos que imponen una racionalidad instrumental, eficiente, seductora que nos ofrece seguridad bajo el costo de perder autonomía.  

¿Y quién es Hugo Zemelman Merino para responsabilizarnos de tal construcción?  Estamos frente a un intelectual chileno (1930-2013) cuya amplia bibliografía se acota en lo que llamó Epistemología del Presente Potencial y en la cual hace una defensa apasionada sobre la necesidad de favorecer en los seres humanos, formas de razonamiento atentos al dinamismo de la realidad.

Zemelman, siempre que tuvo oportunidad, aclaró que su epistemología se orientaba hacia el problema del ser humano para construir una relación consciente con la realidad que lo circunda. Su epistemología se centra en el desafío humano de reconocer las epistemes que ordenan nuestras formas de vivir, de percibir y pensar el mundo, entendiendo por episteme a esas lógicas que regulan la vida social, que si bien son necesarias para la convivencia, igual tienen el poder de instalarse sin ser reflexionadas  y orientar nuestros hacer, pensar-sentir,  al grado que pueden llegar a tornarse aprisionamientos de los procesos de autonomía y creación impidiendo una ampliación de la subjetividad humana. 

Por tanto, el centro de la epistemología zemelmaniana, es el sujeto pensante-sintiente, cuya conciencia de su conciencia, propiciará pensamientos, sentimientos, prácticas y experiencias que abonen zonas germinales de la realidad que necesiten impulsarse según sea la capacidad de proyecto de los sujetos, contextos y coyuntura para realizarse, pues nada sucede por voluntarismo. (como parece ser la implantación de la NEM)

En sus libros y diversas conferencias, insistió en el poder humano para hacer y hacerse de sentido frente a la complejidad de la existencia que nunca nos faltará.  Para ello, hace falta movilizar la forma de pensar predominante estimulada por el pragmatismo, la eficiencia utilitaria en costos y tiempos, demarcados por una cultura tecnológica de nuestro tiempo social y en contra parte desarrollar formas de razonamiento crítico, entendiendo por crítica esta capacidad de pensar captando la potencialidad de lo dado (Zemelman, 1996, pág. 47), es decir, la capacidad de problematizar, abrir, diseccionar esas lógicas presentes que nos rigen y reconocer coyunturas, zonas donde hacer algo distinto que reordene de mejores maneras, la complejidad presente.

Para ello, nos solicita reconocer esta forma de pensar teórica que nos domina para explicar algo, y sugiere un pensar teórico como mirada, y para ello, necesitamos abrevar de varias posturas sobre esa misma realidad, y con ellas, reconocer diversos ángulos, dimensiones, ritmos, tiempos de un mismo fenómeno y captar una articulación de procesos en movimiento, una especie de totalidad que sigue abierta y en movimiento (Zemelman H. , 2011). A esto proceder problematizador, le llama pensar categorial.

Un uso de la teoría con tal sentido, permite leer la realidad sedimentada, en la que se van cuajando fuerzas que presionan hacia ciertos sentidos; estos reconocimientos reactivan dimensiones humanas adormecidas por la tecnologización de la vida, como es lo ético, el asombro de comprender por qué pasan cosas, se siente deseo de hacer algo, se rescata la voluntad, el sentido, la necesidad de más lenguaje. Al mirar y comprender lo antes no se sabía, emerge responsabilidad personal, se genera una implicación en la vida compartida con los otros, dando lugar a una participación diferente, a la gestación de una historia más consciente.

Formarse en esta racionalidad crítica aleja de una noción de historia naturalizada, para comprenderla como creación de los seres humanos de carne y hueso, personas que se asumen así mismas, que saben que, si buscan su mejora continua, serán capaces de trasgredir los límites de su propia conciencia y perfilar nuevos horizontes de experiencia. Se trata “Romper con la inercia interna del pensamiento y con el cerco forzado por sus parámetros…” (Zemelman, 2002, pág. 25)  Se busca el auto rescate de sí mismo, estimular actitudes y voluntad para ubicarse frente a la realidad cotidianidad de su vida y actuar en ella preguntándose por la pertinencia de sus actos.

Zemelman en sus escritos, habla un sujeto social que se asume como constructor de sí mismo, alguien que comprende que en la medida del florecimiento de su subjetividad, será capaz de construir una más consciente desde la cotidianidad de su vida (Zemelman H. , 2000) Su discurso sobre el sujeto no es romántico, sino que plantea con rigor cada uno de los desafíos intelectuales, emocionales, culturales, políticos que inevitablemente tendrá que enfrentar y resolver si es que tiene este anhelo de ser constructor consciente de la historia que sus prácticas presentes ya fraguan. 

Especialmente en sus conferencias confronta a los asistentes, pregunta inquisitivamente ¿Usted sabe por qué piensa cómo piensa? ¿Usted puede decir qué tiempo social vive? ¿Usted sabe qué pedagogía necesitamos para formar sujetos que se piensen así mismos y la realidad que los circunda? Preguntas para públicos formados por maestros, pues los últimos años de vida, se vinculó con espacios formadores de profesores.

Cuando Zemelman plantea que la realidad se construye desde la cotidianidad de la vida, aclara, que una construcción alternativa a la que domina, no se logra con imposiciones, con actos de poder repentinos, pues en la cotidianidad, dada su estructura jerárquica, su lógica económica y pragmática, es el lugar más resistente al cambio.  La vida cotidiana tiene una lógica, una cultura, rutinas, hábitos, un modo dado de construir historia consciente o no, por lo que un nuevo proyecto será como horadar una piedra gota a gota.  Los proyectos alternativos afectarán las habituaciones cotidianas y por ello, necesitan tiempo, tolerancia, pues es mucho lo que hay reconocer como colectivo, pensar las nuevas ideas, madurar, para finalmente modificar decisiones, negociar la vida que se comparte. Construir desde la vida cotidiana, exige tesón, voluntad, tiempo, y mucha esperanza.  Por tanto, podemos considerar que existen espacios de vida cotidiana que no están preparadas para ciertas transformaciones, que hay que preparar el camino para lograr modificaciones.

Esta advertencia, nos permie comprender por qué algunos colectivos, o algunos profesores se sienten listos para reajustar su vida cotidiana ante los dictados de la NEM, pero muchos otros, se resistirán, defenderán sus ritmos de vida cotidiana.  Como vemos, la concepción de vida cotidiana que se nos brinda, no problematiza esta situación, la ignora al darnos un discurso instrumental, sin sujetos, quienes sólo reciben el dictado de las nuevas tareas. De entrada, sabemos que el magisterio no solicitó estos cambios ¿están listos para vivir una aventura no deseada?

Es probable, que muchos de nosotros, atrapados en los sentidos de la racionalidad instrumental que hoy domina, no puedan reflexionar la episteme de poder institucional que se impone, y mediante ese echaleganismo simplista, práctico, responda a las exigencias dando lugar a transformaciones de forma.  Otros, intentando responder al desafío, se esforzarán por reconocer los nuevos sentidos en una realidad educativa que no ha sido preparada para tales ajustes, generando, desgaste, malestar, molestia.  Y tendremos a quienes, por salud mental y física, ni siquiera lo intenten, simplemente se preocupen por buscar formas de evadir y sigan con las viejas dinámicas de su vida cotidiana que dominan.

Toda reforma curricular necesita del protagonismo docente en los espacios cotidianos donde son quienes saben cómo resolver su puesta en marcha, ahí se es educador. Sin embargo, no se le piensa con esa autonomía real que ejerce durante su docencia, independientemente si ésta es pertinente o no tanto; su protagonismo, su capacidad de ser sí mismo y cómo serlo se despliega ahí, y esto se le niega y se le reduce a un ejecutor dándolo los materiales e indicándole los nuevos modos didácticos, lo cual riñe con su actuación definida por la lógica de su vida cotidiana. ¿Alguien se ha preguntado por conocerla y generar desde esta vida cotidiana los cambios que se piensan importantes y que los docentes desconocen?

El protagonismo docente en la vida cotidiana es real, y para engrandecer este protagonismo, necesita de un pensamiento enriquecido, flexible, atento a la realidad que vive en tiempo presente, pues como protagonista de ese mundo, le toca realizar una educación cada vez más exigente y atenta a las necesidades de las nuevas generaciones. ¿Qué necesita para fortalecer su protagonismo? Una pedagogía en la formación de profesores que favorezca una racionalidad que no lo encierre en conceptos, sino que lo haga visitar conceptos sin perderse en ellos; una formación que le permita reconocer los límites de lo que sabe hacer y disponerse a hacer los cambios de los que sea capaz de mejorar; una formación que le permita gestionar la duda, las preguntas, la incertidumbre, pero especialmente, una formación que sabe necesita y la busca, la vive en su misma cotidianidad.

Educadores de este protagonismo autoformativo, se darán permiso así mimos de moverse y al hacerlo, construir otros procesos educativos cada vez más pertinentes para los otros, quienes estan bajo su responsabilidad y de esta forma, la transformación de la vida cotidiana donde existe con los otros, será dinámica en medio de sus lógicas estructurantes, mismas que vivirán procesos de inestabilidad regulables, manejables, comprensibles, será “ un querer ser en las circunstancias, a un deseo de vida consciente, un sumergirse en lo dado para saberse y desde allí mirar lo que nos rodea” (Zemelman, 2012, pág. 56) y optar por sentidos con los que sabe comprometido 

Con todo lo dicho, ya vemos que el concepto de vida cotidiana, es primordial para comprender los cambios de la realidad social. Que nuestra vida docente se desarrolla ahí y en ella, tejemos la historia educativa, misma que en la construcción que vamos realizando, nos asalta por no estar haciendo de ella un espacio más consciente y dirigiéndola con más sentido.  Decirnos que la vida cotidiana se vincula con la comunidad, que esto basta para cambiar la didáctica disciplinar por otra basada en proyectos no es suficiente.  Sabemos que la vida escolar se enclava en el seno de la comunidad, con cada niño, ésta entra, y con ellos, la escuela sale, que las vidas cotidianas de estos dos espacios se entrelazan, se afectan.

Problematizar la vida cotidiana escolar desde la epistemología zemelmaniana, abre esperanza. Problematizar desde estas ideas, exige formación, cultura pedagógica, darse permiso de fracturar ideas y construir otras, pero siempre es tiempo para iniciar el desafío de hacer florecer nuestra subjetividad docente. Los educadores, tan sólo somos personas senti-pensantes, comunes y corrientes, pero capaces de construir lo esperanzador, porque la educación es una promesa de futuro y nosotros somos los protagonistas de sus transformaciones desde la vida cotidiana, si es que asumimos el reto de ser protagonistas de nosotros mismos.  Hay que seguir pensando estos asuntos alentados por esta idea:

“El hombre no es heroico ni sólo constructor, también presente el rostro del egoísmo, la mezquindad y su enorme capacidad de indiferencia destructiva. De ahí que cualquier discusión acerca de su potenciación exige, para no incurrir en el simplismo de un ingenuo romanticismo, hablarle a todo el hombre, tanto a sus ángeles como a sus demonios, a su fuerza para elevarse y también a sus derrotas en las penumbras.” (Zemelman, 1998, pág. 9)

 

Fuentes consultadas:

Dirección General de Materiales Educativos. (2023). Proyectos educativos y vida cotidiana. En Un libro sin recetas para la maestra y el maestro (págs. 93-116). Secretaría de Educación Pública.

Heller, A. (1992). Historia y vida cotidiana. Grijalbo.

Zemelman, H. (1996). Problemas Antropológicos y utópicos del conocimiento. Colegio de México.

Zemelman, H. (1998). Sujeto: existencia y potencia. Anthropos.

Zemelman, H. (2000). “La historia se hace desde la cotidianidad”. En El fin del Capitalismo Global. El nuevo Proyecto Histórico (págs. 153-165). Océano.

Zemelman, H. (2002). Necesidad de conciencia. Anthropos.

Zemelman, H. (2006). Los desafíos actuales del magisterio. En H. Z. Sollano, La labor del maestro: formar y formarse. Editorial Pax.

Zemelman, H. (2011). Pensar teórico y pensar epistémico. Los desafíos de la historicidad en el conocimiento social. En H. Zemelman, Configuraciones críticas (págs. 212-228). Siglo XXI.

Zemelman, H. (2012). Pensar y poder. Razonar y gramática del pensar histórico. Siglo XXI.

 

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