El tiempo que ahora vivo, tan acelerado, me impedido escribir algo en tiempo presente, y no puedo posponer más esta escritura, así que volví a un viejo escrito -nunca publicado-, sobre la obra de Hugo Zemelman, lo que pensaba de ella hace ya 12 años, ideas que entregué a Zemelman en una visita a Mexicali, nunca supe si lo leyó o no, lo cual no me importa mucho, fue un escrito sin mucha pretensión, solo ordenar mis ideas y situarme mejor en una obra apasionante, encontrando ahí mi propio estímulo y sentido. En estos días de recuerdo por su fallecimiento apenas hace dos años, comparto la introducción. La parte que sigue creo que merece actualizarse, pues ahora, tengo otro dominio de la obra y amerita una reescritura, pero la introducción me sigue pareciendo pertinente.
EL HUMANO COMO
HONTANAR DE LA HISTORIA. El valor pedagógico de la Epistemología del Presente Potencial de Hugo Zemelman. (Documento de Trabajo)
Luz Divina Trujillo[1]Octubre de 2003
...yo
no haré más que interrogarle, sin enseñarle
nada (...)
en una palabra haciendo otra cosa que
preguntarle
lo que piensa.”
Introducción.
Este escrito tiene la intención de compartir la experiencia, que como
persona y como docente se ha generado en la convivencia con la obra de
Hugo Zemelman Merino, autor cuya producción nos invita a reflexionar sobre los
desafíos que tiene el sujeto de hoy para colocarse como actor social en la
definición de futuros. Se pretende que al recuperar por escrito el vivir y
sentir de esta experiencia no se descarne de las impresiones, las sorpresas y
los asombros al leer-sentir ideas que provocan la necesidad de pensarse como
ser sujeto y que además se dé el reto intelectual de cruzar el puente de lo
privado a lo público logrando un nivel de significación que propicie en los
otros actos de lectura que les hagan reencontrarse con sus propios caminos de
experiencia y de sentido.
La idea central de este trabajo consiste en sostener que este autor
ejerce una paideia socrática[3] sobre
aquellos que optan viajar por sus ideas, que desde su
escritura genera una fuerza que inquieta y provoca en sus lectores/as un deseo
por autorreconocerse y autorreivindicarse en el reto de recobrar su lugar como
sujeto social. Se pretende en este sentido, resaltar que en la obra
Zemelmaniana se contiene una dimensión pedagógica que insta al sujeto a
formarse para recuperar y ocupar su lugar social desde la apropiación de su
existencialidad, de vivir-creciendo con dignidad por la
Historia.
¿Por qué hablar de Hugo Zemelman desde este lugar? En primer lugar
porque es una propuesta que aborda el problema de lo humano/a, de un modo epistemológico
enfrentando la complejidad desde la cual nos invita a pensar en su
multidimensionalidad para construir conceptos pertinentes y abordar de manera
menos sesgada e instrumental el problema de la formación humana, y esto desata
fuertes impactos en el campo de la educación. Una segunda razón la
situamos en su lenguaje, desde donde ejerce un poder, una fuerza que interpela
a quienes lo leen pero sin reducirlos ni anular su capacidad de pensar y de
sentir, sino que provoca y desafía estas capacidades tan mermadas por las
dinámicas actuales del contexto socio-histórico.
Su manera de decir su decir, nos coloca en la exigencia de
pensar-sentirse. ¿Cómo lo logra?, al presentarnos un lenguaje
comprometido y apasionado pero abstracto[4] por
tanto, complejo[5] pero no por ello ajeno y
distante del sujeto, sino por el contrario, es un lenguaje que se ofrece
paciente, persuasivo y respetuoso a los procesos de significación de cada cual,
para dar lugar a nuevas ideas, emociones, sentimientos que desordenan los modos
estandarizados de relacionarse con el mundo. Se está ante un
lenguaje con un afán de compartir su mirada sobre problemas de competencia de
todos los latinoamericanos desde un decir sincero y provocador por su incesante
abrirse para ser significado sin agotarse en su signos,[6] donde
el lector vive la oportunidad de recuperar su capacidad de palabra. Así,
desde este decir que desafía a nuestras estructuras racionales, se percibe y
siente a un autor que busca dialogar sobre asuntos impostergables, y en este
esfuerzo, lo vemos reencontrándose consigo mismo,[7] ya
que al compartir su necesidad de decir, nos deja percibir en qué consiste el
desafío de ser sujeto y nos recuerda ese viejo deseo adormecido, refugiado en
algún lugar de nuestra memoria.
Sin embargo, el reconocer la riqueza potencial contenida en su
escritura, también debemos saber que esa cualidad se torna un problema al
momento de ser leída, ya que su lectura propicia experiencias cargadas de
interrogantes y vicisitudes que sacuden el mundo íntimo de los
lectores/as. En este sentido, es frecuente encontrarse con personas que
preguntan: ¿qué dice aquí?, ¿por qué puedo leerlo y siento que entiendo algo,
pero después las ideas se resisten en convertirse en lenguaje?, ¿por qué unas
páginas me han costado horas de lectura? ¿por qué en medio de su lectura de
repente me encuentro pensando en algo muy propio, de mí mismo?, ¿por qué no
tengo lenguaje para decir ese pensar-sentir?, ¿por qué estas ideas a veces me
animan, me entusiasman, pero otras me reclaman, me exigen o me conmueven en lo
más hondo provocando el deseo de cambiar algo en mí y en mis circunstancias?
¿por qué me molesto cuando no logro apropiarme de esas ideas desde mis saberes
y deseo alejarme de su lectura?, ¿por qué me ofende o me molesta ese modo de
escribir y lo califico de reiterativo, vacío, sin sentido para mí?, ¿por qué
tenemos que leer a este autor?, ¿con que derecho escribe así y me hace sentir
mal?, ¿no podría escribir de otra manera? Preguntas todas que en el fondo encierran
un para qué del tal esfuerzo, un para qué difícil de responder porque en el
fondo es un para qué de cada quien, donde a veces no hay manera de
responderlas.
Las exigencias de leer un texto epistémico como éste, no son
sólo de tipo cognitivo, sino que demandan otras cualidades que ejerciten la
razón y la pasión a fin de sostenerse en un constante reencuentro con las ideas
cuyo carácter abstracto nos sitúa siempre en nuestros límites de significación
y provoca a cada uno/a un nuevo acto de re-lectura generador de nuevas imágenes
que desatan otros significados cargados de emociones y por tanto, nuevos
desafíos en el modo de reflexión. Este ejercicio recupera la
capacidad pensantes y sintiente, y esto aviva en cada
quien eso que afirma Bachelard cuando dice que si somos capaces de
insistir en una obra es porque nos concierne.[8] ¿Entonces
de qué nos habla?
Las páginas de sus libros están cuajadas de ideas que inquietan el
espíritu pues son elaboraciones discursivas abiertas que hacen un llamado a todas
las dimensiones humanas, por tanto interpela y provoca el deseo de
adentrarse por los misterios de esas ideas dejando asomarse las propias, lo que
anima a sacudir el sistema de inercias que impiden ser, pensar y sentir en
toda nuestra potencia. Así, al leer esta obra nos reencuentra un
anhelado deseo de libertad [9] y la necesidad de
derribar los límites que impiden avanzar en ella sin atemorizarse, de estimular
el deseo y necesidad de un pensar-sintiendo-haciendo para asumir
responsablemente ser hombres y mujeres que se construyen historizándose,
recuperándose desde esfuerzos de “...conciencia y de voluntad para reconocer y
saber utilizar los espacios de autonomía entre lo que se es y lo que se puede
ser.”[10]
[1] Docente de la Maestría en Educación
Campo Formación Docente, de la Universidad Pedagógica Nacional,
Unidad Mexicali, México.
[4] “...lenguaje de pensamiento de naturaleza
constitutiva que no se identifique con el lenguaje de comunicación. Es el
lenguaje de significantes como propio de la razón abierta, o pensar
parametral.” ZEMELMAN,
Merino Hugo. Sujeto: existencia y potencia. Anthropos y COLMEX, España,
1998, p. 57.
[5] “...¿Qué se podrían decir las cosas de otra
manera? ¡Qué las diga el que pueda!... su urticante estilo convoca al debate,
la crítica, la discusión apasionada e ineludible...” Horacio Cerutti Guldberg
al prologar el libro: Necesidad de conciencia. Un modo de construir
conocimiento de Hugo Zemelman.
[6] Cfr. LEVINAS, Emmanuel. “La sinceridad del
decir”. En Dios, la muerte y el tiempo. Cátedra, Madrid, 1998, p. 227-231.
[7] “a través del cuidado del otro se tiene la
oportunidad de reencontrar la dignidad y el respeto hacia uno mismo...
Tzvetan Todorov.” Citado por ZEMELMAN,
Hugo en Necesidad de conciencia. Un modo de construir conocimiento. Colegio de
México, Anthropos Editorial, Escuela Normal Superior de Michoacán, Universidad
Veracruzana, España, 2002, p. 33.
[9] Libertad que es “... a la vez liberadora
y avasalladora, excitante y traumática, afirmativa y destructiva”. LACLAU, Ernesto. “Más allá de la
emancipación”. En: Emancipación y diferencia. Ariel, Argentina, 1996, p. 40.
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