martes, 26 de mayo de 2020

"Para volver a vivir, es preciso no pensar demasiado en la herida."



Boris Cyrulnik. Los patitos feos. La resiliencia. Una infancia infeliz no determina la vida. Traducción de María Pons Irazazábal. Edición digital, abril de 2013, Penguin Random House Grupo Editorial,S.A.U. Barcelona.

Ya casi al final de su libro escribe: “Cuando la herida está abierta, la negación es una tentación. Para volver a vivir, es preciso no pensar demasiado  en  la herida”  y terminé el libro con cierta angustia.. ¿por qué?

Habla de niños y cuando digo niños, pienso en mis hijos, pienso en la enorme cantidad de alumnitos que han pasado por mi vida y yo, por la vida de ellos y me que preguntando: ¿Tuve esa frase, esa acción, esa actitud que mis alumnos, mi hijo, mi hija necesitaban y les ayudó en su autotransformación, a orientarse hacia una mejor de versión de sí mismos pese a la adversidad que percibieron alrededor suyo?

Y es que hay tanto que puede lastimar a un niño; desde su presencia en un contexto adverso, pues como leí en el libro, a veces “...volver a casa no es volver a la dulzura del hogar...” sino a un lugar de agresión que tortura hasta la médula, o dejar llorando a nuestros hijos porque vamos al trabajo, y se sienten igualmente abandonado, y aunque no son las mismas causas, afectan... y así, en esos pequeños o nefastos actos, se da el proceso de adaptación que los niños necesitan en la vida social, y a veces, no lo hacemos bien por miles de razones y se les van  abriendo heridas, dejando huellas mnésicas de un sufrimiento, que si no se trabaja bien, traumatiza (pensé en mi propia historia infantil), y sí, así sucede... en la infancia vivimos heridas que dejan cicatrices, huellas de un sufrimiento que a veces aparece y otras no como bien dice ““Una herida precoz o un grave choque emocional dejar una marca cerebral y afectiva que se mantiene oculta bajo la reanudación del desarrollo"... Ahí sigue, pero depende entonces de los procesos de resiliencia para continuar, no quedar paralizados.

Boris Cyrulnik se pregunta ¿Por qué en el hombre un determinismo ha de ser una fatalidad? esto es, ¿eso que nos pasó en la infancia tiene que determinar un destino de desgracia, de dolor intermitente en cada etapa de nuestras vidas? Y a lo largo de su libro, va dando una serie de reflexiones, argumentos muy sólidos para ayudarnos a comprender que si bien existe un pasado doloroso, somos un proceso, y que seguimos construyendo vínculos con los demás donde podemos encontrar a otros que nos ayuden a mirar dentro de uno mismo y a invitarnos a continuar con nuestro desarrollo, pero ahora desde la fuerza que nos aportan los propios recursos internos en medio de los externos (los que hubiese).  El problema, es que esto depende (y aquí mi angustia de madre)  si en la primera infancia estuvieron rodeados de padres firmes, capaces de aportarles seguridad, confianza, le llama él "un buen apego", contar con recursos externos sociales y culturales favorables.  En su libro, va describiendo cómo son estos procesos "resilientes de la primera infancia, les habilita para experiencias adversas, les ayuda a poner en actos sus estrategias para trabajar lo que les afecta y construir un relación más sana para su desarrollo personal y social.  

Divide el libro en dos partes, "La oruga" y "Metamorfosis", en la primera nos hace ver cómo los niños pueden ser resilientes desde sus primeros meses y la segunda, como, quienes tuvieron esta posibilidad, pese a que vivieron fuertes agresiones, fueron lastimados (hay tantas formas desafortunadamente: agresión física, psicológica, sexual, el abandono, la miseria, la guerra, tantas...) , en medio de esa adversidad, pueden guardar un deseo de amor, lo fraterno del encuentro,  y dejarles "rescoldos de imágenes tiernas" que se les instalaron en algún momento de una caricia, en el buen trato, y que eso resurge y les puede salvar la vida. Estos rescoldos, son una matriz de resiliencia, que se torna en seguridad de sí mismo para no victimizarse y hacer algo para aprender de su dolor, trabajarlo y dignificarse así mismo transformándose, moviéndose, continuando con la vida desde sus mejores opciones.  

Boris Cyrulnik, va insistir en que quienes nos dedicamos a convivir con niños que tratemos de relacionarse de un modo más empático con ellos: “Ya no se trata de hablar de degeneración cerebral, de paralización del desarrollo en un nivel inferior, de su regresión infantil o de inmadurez, sino más bien de tratar de comprender la función adaptativa momentánea de una conducta y la reanudación de su evolución, que es posible cuando han propuesto guías de resiliencia internos y externos adecuados.”

Y esto, invita, como padres, como docentes, a pasar por la vida de ellos, siendo esa persona que a veces sin saber lo que les ha pasado, seamos alguien que escucha y favorece la continuidad de su vida, la que le toca sortear en las buenas y en las malas, desde sus propios recursos, pero con dignidad y valentía.

Me quedé pensando... creo que he hecho de la lectura una elemento de resiliencia en vida... pues como dice nuestro autor, cada uno construye las formas de metamorfosear sus traumas... Me ha encantado este libro, y pienso que es una lectura obligada para padres y maestros, sé nunca es tarde, pero como me hubiese gustado leer esto, cuando nació mi hija y cuando me hice madre de un hermoso niño que no nació de mi cuerpo, quien llegó a mi vida a los 4 años, cuatro meses, algo herido, lastimado, y me duele pensar si fomenté ese apego que paliara y le ayudará a continuar su desarrollo, que en ese momento venía algo disminuido, pu caminar en la vida. No lo sé, pero siempre le he dicho, y hace poco, ya en los 22 años, le vuelto a decir que si bien no nación de mi cuerpo, nació de mi corazón y que haga lo que haga, siempre será mi hijo, y que nunca dejaré de insistir en un  "amor responsable" hacia él. 

Pienso que Boris Cyrulnik debería escribir sobre la adopción de niños con sus "almas heridas", es toda una experiencia llena de incertidumbres, y necesita padres resilientes, definitivamente. Dios, en medio de mis ignorancias espero haber hecho bien mi tarea de madre... y si no, el camino sigue para continuar, para tratar de mejorar... Es un libro que ayuda a ver la vida como camino, así, que a seguirle.

Quedo invitada a continuar con: "Las almas heridas" y "La psicoterapia de Dios"... Ya los tengo listos.










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