miércoles, 29 de diciembre de 2021

Vivir hoy día entre lo real y lo virtual ¿Es una amenaza o una oportunidad para lo humano?

 Byung Chul-Han. No-cosas. Quiebras del mundo de hoy. Penguin Random House Grupo Editorial España, 2021. Edición Electrónica.

 


Este libro me hizo recordar que hace unas tres décadas, tenía tendencia a leer libros de este tipo, libros que hablan de que algo mal estamos haciendo. En aquel tiempo era contra el sistema económico, las políticas en boga, la hecatombe del mundo si no hacemos algo, etc., etc., se nos vendría abajo; en ese tiempo, era aún algo novata en esto de ser maestra en educación superior, y necesitaba argumentos para convencer de algo a mis alumnos de pensar en cambiar y formarse de un cierto modo, en este caso, desde enfoque de la maestría a la que estaba llegando.

Con el tiempo, leí, leí más, me informé, y sobre todo, me tomé en serio el enfoque de la Epistemología del Presente Potencial, con la que aprendí y comprendí la importancia de conocer el tiempo presente como una construcción histórica, y que en la medida en que me situara en mi propio tiempo, reconocería a la vez, fuerzas nacientes de construcción futura; comprendí que era importante leer la realidad en germen y entonces comprometerme con proyectos que los hicieran realidad, poniendo en acción esta idea de que la historia se construye desde la más cotidiana-cotidianidad. 

El enfoque, en lo personal me ayudó a tener una mente más abierta, luchando contra mis propios dogmatismos formativos, y fue muy, pero muy difícil hacerlo, pero algo tenía la lectura de Hugo Zemelman que por más dura y compleja que me resultaba, sabía que era buena para mí, y lo mejor, no me exigía fidelidad, al contrario, me exigía leer y leer de todo lo que pudiera, pues comprender mi tiempo presente no es asunto de un enfoque, sino de todos los posibles a los que yo pudiese acceder. Y así lo hice, y lo mejor, lo sigo haciendo ya alejada de la docencia universitaria.

Así, que ahora, cuando me encuentro con libro que nos dice que el mundo presente está destruyéndonos, que está acabando con lo que antes era bueno, y que ahora se nos sumerge en un estado de pérdidas, pues me resisto a esas ideas y defiendo la construcción de la historia ¿cuál? esa que en nuestra ceguera o luminosidad intelectual podamos construir, pues como seres humanos somos fuerza, potencialidad ¿hacia dónde? Ese es el misterio, se trata de apropiarse el presente y orientar futuros mejores.

Bueno, con esta aclaración, sólo diré que este libro, aunque he leído otros del autor, y que por esta tendencia no lo seguí más, pero al ver este nuevo material, lo revisé para ver sus nuevos argumentos, el título resulta atractivo.  

Tiene una forma de leer el mundo que se necesita respetar.  Así que me adentré por sus ideas, revisé y encontré que nos ve como consumidores de información y cosas no reales, atrapados en las realidades virtuales, dice que somos unos infómatas extraviados, que el mundo digital nos empequeñece, nos aturde la existencia humana con su ruido, su inmaterialidad, el desapego por las cosas privilegiando una memoria en la nube, donde guardamos videos, fotos y gran cantidad de información volátil, y que somos dominados por los datos, los algoritmos de la red.

La verdad, me pareció muy pesimista. Pienso que es una lectura del tiempo presente desde parámetros conceptuales que defiende lo sucedido tiempo atrás, me parece que utiliza un viejo paradigma de conceptos que lo anclan en una temporalidad ajena a la nuestra, y por ello, no puede mirar el movimiento de la realidad presente, que definitivamente, es dinámica, veloz, y esto la hace muy diferente a la que conocimos en dos décadas atrás, todo ha revolucionado, tenemos un tiempo espacio muy distinto donde se generan otras formas de existencia, otros modos de ser, estar, pensar.

Es un libro que se lee con dificultad pues se ayuda de Heidegger, Hegel, y otros filósofos (él es filósofo) y desde conceptos de estos autores, nada fáciles, nos explica este lastimoso proceso de pérdidas en el que estamos entrando.  

En lo personal pienso, que si es necesario reconocer qué estamos haciendo, qué problemas estamos generando, qué formas de subjetividad estamos desplegando, los problemas formativos que estamos enfrentando, y atenderlos.  Pero para hacerlo, necesitamos verlos como procesos del tiempo presente, reconocer sus tendencias, sus fracturas, sus posibilidades, como fenómenos de la realidad sociohistórica y prepararnos para vivirlos con un reencantamiento, con la sorpresa y animosidad que se necesita para construir la historia que se necesita, en esto, la lectura de Maffesoli ayuda mucho.

Diré, que si puedo rescatar algunos problemas que el autor plantea, como es esto de la abundancia de la información por el avance de las tecnologías, que esto de extraviarnos en medio de una información imposible de contener, de procesar y que termina en “fake news” no es bueno, pues al ser tanta y compleja, termina sólo en esa parte emocional y desde ellas nos domina, lo cual no es nada bueno.  Igual, tenemos el problema de nuestro desapego de las cosas que nos rodean, todo se torna volátil, no nos arraigamos, nos formamos comunidad con facilidad, y ni qué decir el empobrecimiento de nuestra capacidad de pensar el mundo ante la tendencia del facilitismo, lo simple, lo banal, porque tenemos mucho tiempo libre y buscamos más lo lúdico para utilizarlo…

Bueno, el libro, leyéndolo con cautela, sin dejarse atrapar el pesimismo, ayuda a plantearnos preguntas, problemas, retos formativos, porque si no tenemos este cuidado, terminamos pensando en que somos seres hacia la extinción… y eso, aunque es un futuro posible, necesitamos enfrentarlo aprendiendo a leer nuestro presente, a reconocer los problemas y prepararnos intelectual, política y socialmente para atenderlos, construyendo ese futuro digno que como humanos, pensantes, sintientes, merecemos.

lunes, 27 de diciembre de 2021

La narrativa de la revolución mexicana ¿por qué un mito oficial y no un hontanar de historias por develar?

 Schettino, Macario. Cien años de confusión. La construcción de la narrativa que legitimó al régimen autoritarismo del siglo XX. Ediciones Culturales Paidós, S.A. de C.V. México, Edición Electrónica de 2016.    

Soy profesora de educación primaria, formada en el normalismo de la década de los 70s, (hoy, jubilada ya en plaza federal).  Inicio diciendo, que leer este libro ha sido un nuevo golpe a mi conocimiento sobre la historia de este país donde vivo y me jacto de ser mexicana, y digo nuevo, porque me pasó igual, cuando leí la Patria y la Muerte de José Luis Trueba Lara, quien de manera muy documentada, narra cómo se construyó nuestra idea de nacionalismo, y desde ese momento, aquellas narraciones de la revolución mexicana, las historias de los héroes que murieron por la patria, la verdad cayeron de mi gracia, dejando una atropellada idea de la historia oficial que nos ha hecho creer que somos de un cierto modo, cuando no es tan auténtico.

En esta barullo de ideas, ni por donde narrar la lógica de este libro.  Definitivamente, es un texto articulante de ideas sobre historia, sociología, economía, política de lo sucedido entre la primera década del siglo XX y su finales; obliga a cada uno adentrarse por su lectura, y desde sus conocimientos, habilidades e intuiciones, adentrarse por el denso recorrido de tantos sucesos que de diferentes formas y profundidades, han dado lugar a una historia, de la que definitivamente no sabemos nada, y solo se han divulgado aquéllos que por interés político se han magnificado ocultado “los otros datos” que impedirían la conformación del mito de la revolución mexicana, mito en el cual se sustentan fuerza de poder que han orientado la vida social, política, cultura, y económica de México. Y es así, la lectura de este libro va derribando ideas anquilosadas en la medida en que se explican. 

Por ejemplo ¿Qué aprendimos sobre Porfirio Díaz? Por todo eso que la historia oficial impone que aprendamos sobre él (como maestra yo he sido parte de esta exigencia de aprendizaje), hoy lo detestamos, lo reconocemos como un personaje que nos llevó a un estado de crisis que terminó en la Revolución.  Y Macario Schettino, con documentos, fuentes, datos verificables, nos cuenta que en el Porfiriato México vivió un desarrollo fuerte, que sí, centró en él, gran poder, y con esta fuerza política articulante, pudo controlar por décadas las otras fuerzas de poder ambiciosas, y así, hacer lo que hizo como gobernante.  Y Schettino, cuenta que, a este hombre, se le pasó el tiempo, que envejeció y cuando menos pensó, ya no tuvo el tiempo ni la fortaleza para heredar el poder a otro de una manera en que no se genera una batalla campal entre todos los interesados en su rol presidenciable.   Así, se ven surgir esos alzamientos por el país de grupos buscando quedarse con ese lugar, nunca por un amor la patria, a los indios empobrecidos, etc., etc., que nos dice para justificar tanta matanza (esto Trueba lo narra muy bien).

Macario Schettino, nos cuesta que el relato de la revolución mitológico que conocemos, se construyó cuando las aguas se apaciguaron, cuando finalmente Lázaro Cárdenas, el último general que ocupa el cargo, haciendo caso a las fuerza del mundo (pues era el momento de un Mussolini, de un Franco, de personajes que por mundo reorganizaban sus mundos desde su poder), así Cárdenas, fue ordenando las fuerzas vivas, formando sindicatos, organizaciones, controlando desde el poder gubernamental, y se dio lugar a lo que conocimos por corporativismo, forma de organización que permitió un reparto de poder controlado por el estado, y a la par de esto, se fue armando un discurso que nos hizo creer que la revolución se hizo para rescatarnos de la malsano porfiriato.  Trueba Lara nos cuenta cómo se construye nuestra idea de ser mexicanos, como se construye la idea de la raza de bronce, que la verdad indigna vista de lejos.

Y así, hay muchas ideas que se pueden ir desmontando, como la del “capitalismo de cuates”, que nos explica cómo los grandes empresarios se enriquecieron al amparo del poder, y que por eso México no es un país que produzca riqueza, no se aumentan impuestos por cuidar sus privilegios y es una de las causas por la que no podemos salir de tanta pobreza.

Igual, la idea de hombres desinteresados y amorosos por su patria se cae a pedazos, Schettino, describe a personajes ambiciosos de poder, guiados por sus pasiones y deseos personales, conformando tramas de poder que terminan en actos de corrupción, en asesinatos.  Esto en verdad es doloroso, pues al ser formada en la idea del “héroe” ya nada encaja, ahora son tan solo seres humanos, personas de carne hueso motivadas por su individualidad egoísta, en algunos casos, algo patológicas.  Trueba ahonda más en esta dimensión, lo mismo Roger Bartra en su libro “La jaula de la Melancolía”.

Y me ha quedado una tarea, investigar más sobre ese tiempo colonial que poco conocemos.  Dice Schettino, que es ahí donde aprendimos una cultura, un modo de ser, de organizarnos que no hemos podido modificar, que, por ejemplo, los pueblos que aún se gobiernan por “usos y costumbres”, (como sucede en algunos estado del centro del país) son formas de gobierno de la colonia, que el corporativismo, ahí tiene su raíz… ¿será?, que por eso, al no conocerla, no sacarla a la luz, no hacerla consciente, es una forma de gobierno que nos sigue dominando, que siempre cambiamos y nos regresamos, un ejemplo, lo que hizo Porfirio Díaz, y las tres siguientes décadas, nos regresaron, los cambios que sucedieron el los 80s, 90s, hoy se desmantelan y nos volvemos a regresar ¿a dónde nos regresamos? ¿A formas de gobierno que siguen paradigmáticamente orientándonos?

Creo que este libro con estos otros dos que he leído me ha dejado vacunada contra la mitología del estado mexicano y no queda más que seguir hurgando entre libros, para enterarse de más verdades calladas por la historia hegemónica.  Hoy más que nunca, en la era de la información al alcance de todos por la apertura de la Internet, tenemos el derecho a conocer todo, acceder a diferentes diversiones sobre los acontecimientos históricos y conformar nuestras propias posturas, claro, las posibles, pues la formación ideológica es una limitante, un parámetro formativo duro de transformar… pero leyendo, discutiendo, informándose, poco a poco, mucho puede hacerse.

Bueno, hay que leerlo y cada lector ordenará su cabeza y tendrá sus propias conjeturas… duré leyéndolo por tres meses, me ausentaba para procesar las ideas que iba reconociendo, ser maestra, estar formada en esos mitos, no resulta fácil ordenarse al mismo tiempo de la fractura, lo bueno que tenía que otras lecturas que ayudaron a comprender la falacia del mito y moverse de ahí.

Suerte en esta experiencia de lectura, más si eres docente de educación básica.