Jorge Freire. Agitación: Sobre
el mal de la impaciencia. Editorial Páginas de Espuma, 2020, Edición Electrónica.
Ente
libro se filosofa sobre un problema de gran actualidad, pero el estilo de
filosofar, dista de otros libros, donde la filosofía, para adentrarse a su nudo
problemático, recurre a conceptos un poco ajenos para nosotros, personas ajenas
a ese campo.
La forma
de plantear los asuntos que aquí se discuten, como dice el mismo autor, es algo
barroca, es decir, se vale de una idea para entrar en otra, la agota y vuelve
al comienzo, vuelve a recurrir de apoyos hasta plantear su propia idea.
Concuerdo, sí es muy barroco, pero también es ameno.
Jorge
Freire, ha dedicado este libro para analizar
conductas de personas que pertenecen a una generación devenida de los 90s a la
fecha, especialmente a la generación denominada como “Z”, personas nacidas en
un momento donde el tiempo se nos empezó a acelerar con la llegada de
instrumentos que nos ponen de cara frente a los sucesos en tiempo real, medios
de comunicación que nos rodean y bombardean de un sin de situaciones que estimulan
de ciertos modos nuestros modos de ser, estar, pensar, hacer en este mundo. Especialmente a los jóvenes la irrupción de las
tecnologías les ha transformado su futuro, pero no quedamos exentas personas
mayores, quienes, a pesar de provenir de otros dinamismos sociales, igual
impactan nuestras ideas de orden, sentido, y dejan caos.
Nos
sitúa frente al problema de la conformación de subjetividades en el aquí y ahora,
sometidas a un presentismo dinámico, el futuro se les acerca y sienten que todo
llega con el mínimo esfuerzo; es una generación que va entrando en estados hedonistas
al privar en ellos, el deseo por sobre una razón que propicie un pensamiento
que orden el ritmo de la conformación de su subjetividad.
Dice el
autor, que estamos frente a una generación preocupada por la satisfacción de deseos
mutantes que nunca cesan, todo lo quieren y ya, esto les hace vivir un estado
de agitación permanente; le llama “homo agitatus”, es decir, un ser humano
sobrecargado de estímulos que lo saturan y rebosan, y se crean dentro de sí, espacios
insaciables. Entre su deseo y el cumplimiento del mismo el tiempo se fuga,
busca y busca una satisfacción que no llega por más que sus deseos se cumplan,
siempre se quiere algo más para llenar ese vacío no sabe de qué. Con este sentido
argumentativo, abre varios asuntos que exploran la agitación humana de estos
días.
Primeramente,
reflexiona sobre ese narcisismo que nos va invadiendo, más a los jóvenes que a
los mayores, y que no es otra cosa que la tendencia a concentrarnos en nosotros
mismos, a pensar y creer que nuestra felicidad se encuentra en auto amarnos; ya
no se trata de salir de nosotros mismos hacia los otros y lo otro, no, se trata
de un encierro personal, trayendo para sí, todo aquello que nos afiance en una
identidad “yoista” y desde este lugar sentir la seguridad de un mundo acotado
por los límites subjetivos que cada uno se logra edificar.
De tal
modo, se da lugar a una sociedad con una variedad insólita de subjetividades,
donde cualquier política que pretenda ordenar, gobernar tal aglomeración de
grupúsculos, se encuentra en serios problemas para lograr consensos que ayuden
resolver problemáticas que a todos nos incumben.
Parece
que estamos entrando en una experiencia de gobierno de muchedumbres, de
personas encerradas en sí mismas, personas que sueñan con diferenciarse, con
ser libres, pero paradójicamente cada vez se parecen más, y luchan más por
separarse, ya que se vive en un mundo globalizado que difunde los mismos estímulos
por todas partes. Por tanto, viven una idea de libertad falsa. La cultura global
se homogeniza, y cada vez más, vamos vistiendo, comiendo, siendo los mismos en
cualquier parte del mundo.
Otro
asunto, tiene que ver con esta impaciencia de vivir experiencias que llenen un
vacío existencial, y como el futuro está tan cerca y todo se pone en crisis,
las explicaciones más irracionales pretenden salvar el mundo, y emergen mensajes
simplistas, teorías conspiracionistas para dar respuestas a las intolerancias, la
frustraciones y tendencia al “dolor” de esta generación. Es decir, se practica
un hedonismo donde sufrir tiene su valor, si se sufre la incomprensión, sí se
existe, se tiene un valor y hay que luchar por ser reconocidos. También surgen
los “especializados tontos”, es decir, personas que dominan asuntos, pero sólo
en el lado que les ayuda a hundirse más en sí mismos, sólo acceden a las versiones
que le llevan a profundizar en asuntos que afirman sus convicciones, asuntos
que se basan en intuiciones alejadas de un razonamiento argumentativo, así encontramos
a expertos en conspiraciones, expertos en cualquier cosa y donde encuentran
siempre a muchos que necesitan afirmarse en esas ideas, encerrándose en grupos
afines a las mismas ideas, pero a la
larga ese conocimiento encierra más sinsabores que alegrías, por efecto de la misma
realidad que se va mostrando compleja e ingobernable ante esa pobreza de ideas.
El "homo
agitatus", si bien se encuentra reproduciéndose a pasos agigantados, no augura un
futuro prometedor para el desarrollo social de acuerdo a nuestro autor. Y si nos asomamos a nuestro alrededor, nos
vemos rodeados de esa juventud mencionada, personas a las que todo les duele, no
les gusta vivir negativas que las frustran, por tanto, sólo buscan argumentos
que defiendan su individualidad, no están dispuestos a moverse de ese estado
hedonista, de esa subjetividad frágil que los victimiza y les hace exigir sin
dar. “Todo lo quieren y ya”
Las
preocupaciones del autor, son de nosotros, estos adultos que hemos educado a
dicha generación en medio de la explosión tecnológica, que igual nos asaltó y nos
toca tanto como a él pensarnos, pensándoles para reconocer los caminos de la
historia que vamos pisando y avisados, buscar otros senderos, construir otros
sentidos formativos de las generaciones venideras, porque el “yoismo” sin la
otredad, no nos humaniza con toda la riqueza de que somos capaces.
Se trata
de un libro de fácil lectura, bueno, depende, el autor es rico en citas, pero para
nuestra buena suerte, las presenta como ideas, juega con ellas, de tal modo que
nos adentra por la lectura; es una incluyente y creo que esto está el mérito de
este joven filósofo, escribe implicándonos en las complejidades de la teoría
filosófica.
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