sábado, 11 de noviembre de 2023

Agitación. Jorge Freire. Sobre el mal de la impaciencia.

 


Jorge Freire. Agitación: Sobre el mal de la impaciencia. Editorial Páginas de Espuma, 2020, Edición Electrónica.

 

Ente libro se filosofa sobre un problema de gran actualidad, pero el estilo de filosofar, dista de otros libros, donde la filosofía, para adentrarse a su nudo problemático, recurre a conceptos un poco ajenos para nosotros, personas ajenas a ese campo.

La forma de plantear los asuntos que aquí se discuten, como dice el mismo autor, es algo barroca, es decir, se vale de una idea para entrar en otra, la agota y vuelve al comienzo, vuelve a recurrir de apoyos hasta plantear su propia idea. Concuerdo, sí es muy barroco, pero también es ameno.

Jorge Freire, ha dedicado este libro para  analizar conductas de personas que pertenecen a una generación devenida de los 90s a la fecha, especialmente a la generación denominada como “Z”, personas nacidas en un momento donde el tiempo se nos empezó a acelerar con la llegada de instrumentos que nos ponen de cara frente a los sucesos en tiempo real, medios de comunicación que nos rodean y bombardean de un sin de situaciones que estimulan de ciertos modos nuestros modos de ser, estar, pensar, hacer en este mundo.  Especialmente a los jóvenes la irrupción de las tecnologías les ha transformado su futuro, pero no quedamos exentas personas mayores, quienes, a pesar de provenir de otros dinamismos sociales, igual impactan nuestras ideas de orden, sentido, y dejan caos.

Nos sitúa frente al problema de la conformación de subjetividades en el aquí y ahora, sometidas a un presentismo dinámico, el futuro se les acerca y sienten que todo llega con el mínimo esfuerzo; es una generación que va entrando en estados hedonistas al privar en ellos, el deseo por sobre una razón que propicie un pensamiento que orden el ritmo de la conformación de su subjetividad.

Dice el autor, que estamos frente a una generación preocupada por la satisfacción de deseos mutantes que nunca cesan, todo lo quieren y ya, esto les hace vivir un estado de agitación permanente; le llama “homo agitatus”, es decir, un ser humano sobrecargado de estímulos que lo saturan y rebosan, y se crean dentro de sí, espacios insaciables. Entre su deseo y el cumplimiento del mismo el tiempo se fuga, busca y busca una satisfacción que no llega por más que sus deseos se cumplan, siempre se quiere algo más para llenar ese vacío no sabe de qué. Con este sentido argumentativo, abre varios asuntos que exploran la agitación humana de estos días. 

Primeramente, reflexiona sobre ese narcisismo que nos va invadiendo, más a los jóvenes que a los mayores, y que no es otra cosa que la tendencia a concentrarnos en nosotros mismos, a pensar y creer que nuestra felicidad se encuentra en auto amarnos; ya no se trata de salir de nosotros mismos hacia los otros y lo otro, no, se trata de un encierro personal, trayendo para sí, todo aquello que nos afiance en una identidad “yoista” y desde este lugar sentir la seguridad de un mundo acotado por los límites subjetivos que cada uno se logra edificar.

De tal modo, se da lugar a una sociedad con una variedad insólita de subjetividades, donde cualquier política que pretenda ordenar, gobernar tal aglomeración de grupúsculos, se encuentra en serios problemas para lograr consensos que ayuden resolver problemáticas que a todos nos incumben.  

Parece que estamos entrando en una experiencia de gobierno de muchedumbres, de personas encerradas en sí mismas, personas que sueñan con diferenciarse, con ser libres, pero paradójicamente cada vez se parecen más, y luchan más por separarse, ya que se vive en un mundo globalizado que difunde los mismos estímulos por todas partes. Por tanto, viven una idea de libertad falsa. La cultura global se homogeniza, y cada vez más, vamos vistiendo, comiendo, siendo los mismos en cualquier parte del mundo.

Otro asunto, tiene que ver con esta impaciencia de vivir experiencias que llenen un vacío existencial, y como el futuro está tan cerca y todo se pone en crisis, las explicaciones más irracionales pretenden salvar el mundo, y emergen mensajes simplistas, teorías conspiracionistas para dar respuestas a las intolerancias, la frustraciones y tendencia al “dolor” de esta generación. Es decir, se practica un hedonismo donde sufrir tiene su valor, si se sufre la incomprensión, sí se existe, se tiene un valor y hay que luchar por ser reconocidos. También surgen los “especializados tontos”, es decir, personas que dominan asuntos, pero sólo en el lado que les ayuda a hundirse más en sí mismos, sólo acceden a las versiones que le llevan a profundizar en asuntos que afirman sus convicciones, asuntos que se basan en intuiciones alejadas de un razonamiento argumentativo, así encontramos a expertos en conspiraciones, expertos en cualquier cosa y donde encuentran siempre a muchos que necesitan afirmarse en esas ideas, encerrándose en grupos afines a las mismas  ideas, pero a la larga ese conocimiento encierra más sinsabores que alegrías, por efecto de la misma realidad que se va mostrando compleja e ingobernable ante esa pobreza de ideas.

El "homo agitatus", si bien se encuentra reproduciéndose a pasos agigantados, no augura un futuro prometedor para el desarrollo social de acuerdo a nuestro autor.  Y si nos asomamos a nuestro alrededor, nos vemos rodeados de esa juventud mencionada, personas a las que todo les duele, no les gusta vivir negativas que las frustran, por tanto, sólo buscan argumentos que defiendan su individualidad, no están dispuestos a moverse de ese estado hedonista, de esa subjetividad frágil que los victimiza y les hace exigir sin dar. “Todo lo quieren y ya”

Las preocupaciones del autor, son de nosotros, estos adultos que hemos educado a dicha generación en medio de la explosión tecnológica, que igual nos asaltó y nos toca tanto como a él pensarnos, pensándoles para reconocer los caminos de la historia que vamos pisando y avisados, buscar otros senderos, construir otros sentidos formativos de las generaciones venideras, porque el “yoismo” sin la otredad, no nos humaniza con toda la riqueza de que somos capaces.

Se trata de un libro de fácil lectura, bueno, depende, el autor es rico en citas, pero para nuestra buena suerte, las presenta como ideas, juega con ellas, de tal modo que nos adentra por la lectura; es una incluyente y creo que esto está el mérito de este joven filósofo, escribe implicándonos en las complejidades de la teoría filosófica.


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