Marino Pérez
Álvarez. El individuo flotante. Deusto, Barcelona, 1923. Edición Electrónica.
Los
individuos flotantes, son personas narcisistas que sufren si no siente la admiración
de los otros, son individuos con un exceso de subjetividad por estar expuestos
a una saturación de ofertas que produce una inflación de sí mismo expresada en
engreimientos, vanidades, autoatención, rumia de ideas que hunden en el sí-mismo
y van dando lugar a una conciencia patógena, que deriva en una serie de malestares
psicológicos.
Se trata
de una “divinización del yo”, de individuos, quienes sienten que emanan de sí
mismos, que pueden auto crearse sin restricciones, pretendiendo desconocer la
relación entre individuo y sociedad y vivir en una “subjetividad sentida”. Se trata de una ideología del yo, que se basa
en una idea intimista, introspectiva, que urge desmontar, pues es un espejismo,
pues el mundo interior que nos sostiene, se forja en el espacio tiempo en que nacemos,
y éste, nos apropiamos de su lenguaje, su cultura, su moral, no existe la
autocreación, es una falsedad. Si somos
conscientes de nuestra subjetividad y sus relaciones con el entorno, podemos
aportar y enriquecerlo, eso se llama de acuerdo a Castoriadis, autonomía.
Este
concepto retomado por nuestro autor, es de Gustavo Bueno, quien afirma que esta
individualidad emerge cuando los ideales individuales y colectivos se desencuentran. Esta afirmación se hizo a fines del siglo XX,
y hoy, ya entrados en la tercera década del siglo XXI, estamos ante una
realidad abierta, con una bastedad de pluralidad, saturada de opciones que nos
expone una multiplicidad de sentidos que induce a las personas a un “cambio-perpetuo”,
que exige un constante reinventarse, con el lema de ir ligero, fluir y para
hacerlo necesita ir desanclado de lo duradero.
Esta ligereza, fluidez, paradójicamente, ancla a otras formas de pesadez,
las decepciones, depresión, fatiga, que hace flotar en la nada, causando sufrimientos propias de esta época, y que merecen toda la atención para ser tratados con pertinencia y calidez humana, se trata de las generaciones del futuro y necesitan salud mental y física.
En el
libro se realiza una psicohistoria que nos lleva a reflexionar nuestro proceso
de individualización, de cómo pasamos de la convivencia en la comunidad a la
convivencia con las masas, con las muchedumbres, pero desde nuestra
individualidad, a estar juntos, pero solos.
En las
sociedades colectivistas, gremiales, los integrantes tienen más
responsabilidades que derechos, pero viven el valor y sensación de pertenecer,
de aglutinarse, de ser parte de algo que los fortalece y orgullece. En las sociedades individualistas que se van
estructurando a partir del siglo XVI, con la emergencia de otras formas de
economía, de producción de riqueza, predomina la interdependencia, se exigen
más derechos con menos deberes sociales, progresan, pero, los lazos sociales se
achican y se vive más en soledad.
Con el
progreso individual, los lazos ciudadanos se van transformando, se va dando una
mutación de las personas, quienes, frente al progreso, tienen como herencia, un
autocontrol, una represión del goce, una moderación de sus actitudes frente a
las nuevas circunstancias. Con el avance del progreso, se incita a nuevos modos
de ser, la ideología consumista necesita a individuos que no se repriman.
Esta
explicación histórica pasa por el papel que ha tenido la religión, como con la
introducción del secularismo que da pie a la multiplicidad de opciones, a la
pluralidad, pone al individuo en la necesidad de lo trascendente, que lo vuelca
en lo inmanente, ahora se nace de sí mismo, es el individualismo secular, y éste,
no necesita comunidad, pues se goza de un yo autosuficiente. El libro cuenta
con detalle estos procesos.
Y nos
coloca en nuestro tiempo al que llegamos con un frenesí en este individualismo
narcisista, alimentado por las nuevas realidades que van desde las formas de
economía, las políticas sociales, y tal vez lo más trascendente, las redes
sociales, el internet. Hoy nos
encontramos frente a la ruptura de sentidos, tradiciones, instituciones, un
sinfín de pluralismos que afecta a cualquiera, y como dice nuestro autor, se exacerba
la “penuria del vivir” y ante esto, la secularización y divinización del yo cobra
formas que urge problematizar, comprender y atender.
Dedica
una gran parte del libro para hablar de los individuos flotantes que nacen del
uso de las redes, hijos de este tiempo, que no conocen otros modos de vida que
no sea con el celular, las redes y la experiencia de estar interconectados con
los lejanos y alejados de los cercanos. La convivencia humana de forma
presencial no está exenta de retos, y la convivencia por la red se torna perfecta,
se es y se vive en una fantasía del yo, y se desea siempre estar en las redes,
en la muchedumbre virtual, pero no en la convivencia cara a cara con personas reales.
Sin
embargo, la vida se lleva a cabo en la realidad, y ahí, lo virtual no concuerda
con lo real, y la penuria de vivir se agrava con el miedo hacia todo, miedo a
la libertad de elegir entre tanto se ofrece, a la soledad al no saber convivir
y negociar con los otros diferentes, miedo a la tristeza, ansiedad, envidias
que genera ver en las redes la “felicidad” que siendo ficticia, cree y no se
puede tener, y todo esto, lleva un desasosiego, a la rumia de pensamientos negativos,
y múltiples trastornos psicológicos, que tienen a atenderse con medicamentos.
Marino Pérez
Álvarez, en este análisis, le apuesta a las psicoterapias más que a la
medicación frente al aumento de patologías que hoy se diagnostican y tratan con
sedantes, cuando lo que se trata es de reflexionar la propia biografía, recomponerla,
rescatarla de la enajenación de la ha sido objeto ante el uso indiscriminado de
las redes y de las euforias propias de nuestro tiempo.
Este libro,
ayuda a comprender el sufrimiento de las nuevas generaciones, educadas para el
éxito, y no para resolver las contingencias de la vida, está expuesta a
alteraciones de su personalidad que necesitamos comprender y atender, no con
sedación, sino con la vuelta a la vida en comunidad, donde estar juntos, sea la
tarea a enfrentar con madurez y responsabilidad. Pues es ahí, donde se resuelve
la penuria del vivir, juntos será menos difícil.
¡En qué
complejidades nos estamos adentrando y qué poco sabemos de ellas! A leer….
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