sábado, 13 de enero de 2024

 

Marino Pérez Álvarez. El individuo flotante. Deusto, Barcelona, 1923. Edición Electrónica.

 


Estamos ante un libro muy propio para reflexionar problemas de los seres humanos que somos hoy, cuerpos de carne y hueso, sintientes y dolientes, socialmente interdependientes, pero necesitados de comunidad, ansiosos de libertad, pero con miedo de asumirla, con deseos y necesidades que nada satisface, con diversos malestares y sufrimientos que parecen no tener cura, con exigencias de adaptación que no paran ante el mundo cambiante, con infinitas seducciones que llevan a la duda, que atormentan en búsqueda de una felicidad que no se encuentra.  En fin, en este libro se habla de los “individuos flotantes”.  ¿Quiénes son?

Los individuos flotantes, son personas narcisistas que sufren si no siente la admiración de los otros, son individuos con un exceso de subjetividad por estar expuestos a una saturación de ofertas que produce una inflación de sí mismo expresada en engreimientos, vanidades, autoatención, rumia de ideas que hunden en el sí-mismo y van dando lugar a una conciencia patógena, que deriva en una serie de malestares psicológicos. 

Se trata de una “divinización del yo”, de individuos, quienes sienten que emanan de sí mismos, que pueden auto crearse sin restricciones, pretendiendo desconocer la relación entre individuo y sociedad y vivir en una “subjetividad sentida”.  Se trata de una ideología del yo, que se basa en una idea intimista, introspectiva, que urge desmontar, pues es un espejismo, pues el mundo interior que nos sostiene, se forja en el espacio tiempo en que nacemos, y éste, nos apropiamos de su lenguaje, su cultura, su moral, no existe la autocreación, es una falsedad.  Si somos conscientes de nuestra subjetividad y sus relaciones con el entorno, podemos aportar y enriquecerlo, eso se llama de acuerdo a Castoriadis, autonomía.

Este concepto retomado por nuestro autor, es de Gustavo Bueno, quien afirma que esta individualidad emerge cuando los ideales individuales y colectivos se desencuentran.  Esta afirmación se hizo a fines del siglo XX, y hoy, ya entrados en la tercera década del siglo XXI, estamos ante una realidad abierta, con una bastedad de pluralidad, saturada de opciones que nos expone una multiplicidad de sentidos que induce a las personas a un “cambio-perpetuo”, que exige un constante reinventarse, con el lema de ir ligero, fluir y para hacerlo necesita ir desanclado de lo duradero.  Esta ligereza, fluidez, paradójicamente, ancla a otras formas de pesadez, las decepciones, depresión, fatiga, que hace flotar en la nada, causando sufrimientos propias de esta época, y que merecen toda la atención para ser tratados con pertinencia y calidez humana, se trata de las generaciones del futuro y necesitan salud mental y física.

En el libro se realiza una psicohistoria que nos lleva a reflexionar nuestro proceso de individualización, de cómo pasamos de la convivencia en la comunidad a la convivencia con las masas, con las muchedumbres, pero desde nuestra individualidad, a estar juntos, pero solos.

En las sociedades colectivistas, gremiales, los integrantes tienen más responsabilidades que derechos, pero viven el valor y sensación de pertenecer, de aglutinarse, de ser parte de algo que los fortalece y orgullece.  En las sociedades individualistas que se van estructurando a partir del siglo XVI, con la emergencia de otras formas de economía, de producción de riqueza, predomina la interdependencia, se exigen más derechos con menos deberes sociales, progresan, pero, los lazos sociales se achican y se vive más en soledad.

Con el progreso individual, los lazos ciudadanos se van transformando, se va dando una mutación de las personas, quienes, frente al progreso, tienen como herencia, un autocontrol, una represión del goce, una moderación de sus actitudes frente a las nuevas circunstancias. Con el avance del progreso, se incita a nuevos modos de ser, la ideología consumista necesita a individuos que no se repriman. 

Esta explicación histórica pasa por el papel que ha tenido la religión, como con la introducción del secularismo que da pie a la multiplicidad de opciones, a la pluralidad, pone al individuo en la necesidad de lo trascendente, que lo vuelca en lo inmanente, ahora se nace de sí mismo, es el individualismo secular, y éste, no necesita comunidad, pues se goza de un yo autosuficiente. El libro cuenta con detalle estos procesos.

Y nos coloca en nuestro tiempo al que llegamos con un frenesí en este individualismo narcisista, alimentado por las nuevas realidades que van desde las formas de economía, las políticas sociales, y tal vez lo más trascendente, las redes sociales, el internet.  Hoy nos encontramos frente a la ruptura de sentidos, tradiciones, instituciones, un sinfín de pluralismos que afecta a cualquiera, y como dice nuestro autor, se exacerba la “penuria del vivir” y ante esto, la secularización y divinización del yo cobra formas que urge problematizar, comprender y atender.

Dedica una gran parte del libro para hablar de los individuos flotantes que nacen del uso de las redes, hijos de este tiempo, que no conocen otros modos de vida que no sea con el celular, las redes y la experiencia de estar interconectados con los lejanos y alejados de los cercanos. La convivencia humana de forma presencial no está exenta de retos, y la convivencia por la red se torna perfecta, se es y se vive en una fantasía del yo, y se desea siempre estar en las redes, en la muchedumbre virtual, pero no en la convivencia cara a cara con personas reales.

Sin embargo, la vida se lleva a cabo en la realidad, y ahí, lo virtual no concuerda con lo real, y la penuria de vivir se agrava con el miedo hacia todo, miedo a la libertad de elegir entre tanto se ofrece, a la soledad al no saber convivir y negociar con los otros diferentes, miedo a la tristeza, ansiedad, envidias que genera ver en las redes la “felicidad” que siendo ficticia, cree y no se puede tener, y todo esto, lleva un desasosiego, a la rumia de pensamientos negativos, y múltiples trastornos psicológicos, que tienen a atenderse con medicamentos.

Marino Pérez Álvarez, en este análisis, le apuesta a las psicoterapias más que a la medicación frente al aumento de patologías que hoy se diagnostican y tratan con sedantes, cuando lo que se trata es de reflexionar la propia biografía, recomponerla, rescatarla de la enajenación de la ha sido objeto ante el uso indiscriminado de las redes y de las euforias propias de nuestro tiempo.

Este libro, ayuda a comprender el sufrimiento de las nuevas generaciones, educadas para el éxito, y no para resolver las contingencias de la vida, está expuesta a alteraciones de su personalidad que necesitamos comprender y atender, no con sedación, sino con la vuelta a la vida en comunidad, donde estar juntos, sea la tarea a enfrentar con madurez y responsabilidad. Pues es ahí, donde se resuelve la penuria del vivir, juntos será menos difícil.

¡En qué complejidades nos estamos adentrando y qué poco sabemos de ellas! A leer….

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario