Alex Korb. NEUROCIENCIA PARA VENCER LA DEPRESIÓN. Editorial Sirio, 2019, Edición Electrónica.
Escuchamos la palabra depresión y nos la diagnostican, sentimos
que hemos llegado a un estado de salud sin salida. La depresión se experimenta como un sufrimiento
tan diversificado y correlacionado en su fluir, que ni siquiera podemos
pensarlo y enfrentarlo a tiempo, sólo nos vemos en medio de sucesos que rompen
la delicada cadena de sentidos vitales y de pronto, estamos en medio de
malestares sin ser capaces de pensar por qué nos sentimos tan mal.
Ya en depresión, nos vamos extraviando día a día, sin estrategias
para reconocer lo que nos hunde en un pozo oscuro, en el cual, paradójicamente,
queremos quedarnos, pues entre más nos hundimos en el malestar, más se desea
abandonarse para no sentir más, lo mal que nos sentimos. Es un círculo vicioso.
La depresión nos devasta; como dice nuestro autor, es un estado
descendente de la vitalidad, de pérdida de energía, de sentido, nos lleva a experimentar
una fragilidad generalizada del cuerpo, de la mente, del espíritu, todo nos
duele, a todo somos vulnerables cayendo en picada a un lugar sin fondo, dejando
reinar el sufrimiento físico y emocional, que vivir duele, lo que es algo muy
peligroso, pues va en conta de esa máxima spinozeana “la vida quiere más vida”.
Como dice el autor, no se trata sólo de experimentar
tristeza, que sí sucede, pero es algo más profundo y complejo, se experimenta
una parálisis, una pausa donde se abren vacíos que se van llenando de emociones
negativas como la desesperanza, impotencia, pesimismo, preocupaciones
agotadoras, desvaríos que nos incapacitan y nos orillan a escondernos,
refugiarnos en el ensimismamiento, y ya en ese estado, todo nos parece difícil,
crece una molestia que no se puede explicar, el sueño se ausente, desaparece la
concentración, la falta de pericia para hacer lo que antes era fácil, generando
además sentimientos de vergüenza, hastío y soledad.
¿Cómo llegamos a ese estado? No se sabe, pero algo afectó la
delicada armonía de nuestra existencia y dio lugar a un descontrol que inició
un descenso, una caída sin control, las piezas que nos sostienen van cayendo
una a una, y nada parece detener el proceso tan conocido como DEPRESIÓN y ya en
este este estado, las cosas que solían ser alegres, divertidas dejan de
entusiasmarnos, quedamos sin energía, todo resulta más difícil, y cuesta
explicar por qué estamos así, no entendemos por qué ya nada merece nuestro esfuerzo,
y sin dormir, despiertos sin vitalidad, los dolores y las molestias no tardan
en manifestarse.
El autor nos explica este proceso de descenso vital como un quiebre
del orden cerebral que propicia una actividad neuronal que nos hunde más y más.
Su explicación es neurocientífica, apela a la biología cerebral, su fisiología,
cuyo funcionamiento interrelacionado, al afectarse por un suceso, malos hábitos,
excesos de dopamina barata, dan pie al desencadenamiento de procesos neuronales
que nos mantiene hundidos. El mismo cerebro,
enrutado hacia el descenso, ahí se quiere quedar.
Por ello, su apuesta radica, en que, si conocemos un poco, cómo
funciona nuestro cerebro en los momentos en que se inmerso en un estado de depresión,
podemos hacer todo aquello que propicie un cambio, un reordenamiento del camino
neural por el que va, pero hacerlo, necesitamos saber conocer algunos aspectos
de su funcionamiento, y trabajar en pro de volver a un punto de reconversión, a
un proceso ascendente que nos aleje de estado depresivo.
Y en este libro, eso es lo que encontramos. El autor se vale de ejemplos, de explicaciones
sencillas, pero puntuales para hacernos comprender que el cerebro es la parte
de nuestro cuerpo donde se generan sustancias llamadas neurotransmisores,
responsables del funcionamiento total del nuestro cuerpo, nos explica cómo se
interrelacionan sus partes y genera un estado armonía, de funcionalidad para la
vida, y cómo, cuando una de las partes tiene un funcionamiento desequilibrado,
afecta todo. La carencia o aumento de neurotransmisores
que activan emociones, sentimientos, funciones biológicas, por el avance de la ciencia,
hoy día nos ayuda a comprender diversas patologías, y cómo un buen cuidado, o
salud cerebral, nos puede ayudar al desarrollo de bienestar.
Aquí se resume lo que nos dice el funcionamiento cerebral,
abordado a lo largo del libro:
“Sabes que la depresión es una disfunción de la comunicación
frontal límbica. Sabes que la corteza prefrontal te ayuda a manejar las
emociones y los deseos para que puedas planificar el futuro. El cuerpo estriado
dorsal te hace seguir los viejos hábitos y el núcleo accumbens controla el
disfrute y los impulsos. La cingulada anterior maneja la atención a lo negativo
o lo positivo y la ínsula es responsable de las sensaciones emocionales. La
amígdala media la ansiedad. El hipotálamo regula numerosas hormonas y controla
la respuesta al estrés. El hipocampo está estrechamente ligado a la amígdala y
el hipotálamo, y es esencial para el aprendizaje y la memoria. También
entiendes las contribuciones de los diferentes neurotransmisores. La serotonina
ayuda al control de los impulsos, la fuerza de voluntad y la resiliencia. La
dopamina es importante para el disfrute y los hábitos. La norepinefrina modula
la atención y la concentración. La oxitocina es esencial para las relaciones
cercanas.” Pág. 267
La dopamina se produce en nuestro cerebro reptiliano, es
decir, nuestro primer cerebro, y este neurotransmisor nos hace experimentar placer.
En los inicios de nuestra especie, cada que se hacía algo bueno para el
desarrolo de la especie, como comer, resguardarse de la intemperie, el sexo
para la reproducción, el cerebro reptílico, liberaba un “shot” de dopamina como
premio por hacer algo bueno por la subsistencia. Y seguimos desarrollándonos por siglos, hasta
que el sistema límbico quedó muy próximos a los sistemas vitales y fue rodeado
por un cerebro superior que lo envolvió, donde se gestó la reflexión, los lenguajes,
el pensamiento, la conciencia. Hoy hablamos
de dos niveles cerebrales, el sistema límbico, que alberga lo emocional, que no
es tan fácil gobernar por la reflexión, la conciencia, en el segundo.
Y pensemos en nuestra sociedad actual, llena de estímulos. Día a día, recibimos “shot” de dopamina por todos lados, en los juegos de video, en la comida, diversas actividades que generan adicción, las drogas como el tabaco, alcohol, la pornografía, etc. Estamos en una sociedad que nos provee placeres a montón y por lógica, se evita el esfuerzo, todo tiene que ser fácil, que nada duela, que nada perturbe y buscamos ese placer, y siempre queremos más y más, y en cada bueno momnto, tenemos la recompensa, una secreción dopamina que da momentos de placer. Y por este camino, terminamos formando hábitos de vida, rutinas, configurando un cerebro plagado de formas para esa felicidad momentánea del éxito esperado y terminamos configurando caminos neurales, que ahora nos controlan y nos exigen más experiencias de placer, pues el cuerpo quiere más dopamina. ¿Le podemos prohibir ese deseo de dopamina? NO, ya se ha vuelto un hábito configurado en el cerebro, díficil de erradicar, pero no imposible, exige esfuerzo, voluntad, mucha disciplina y constancia.
Y así, nos encontramos con un cerebro dopado, que busca placer, y más placer, que no les gustan las limitaciones, las prohibiciones, nada que evite su "felicidad" fugaz. ¿Esto
no desequilibra el funcionamiento cerebral? ¿Qué pasa con la serotonina, la
oxitocina, el cortisol, la norepinefrina y más sustancias cerebrales encargadas
del funcionamiento cerebral? ¿Qué hacemos para volver a un cerebro que guarde
equilibrio en su producción de neurotransmisores?
Bueno, este libro, ayuda pensar en estas cosas y nos da
pistas para comprender lo que nos sucede, lo que podemos hacer en lo individual
y con apoyo terapéutico. Porque vivir en depresión no es vida…
No hay comentarios:
Publicar un comentario