Alijca Gescinska. Hijos de Ápate. Breve Filosofía de la verdad, la posverdad y la mentira. Ediciones Siruela, S. A., Madrid ,2023. Edición Electrónica.
Una palabra empieza a ser
muy habitual entre nosotros “la posverdad”, y con ella se entra al debate
contemporáneo de qué podemos considerar verdadero o falto de verdad, o una
mentira intencional. Y sucede porque
como nunca, los medios de comunicación, gracias al avance de la informática,
propician que en segundos se muevan cantidades impensables de información que
se sale de nuestro control y por ello impone nuevas reglas y desafíos para
reconocer qué es verdad, qué es mentira, y sobre todo, cuáles son los fines y efectos
que se despliegan en la vida social.
En este libro se hace un
análisis de cómo, desde mediados del siglo XX, se inició un proceso de
relativismo de cualquier verdad, sin importar su campo, el tipo de
investigación que la vio nacer, todo fue una versión entre tantas, todo era relativo,
al grado de que la verdad resultó un asunto de perspectiva, de acuerdo con su
origen, uso y fines.
Veníamos de verdades
universales que ordenaba la vida en todo sentido, y de pronto, esas ideas se
fueran fragmentando sin que ninguna fuese mentira, solo una versión, misma que
propiciaba modos de pensar, de actuar diferenciados sin que ninguno estuviese
mal, era el relativismo que nos conmocionó por decir poco a los habitantes del
último cuarto de siglo pasado.
Y tales postura, aunada a
la esfera política, adquirió otro peso, esas verdades relativas favorecidas por
el poder en turno, las tomó y las impuso, en ese momento, la verdad, deja de
ser relativa, se impone con fines específicos, pero no la impone el experto, el
creador de ciencia, el filósofo, no, responderá a la esfera subjetiva, a
personas con poder que deciden una verdad entre muchas, y la que conviene a sus
fines personales, se impone a los demás, así, termina la pululación de ideas, y
se vuelve a alguna, que manipulada, maquillada, de verdad, pasa a posverdad,
donde ya no se sabe donde deja de ser verdad o falsedad.
Por ello, en el libro se
analizan algunos criterios que ayudan a las personas a reconocer tal
diferencia, a tener claridad cuando se trata de un conocimiento sobre la
realidad producto de reflexiones, o cuando es el resultado de una manipulación
de la misma con fines políticos.
Discute sobre la calidad
de la información, cómo comprender cuándo son verdades diluidas, vestidas de
facilitismo, de simpleza, que no cuesta nada asimilarlas; del mismo modo, la
importancia de estar atentos a ideas disparatadas, tóxicas que nos invaden y
exigen nuestra tolerancia, y con ellas, se pierde el sentido de lo que es seguro,
un bien social, y se rompen límites, y no sabemos cómo detenernos frente los
nuevos modos de vida que provocan, ya no sabemos que es verdad, qué no lo es.
Por ello, se analiza el
poder de la autenticidad, sinceridad, credibilidad de quien es capaz de
divulgar verdades hoy en día; se reflexiona sobre el papel de la
responsabilidad, la tolerancia, la capacidad de movilizar el pensamiento en
armonía con las emociones y aprender a diferenciar qué es una verdad, y qué es
una mentira, aludiendo que urge comprender que moverse en una verdad produce
emociones saludables, buenas para el bien social, que deja la sensación de
estar en lo correcto aún con la conciencia de que se trata de una complejidad,
pues una verdad que mueve la realidad, pero sabe que es ético, y en cambio, una
mentira, una verdad manipulada, conlleva intención de engañar, se impone como versión
única, e interesa que prospere ya que se guía por fines subjetivos más que
sociales, sin importar las consecuencias sociales inesperadas.
De modo que moverse entre verdades, nunca será fácil, tiene exigencias formativas que emergen con la asunción de una vida que se toma con reflexión, autonomía, sentido social, se apela a la voluntad de saber, a reconocer que la verdad es producto de esfuerzo, que la verdad siempre es un proceso abierto, que siempre somos aspirantes a un nuevo saber y que éste es producto del esfuerzo; reconocer que si creemos que ya la encontramos, estamos en peligro, porque en ese momento, nos encerramos en una “verdad” y sólo nos preocuparemos por imponerla cueste lo que cueste, y ese momento, estamos en manos de la posverdad ¿cómo salir de ella?
Gran
problema, sobre todo en estos tiempos donde nos hemos conformado en miles de
tribus humanas, cada una guiada por verdades simples y eficaces que movilizan
sus emociones, su subjetividad, no, un razonamiento crítico que pueda sacarnos
de este atolladero.
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