sábado, 17 de marzo de 2018

Cántico Espiritual San Juan de la Cruz




(Se hablan el alma y el esposo) 

Leí toda una interpretación de este poema en http://www.letraslibres.com/mexico/libros/un-cantico-imposible-cantico-espiritual-san-juan-la-cruz, muy interesante, pero sigo pensando que cada uno, de acuerdo a su cultura teórica y literaria e historia de vida, podrá pensar-sentir  una interpretación y aportarla para enriquecernos al leerla (si es que puede, o tal vez, solo  quede con la vivencia como ejercicio personal).  Ésta que leí es muy enriquecedora...

Pero, en lo personal, sin demeritar estos ejercicios de análisis, que mucho enseñan, quiero insistir en esta parte personal de “leer poemas”,  que reconozco no se le da a muchas personas, pues tienen otras preferencias lo cual es muy respetable, pero existen aquéllos quienes tienen una apetencia, una necesidad, un especie de llamado hacia este tipo de literatura y se recrean en ellas, (Yo, aún, no sé por qué me gustan, creo que lo ando descifrando),  y por mi propia experiencia, comparto la explicación que aporta nuestro gran filósofo de la vida, Bachelard, quien dice  que cuando leemos y releemos un texto, es porque nos importa, porque le habla a esa parte más íntima de nosotros, esas zonas casi inaccesibles, hasta desconocidas, y ahí, nos susurran cosas que necesitamos sentir, pensar, reconocer.

De acuerdo a Gastón Bachelard,
 El verdadero poeta… Juega y enseña. En él, el verbo hay ofrendas en reflexiona y refluye. En él, el tiempo se pone a esperar.  El verdadero poema despierta un deseo invencible de ser releído.  Se tiene enseguida la impresión de que la segunda lectura dirá más que la primera.  Y la segunda –muy al contrario que en la lectura intelectualista- es más lenta que la primera.  Es recogida.  No se acaba nunca de soñar el poema, no se acaba nunca de pensarlo.  Y a veces viene un gran verso, un verso cargado de tal dolor o de tal pensamiento, que el lector –el lector solitario- murmura: y ese día no será leído más.” Gastón Bachelard, El aire y los sueños, p. 310.

Pues aquí un fragmento de un poema que amerita ser releído las veces que cada uno necesite, hasta estamparse en uno mismo, hasta quedarse con nosotros, porque ese decir, pienso, “nos dice”, nos presta palabras para aminorar la mudez en que nos colocan muchas veces, la complejidad de la vida,  que a momentos fluye llevándonos a hecatombes, al desfallecimiento, pero en otras nos remontan hacia estados de magnificencia, a los sublime, pero ambas nos suceden en el límite de la existencia y se nos escapan, no podemos hacerlas lenguaje, revisarlas atraparlas.  

Por eso me atrevo a afirmar que los poetas, quienes tienen esta gran capacidad, nos ayudan prestándonos sus palabras organizadas en bellísimas metáforas, donde podemos recrear y revisar el contenido de nuestro propio acontecer existencial.  Sin más, aquí el poema de San Juan de la Cruz, poema escrito en cautiverio, según leí.

¿Adónde te escondiste,
amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti, clamando, y eras ido.          

  Pastores, los que fuerdes
allá, por las majadas, al otero,
si por ventura vierdes
aquél que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.          

  Buscando mis amores,
iré por esos montes y riberas;
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.            

  ¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado,
decid si por vosotros ha pasado!             

  Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura.              

  ¡Ay, quién podrá sanarme!
Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero,
que no saben decirme lo que quiero.”


viernes, 16 de marzo de 2018

¿El infierno son los otros? idea de Sartre para pensar y sentir nuestra relación con los demás.




“El infierno son los otros” famosa frase de Sartre, filósofo preocupado por el problema de la libertad y Savater hace algunos preguntas en su libro “Las preguntas de la vida”

"...¿Son los demás el infierno? Sólo en tanto que pueden hacernos la vida infernal al revelarnos -a veces poco consideradamente- las fisuras del sueño libertario de omnipotencia que nuestra inmadurez autocomplaciente gusta de imaginar.
¿Vivimos necesariamente incomunicados? Desde luego, si por «comunicación» entendemos el que los demás nos interpreten espontáneamente de modo tan exhaustivo como nosotros mismos creemos expresarnos; pero sólo muy relativamente, si asumimos que no es lo mismo pedir comprensión que hacerse comprender y que la buena comunicación tiene como primer requisito hacer un esfuerzo por comprender a ese otro mismo del que pedimos comprensión...”

Y así, continua... Pero esto de que los otros nos hacen la vida infernal es interesante, cada uno posicionado en su espacio, en su orden, en su idea así quiere vivir, en una idea de felicidad encapsulada, donde priva la armonía que su deseo amerita, pero llega el otro y entra en escena en nuestro espacios como afirma U. Eco, y todo se nos mueve y ahí está el problema, ¿cómo aceptar esa diferencia en nuestra mismidad omnipotente si somos nosotros y nadie más ahí, en ese mundo feliz? Un mundo feliz per aislado, irreal.

 Y la verdad, pienso que siempre estaremos en esta infernalidad, ya que siempre habrá un otro que difiera, que nos diga que nos somos libres para hacer lo que nos plazca, porque existe eso llamado “responsabilidad”, que nos exige situarnos, y aprender a crecer, a ser autónomos en esos resquicios de autoridad en la que nacimos, (Castoriadis nos lo dijo, somos libres en medio la autoridad, lo dado), y ¿Cómo crecer ahí?  Luchando, desafiando, desgastándonos queriendo cambiar lo que llevó años instalarse y muchos más llevará desterrarlos... 

No, pienso, que sería mejor que aprendamos a auto-construirnos en esos mismos espacios donde siempre hay resquicios, el poder no lo abarca todo (Foucault) y ahí aprovechar nuestro potencial para crecer, aprender, y dar lugar a más realidad, esa que soñamos mejor... Pero, hacer esto, nos exige prepararnos, cultivar nuestro pensar, nuestro sentir, y ser más conscientes, sensibles, responsables, y sobre todo, amorosos, porque el amor es una hermosa debilidad que se tiene ante el otro que nos importa, y a la vez, es nuestra gran fortaleza, porque ese otro nos descentra, y entonces somos capaces de hacer todo lo posible porque el otro, se realice, crezca, avance lleno de luz por la vida que le ha tocado vivir.  

Por tanto, el amor duele, en quien ama y por lucha por la realización del otro no la vive fácil, siempre se enfrentara a la resistencia del otro...

domingo, 11 de marzo de 2018

Superar la des-temporalización escribiendo...


Y sigo con mi lectura, el tiempo no se me regala, “construyo tiempo” para leer... Ahora revisé el apartado “La velocidad de la historia” del libro, “El aroma de del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse” de Byung_Chul Han, filósofo coreano, radica en Alemania por lo que leí.

Hoy, la idea que descubrí tiene que ver con la incapacidad que día a día se acrecienta y tiene que ver con “escribir” y ¿qué es escribir?, existe una idea que me gusta y va con lo que leí:

“Escribe, obviamente, aquél que lee. Pero leer no es sólo descifrar signos y recordar o actualizar o desdibujar tatuajes. No escribe quien trae a la memoria lo que ha pasado, ni quien anticipa lo que viene; no lo hace quien se autoconcibe como manantial sin mancha. No escribe ese que sólo transcribe. Ni el inspirado ni el que simplemente clona las palabras. Ni el dialéctico ni el mecanógrafo. Escribe ese -eso- que resbala entre los signos. Eso que no puede detenerse. Escribe eso que no conoce el fin. Escribe, usemos por fin una palabra bonita, y subrayémosla, escribe el deseo”. Sergio Espinoza Proa. ¿Quién escribe? Conferencia leída el día 17 de octubre de 2001, en el Auditorio del Museo de Arte Abstracto "Manuel Felguérez", de Zacatecas, dentro de las actividades de la 2ª Feria del Libro y la Lectura Zacatecas 2001. http://aparterei.com/ap1911.htm

En este apartado se plantea que todo se nos fuga, que vivimos un tiempo des-temporalizado, un tiempo donde nada está articulado.  La des-temporalización conlleva la desaparición de cortes temporales claros, y quedamos en medio de donde todo fluye, transcurre y lo que hacemos, emerge, se desprende, pero poco se relaciona, no tiene la posibilidad de relacionarse, de tornarse experiencia, y sólo deja una sensación de que el tiempo  transcurre con mayor rapidez que antes.  Los acontecimientos se desprenden con tanta rapidez los unos a los otros, que no dejan huella, y se nos amontonan, y ahí, pierden importancia en medio de un exceso de posibilidades pero desconectadas, a la deriva, nada llega a su fin, todo queda abierto, en fuga.

¿Y por qué pasa esto? Según nuestro autor, porque estamos perdiendo la capacidad de narrar la vida, de detenernos, de sentarnos a narrar, a escribir, dice: “La falta de trayectoria narrativa, que funciona de manera selectiva, hace que el narrador no pueda elegir que es significativo. La narración pierde todo ritmo. La dilación y las prisas son dos de los síntomas de la falta de tensión narrativa.”

El tiempo se vive des-temporalizado, desconectado, desarticulado y entonces todo gravita a nuestro alrededor, no podemos atrapar los sucesos, las vivencias, lo que vamos existiendo, lo que construimos y todo se nos pierde, sin emociones, sin nosotros.  Vamos teniendo problemas para recoger nuestro existir (donde se articula ser-pensar-hacer) y tornarlo palabras, darle sentido a la vida, darle tiempo-espacio para detenernos ahí y continuar caminando en piso que se va construyendo pedazo a pedazo.

 No escribimos, y es una realidad escolar.  He visto en los últimos años, el problema de muchos adultos para escribir sus tesis de grado, donde participé, ayudando a construir sentido, ayudando a buscar palabras para decir un “decir-sincero” (Levinas), y no fue una tarea fácil; cada generación, cada año, era más difícil hacer escribir, (porque implica leer, porque de acuerdo a Sartre, escribe quien lee), dos graves problemas de nuestra educación hoy día y a lo que se enfoca la reforma curricular.

Mis alumnos de segundo grado... insisto en que escriban, busco estrategias, me valgo de todo lo que puedo para ayudarle a expresarse por escrito, y los veo sufriendo frente a ideas cortas, sin conexión, donde hay quien grita desde el fondo del salón ¡Maestra! ¡No se me ocurre nada!, ¡No pienso nada! Y ahí estamos, insistiendo en que sí, todos tenemos pensamiento, todos tenemos vivencias, y que necesitamos organizar las ideas, iniciar con la idea y llegar a buen fin y hablo de escribir de 6 a 8 renglones.

Los maestros necesitamos situarnos frente a este problema, y no permitir que esta incapacidad siga creciendo, no podemos quedarnos sin esta capacidad de narrar la vida y con ello, si escribimos, podemos dejar gravitar sin orden, no perdernos en una des-temporalización trágica, porque si no lo hacemos, la vida fluye sin nosotros, nos extraviamos de nosotros mismos.  Para concluir una cita interesante que nos sitúa frente a este peligro:

“La des-temporalizacíon hace que desaparezca cualquier tensión narrativa. El tiempo narrado se descompone en una cronología vacía de acontecimientos. Deberíamos hablar de una enumeración, más que de una narración. Los acontecimientos no se imprimen en una imagen coherente. Éste capacidad de síntesis narrativa y también temporal, genera una crisis de identidad. El narrador ya no es capaz de reunir los acontecimientos a su alrededor. La dispersión temporal excluye toda compilación. De ahí que el narrador no encuentra una identidad estable. La crisis temporales una crisis identitario. La falta de tensión narrativa también imposibilitan la narración se cierre consentido. Basta tan infinitamente de un acontecimiento a otros sin conseguir avanzar, sin llegar. Sólo puede ser interrumpida abruptamente. La interrupción a destiempo sustituye al final consentido."

sábado, 10 de marzo de 2018

¿Coach en la formación de sujetos?


Pues aquí, sufriendo con una idea “...el tutor es un coach que busca el acompañamiento continuo de los docentes para lograr el desarrollo integral y humano integral”.  Estoy tomando un diplomado para formarme como tutora en línea de docentes de ingreso quienes serán evaluados a los dos años de su ingreso al sistema educativo, y ellos, mis tutorados, están tomando un diplomado donde los acompañaré por un tiempo.  Y aquí, en el diplomado, leyendo los materiales,  y la verdad me siento confundida, con deseos de abandonar todo y ya, retirarme de este campo de la formación de profesores, donde he invertido unos 25 años de mi vida, si no es que más...
Me duele como se introducen palabras de un campo a otro y se arrastran ideas instrumentales que simplifican una tarea tan dura, compleja pero tan necesaria, donde no hay que escatimar nada, donde urge la idea más excelsa por más abstracta que sea, hay que negociar con la mejor teoría, adentrarse por la complejidad de los conceptos para abrir puertas de realidades que no podemos ver por falta de una mirada fuerte, enriquecida por ideas situadas en la experiencia, en la realidad.
En lo que reviso, voy entendiendo que ahora puedo ser una “entrenadora” de maestros, y esto no me deja una sensación agradable, me veo inmersa en un nuevo lenguaje, que se instala poco a poco en el campo educativo, al que aún pertenezco, y sé que me veo mal hablando de lo que me da un trabajo, me da de comer, pero a la vez no puedo quedarme callada...
Un “coach” entrena, desata, pule, hace brillar una cualidad ya revelada y la lleva al estrellato, (bueno eso entiendo que es, tal vez mi apreciación es limitada) y un profesor novel, quien apenas se inicia en esto de situarse frente a personas (chicos, grandes), vive un proceso de descubrimiento tanto de sí mismo, del sentido de su profesión tan humana, donde su naturaleza misma es que nunca dejará de re-aprender, de reconstruir ese sentido.  Estos profesores jóvenes están aprendiendo lo que es ser maestro, donde lo que deben saber ya, aunque les duela, es que siempre estarán en descubrimiento de los otros con quienes trabaja, quienes no son cosas, sino con seres humanos en igual proceso de auto-descubrimiento de sí mismos.
Cómo coach ¿que podría yo fortalecer? No me imagino en ese papel, pues entiendo que el maestro se sitúa frente al otro para ayudarle a entusiasmarse consigo mismo, que quien forma tiene el reto de ser hábil para provocar al otro, es alguien que necesita audacia, preparación, sutiliza, gentiliza, fuerza pedagógica para ayudar al otro a que abandone su “estado-amado” donde se siente ya realizado, pues necesita saber que al ser parte de una realidad en movimiento, donde siempre hay que seguirse formando pues lo que funcionaba, pronto, no lo hará.
La educación necesita ser un proceso que mueve, desestabilice, sacuda, despabile, quedarse en los saberes y haceres nos envejece, nos saca de la vida, por ello, de lo que se es y sabe, hay que aprender a usarlo para ser otro, y para ello, necesitamos siempre auto-descubrirnos, reconocer nuestras potencialidades para orientarlas y desplegarlas en toda su posibilidad. 
La formación que promueve un educador discurre entonces por cualquier lado que realice al sujeto frente a nosotros, ¿se puede entrenar esto? Yo no podría, pero sí aprendí a provocar el movimiento del otro, ¿cómo? Bueno, esa es una cualidad muy subjetiva que sé hacer, y me ha quedado claro que nadie es marioneta mío, que la tarea es que cada uno aprende a hacer, esa tarea en la que puede vivir su pasión, que educador debe aprender a construir desde sí mismo, su modo singular de ser quien es, por tanto, eso no se entrena, se propicia el auto-descubrimiento y ya... Por tanto, para mí, la palabra coach, es muy limitada para abordar los retos del profesional de la educación.  Igual la palabra tutor, me siento trabajando con profesores menores de edad... y no, son profesores adultos... otra palabra que achica la mirada e instrumentaliza la compleja tarea.
Definitivamente no estamos ante una actividad simple, tiene muchas coyunturas, intersticios, zona oscuras que revisar...  Como le leí una vez a Umberto Eco, la teoría es difícil, pero hay que vivir el reto de leer, de pensar complejo, porque la existencia lo es... bueno, eso le entendí.
Luz Divina Trujillo
10-marzo-2018