Este libro, se plantea el reto de abordar un problema de tiempo presente y para ello, sigue una metodología escritural que le apuesta al reto de resituarnos en este aquí-ahora, de recolocarnos frente a una situación que ya tiene cuando menos una década gestándose frente nosotros pero como es normal, se nos pierde, escapa debido a que nuestras ideas, formas de pensar, sentir, hacer, son el resultado de experiencias que provienen de un tiempo pasado, y por ello, estamos más en la nostalgia, en el añoro de sentir que las cosas no suceden como eran. Y sucede que la realidad se renueva día a día a gran velocidad, pero nuestras formas de pensar y sentir el mundo tienen un ritmo menos acelerado, y así, nuevas situaciones inéditas de pronto asaltan afectando nuestras vidas cotidianas. Se nos resquebraja el piso…
En este libro se plantea el problema de la creciente tendencia del “generismo”, ¿Qué es? Según lo que entendí, es la difusión de un pensamiento-sentimiento donde la decisión de quien soy ya no surge del patrón cultural que designaba nuestro sexo, es decir, ser mujer u hombre, históricamente nos ha atribuido un rol en la sociedad, muchas veces en detrimento de la mujer y con más valía para los hombres (el llamado patriarcado), pero desde hace cuando menos una década, ya no será el sexo asignado al nacer, nuestra biología binaria que garantiza la procreación de la especie, se busca que ya no sea relevante, sino que ahora el sexo biológico hombre-mujer se “sienta” como un accidente del cuerpo, y como tal, pueda modificarse a voluntad, así que si hoy me place, puedo sentirme mujer por la mañana y por la tarde hombre u otra forma de “generismo” de los últimos que se han inventado, he aquí un listado pequeño de los que se van acumulando día con día: agender, androgyno, bigender, cisgénero, demigénero, género fluido, género no binario, género neutro, géneroqueer, hombre, intergénero, mujer, multigénero, no género, no hombre, no mujer, otro género, persona de género, persona de género expansivo, persona de género no binario, persona de género variante, pangénero, etc. Dicen que la ONU aprueba 112, pero en algunas páginas de Internet se desmiente, lo curioso, es que "mujer" y "hombre", aparece otro más en esta larga lista de 33, cuando las mujeres y hombres no son minorías, es más las mujeres somos más de la mitad de la población.
La
autora, Alicia Miyares, siendo muy didáctica, inicia planteando que tenemos una
batalla que librar frente al “Feminismo Sentido o Feminismo Queer” y para ello,
hace un sistemático análisis del movimiento Feminista Político, denunciando, como
en el mismo seno de este histórico feminismo, surge por los 90s, una especie de
“caballo de troya” que pretende destruir lo caminado en defensa del sujeto “mujer”
para otorgarle políticas de igualdad en el despliegue social.
Por
ello, en el libro se hace historia del movimiento feminista reconociendo “olas”,
palabra que se usa como sacudidas lentas a la supremacía varonil destilada por
siglos, pues como sabemos ya desde la misma palabra de Dios (hombre), quien
hace “nacer” a la mujer de Adán (sin tener la cualidad biológica de parir), se
otorga a la mujer un lugar subordinado frente al hombre, no decir silenciado y
utilizado al antojo del poder patriarcal.
Me alegra ser mujer hoy, y no hace 100 o 200 años; el Feminismo Político,
a cargo de mujeres valientes dejó una herencia positiva para nosotras.
Ha sido interesante
y pavorosa, ver leer las ideas de varios
teóricos como Aristóteles, Darwin, Nietzsche, Freud, y muchos otros justificado,
explicando cómo somos las mujeres y justificando así, nuestro lugar social en
cada época histórica (yo, admiradora de alguno de esos teóricos, me quedé
helada).
Pues,
con estos análisis históricos, se pueden ver las defensas de mujeres de su dignidad,
de su capacidad de pensar y ser mujeres-ciudadanas, así tenemos a las primeras
luchas que defienden el lugar ciudadano de la mujer: el movimiento ilustrado
donde se rebaten las concepciones de ser mujer, el movimiento sufragista, que
busca la participación política de las mujeres en su búsqueda de igualdad, el
movimiento de la tercera ola, que busca políticas de género más plausibles para
todos, igualdad, respeto, la atención a una agenda de marcados problemas que afectan
a las mujeres, y toda esta explicación la realiza empleando lo argumentos que
se utilizaban para derrocarlas, sin embargo, las mujeres avanzaron con su
agenda hasta los años noventas y sucede el nacimiento de la nueva batalla: el
movimiento de las mujeres se empieza a dividir entre Feminismo Político (este
que hemos venido narrando) y el “Feminismo Sentido” (ahí se sitúan las llamadas
feminazis por su lucha violenta), que surge de mujeres antes invisibilizadas,
que con las nuevas políticas logradas empezaron a levantar la voz y decir, que en
esas luchas femeninas, lentas, sólo se reconocían a mujeres euro centristas y
blancas, que las mujeres negras, indígenas, con ciertas prácticas sexuales no
tenían lugar y se inicia la disgregación, con apoyo de ideas posmodernas que
facilitaron la fragmentación del movimiento que buscaba mejoras a la relación
sexo-género en lo amplio, hacia todos, donde claro, entraban las minorías.
Y
sucedió al revés, entramos al gobierno de las minorías refugiadas en sus
propias ideas de género, dando lugar al “Generismo”.
En los
noventa, se inicia un pensamiento desestructurador; son los tiempos de las
ideas Foucault quien pone en el centro la discusión sobre el poder, las ideas
de opresión, igual Derrida cuyas ideas sobre la deconstrucción de los meta-relatos
de la modernidad enfatiza las falsas promesas de progreso, y todo empiezan a
cuestionarse, se da un quiebre y se carece de nuevas teorías, todo va quedando desestructurado,
sin saber cómo reconstruirlo con la velocidad que se necesita.
Así, en
este contexto de fracturas, el Feminismo Político ve cómo teorías empiezan a quedar
marginadas ante la emergencia de los discursos de las mismas mujeres antes sin
voz, quienes inician una oleada de críticas con el afán de desestructurador, y
al dejar todo abierto, aquellos conceptos que organizaban se enfrentan a ideas
que subvierten el orden y dan lugar a un nuevo enfoque que conviene a muchos
desde adentro y desde afuera del feminismo político. Se impone un nuevo modo de pensar, ya no será
la relación sexo-género la que analice las estructuras que demuestren cómo el
sexo masculino, se comporta frente al sexo femenino, ni se buscará más librar
la batalla de la desigualdad de género cultural definido por el sexo.
No, la
relación varón-mujer, sexo-género, se deconstruyen, y se da lugar a nuevas
ideas que son acogidas por grupos minoritarios quienes se sienten abanderados y
crecidos con estas nuevas ideas, sin darse cuenta de la destrucción del avance
del Feminismo Político que tanto hizo por la desigualdad humana, se deja crecer
el “Feminismo Sentido o Queer” y vemos inundarse nuestro mundo de ideas como:
- que la dicotomía biológica entre varones y mujeres debe ser borrada en beneficio del género sentido;
- que el binarismo varón/mujer, el binomio hetero/homo, no tiene por qué enfatizarse más. Se dirá entonces que el género sentido, es mejor que la hegemonía heterosexual;
- que el «sexo» no se otorga al nacer, sino que es una construcción de cada uno;
- y que debe existir una definición plural del género para desbancar los estrechos márgenes que antes aportaba el género femenino y masculino.
Y ahora,
estamos en esta "distopia"; vivimos en medio de paradojas, problemas, situaciones
complejas que no sabemos como atender. Ante
la fractura conceptual de los últimos tiempos, donde todo se diluye, está la incapacidad
de reelaborar nuestros pensamientos por el aumento de una información que desinforma,
la influencia nociva de las redes, el énfasis en lo emocional más que lo racional, todo está quedando
en aire, suelto.
Así, nos
vivimos una cotidianidad asaltada con este asunto del "generismo múltiple", nuestros hijos,
que son parte de las tendencias de estos tiempos tan abiertos, se encuentran
con estas ideas y son arrastrados y nosotros en nuestra ignorancia con ellos; así,
una mañana nos levantamos y uno de nuestros hijos no puede decir “mamá, hoy me
siento hombre o mujer” según sea el caso.
Esto sucede con niños, con adolescentes y vemos que existe una serie de
campañas que nos imponen un “aceptación” que no entendemos. ¿Y la aceptaremos?
Igual
vemos ideas flotando sobre el cuerpo, donde se argumenta que éste puede ser modificado
a voluntad, un cuerpo de mujer sin pechos, hormonado para verse de formas que
solo la persona puede imaginar en su “género sentido”, o podemos ver hombres sujetos
a cirugías buscando parecer lo que en el ideal de sí mismo, no tiene tan claro.
Y estos
cuerpos, vistos como herramientas, ¿acaso no son personas? Hemos crecido pensando que
desde nacemos, nuestro cuerpo no sólo es cuerpo, materia, sino que es una persona que piensa,
siente, desea, se busca, en el mismo cuerpo somos lo que llegaremos a ser ¿podemos decir ahora "soy sin este cuerpo"? ¿podemos separarnos de nuestro cuerpo y usarlo a
ultranza, al antojo de hoy?
Ahora bien, ¿Qué está sucediendo en las escuelas? Si la familia ya está siendo cooptada por este “generismo sentido” ¿cómo se está recibiendo, percibiendo en las escuelas? ¿estamos pensando estos problemas a la hora de planear nuestras clases? ¿cuántos problemas de la subjetividad humana se está forjando y no lo sabemos? ¿acaso incidir en una subjetividad sana no entra en nuestro trabajo? ¿En qué problemas formativos estamos metidos los profesores y no lo sabemos?
No sé si
describí el sentir que me provocó este libro.
Cada uno tendrá que leerlo. Yo me he quedado rebasada…
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