viernes, 23 de agosto de 2024

 


Javier Gomá Lanzón. Universal Concreto. Método, ontología, pragmática y poética de la ejemplaridad.  TAURUS, Barcelona,2023. Edición Electrónica.

 

El autor nos invita a practicar una filosofía mundana, que entiendo como la capacidad de reflexionar los problemas de nuestro tiempo de manera fresca, siendo capaces de comunicar de manera clara, sencilla las explicaciones que podemos elaborar en torno a las preguntas que nos llevan a invertirles un tiempo, una dedicación que nadie nos exige, pero que necesitamos compartir con los demás.

Pero, sucede que tal ambición intelectual, exige formación filosófica, conocer los sistemas de pensamiento que los grandes pensadores de todos los tiempos han planteado al mundo, necesitamos apropiarnos de conceptos y comprender las respuestas que dieron a las preguntas de su tiempo, para luego traerlos al nuestro y utilizarlos para mirar con ellos nuestras propias realidades, esto es lo que entiendo por la “Filosofía mundana” de Javier Gomá Lanzón.

Y en el primer tercio del libro, fundamenta este modo de filosofar. Dice que es importante apartarnos de una noción cientificista de la filosofía, que es necesario convivir con ella de una manera literaria pues como tal, perdura por el tiempo de una manera estética para abrevar de ella con gozo idealista y cierta ingenuidad que, de pie a mantener las ideas abiertas, sin perder rigor, sistematicidad para ser utilizadas en el Hoy.

La primera parte del libro, reconozco que ameritó una lectura tenaz, pero también curiosa, y esto ayudó a no abandonar el texto. Y es que sí se necesita contar con cierto nivel de conocimiento de los sistemas de pensamiento filosófico, pues como es natural, el autor va nombrando autores (griegos, del medievo, del renacimiento, de la época moderna) y con ellos, va mostrando su propia filosofía, para abordar el problema de ejemplaridad.

A Javier Gomá se le llama el filosofo de la ejemplaridad, tiene varios libros, sólo he leído Dignidad y éste, “Universal Concreto” donde sistematiza ideas abiertas en ensayos y otros libros, de ahí la riqueza y la exigencia teórica para comprender la sistematización lograda.

Inicia planteando cómo la filosofía terminó aportando conceptos universales, abstractos, organizados en una lógica lingüística, formando un canon de pensamiento, y nosotros, nos apropiamos de ellos como palabras abstractas que pretenden abarcar una realidad, un todo pero al hacerlo así, se pierde lo particular, lo concreto se despersonaliza.  Él necesitaba cambiar esta lógica para hablar del poder que tiene el “ejemplo”, debido a que este acto se vive en la realidad, no se teoriza; el ejemplo al concretarse, sin más, es llamado a la repetición, y por tanto a su universalización, pues todos, a través de nuestros actos, somos un ejemplo para los demás, y los demás, son ejemplo para nosotros, y eso lo hace universal.  Entonces, su teoría sobre la ejemplaridad sólo puede abordarse desde lo “Universal Concreto” (Me costó algo entender esto, y aun tengo dudas…) 

Abre varios ejes de análisis para plantear su teoría de ejemplaridad y para ello, recurre a todo su acervo filosófico, nada menor;

-Por un lado, nos narra bellamente como pasamos del ejemplo del héroe de la antigüedad, al ejemplo del hombre del siglo XXI, (Es algo que no se puede narrar, hay que leer el libro), explica como durante edad antigua y medieval, todo era explicado por una visión total, que el orden lo daba la naturaleza, el cosmos, y en él, el ser humano era una parte, la explicación de quien era, se daba fuera de sí mismo. Pero, con la modernidad, nace el sujeto, quien se yergue y cobra fuerza su interioridad del sujeto, su humanidad, nace el individuo y con esto, inicia una escalada de cambios sociales, económicos, culturales, etc.

-Con la emergencia del sujeto, se inicia la discusión sobre la dignidad.  La dignidad es el reconocimiento del valor de la individualidad de cada uno, del respeto que nos merecemos, y que debemos a los otros.  Este concepto, en la largura del tiempo, ha ido dejando cambios en la vida de las personas a partir del reconocimiento de derechos y responsabilidades que las dignifican.

-La dignidad nos permite reconocer la magnanimidad del ser humano, su potencial, pero a la vez, se descubre y aborda un “asunto oscuro” que a todos nos compete, nuestra muerte.  La modernidad, al dar el giro hacia uno mismo, nos lleva a vivir el reto de enfrentar la tragedia de vivir, de llegar al momento de convertirnos en cadáver, y que la manera de sobrellevar esta situación es comprender que necesitamos vivir nuestra individualidad como proceso de dignificación, lo que implica una constante reformulación de nuestra subjetividad, y para ello necesitamos ayuda de los demás, del arte, de la belleza, tornar las cargas de la vida en belleza, amistad, compasión.

-Nos dice, que hoy día, “somos los mejores”, ante el progreso material, tecnológico, y moral del que gozamos.  Nadie quiere regresar a 100 años atrás. Pero, paradójicamente estamos en un descontento generalizado, por un lado, asumir que nuestra condición individualizada nos responsabiliza frente la libertad, la exigencia de vivir una dignificación siempre en proceso de mejora en un mundo adverso, que impone límites al deseo, nos demanda hacernos cargo de nuestras vidas en una sociedad liberal de pocas oportunidades, etc. Estamos en descontento y por lo general buscamos culpables.   Nuestra democracia liberal produce descontento desde dentro de uno mismo porque pone la mirada en el corto tiempo de la vida y en esto sólo se mira la limitación personal, pero se pierde la mirada del progreso en el largo de la historia.

-Y si somos los mejores ¿por qué somos vulgares?  Llama vulgaridad a la tendencia a ver en forma naturalizada lo que nos rodea, a normalizarlo todo con explicaciones simples; es una especie de conformismo frente a las fuerzas que orientan la vida cotidiana, y como personas menores de edad, se responde en forma obediente a las tendencias, a las fuerzas, no se pregunta, sólo se obedece a lo que domina.  Somos vulgares al dejar de vernos como un origen, un comienzo, un proceso constante de reformulación de la subjetividad, la clausuramos.  Ante esta tendencia plantea la necesidad de una “Visión culta” entendiendo culto como la capacidad de asumir que todo puede ser revisado, que todo es temporal, relativo, y por tanto, esto invita a preguntar, conocer, a responsabilizarse ante lo que sucede. Si hoy somos los mejores en la historia humana, seguimos siendo imperfectos, menos que antes, que seguimos en el proceso de mejorar.

Y sobre la ejemplaridad, aclara que no es asunto de unos pocos, ya que se trata de una ejemplaridad igualitaria, pues todos somos ejemplo querámoslo o no. Pero la ejemplaridad positiva, virtuosa tiene el reto constante de reformar su subjetividad, de cultivar su visión y de contar con un corazón educado, sensible frente a actos que atropellan, que envilecen y ante ellos, con una educación emocional defender la dignidad de los demás, desde la dignidad de sí mismo.  Aunque, tenemos el problema de las personas ejemplares, quienes en medio de personas que no reforman su subjetividad, en vez de seguir su buen ejemplo, reciben resentimiento, odio.

Y… aquí lo dejaré… creo que lo mejor es leer este libro.  Yo necesito volver a algunos párrafos, y, sobre todo, poco a poco, hacerme de más conocimiento de la historia filosófica y así reformar mi eterna vulgaridad, es decir, mi imperfección

 

 

 

 

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