jueves, 29 de diciembre de 2022

La Neurociencia en la mercadotecnia y la política.

 

César Monroy-Fonseca, Claudio Nassar. Neurociencia: La Súper Carretera De La Toma De Decisiones.  SEELE Neuroscience S.C, 2016, Edición Electrónica.

 Leía a Antonio Damasio, sobre emociones, sentimientos, esa larga historia evolutiva de la primera forma de vida hasta lo que hoy somos  y de pronto, alguna cita me llevó a buscar a un autor (que no era éste) y terminé con este libro, que por el título, eso de la  supercarretera me llamó la atención, entendiendo esto, como caminos neurales que desatan emociones y acciones ipso facto. 

Pues prometía explicarme por qué tomamos los caminos por los caminamos. Lo leí, no me agradó que no tuviese bibliografía como todos los libros, sus autores fueron nombrados en el texto mismo, en la redacción de sus ideas, tampoco vi esa separación puntual que hace Antonio Damasio entre emoción y sentimientos (aunque confieso que es algo que sigue confundiéndome, pero me parece una distinción necesaria), sin embargo, interesada por ver como explicaba nuestra capacidad de decidir, lo terminé.

El libro describe, nuestros sistema nervioso, lo divide en parte 1 y 2. El sistema 1, no explica que tiene que ver con lo emocional muy vinculado a los sentidos y esa necesidad de sobrevivencia que no se piensa; la parte 2, no se trata de ese proceder automático, sino la implicación de nuestra subjetividad con relación al contexto y nosotros mismos.

En el avance, me agradó que dijera que era un error pensar que cerebro y sujeto están separados, me dio la impresión que defendía nuestra capacidad de subjetiva en la toma de decisiones, pero en la medida en que se avanza, esa  mención se extravía y con los  experimentos que sugiere, va concluyendo que nuestros sistemas 1 y 2, pueden ser objeto de manipulación por adecuadas estrategias de mercadotecnia con fundamentos en los avances del funcionamiento de nuestro cerebro.  Conocimiento que igual sirve al mundo del marketing político.

Y sí, fue explicando esas técnicas de manipulación de la subjetividad, y terminé algo desanimada.  Finalmente, nuestra toma de decisiones es una supercarretera en manos de quienes desean algo de nosotros.  Se construyen experimentos, estrategias y poco a poco somos llevados al punto de decisión que interesa a cierto poder o finalidad. Me impresionó cómo se utiliza este conocimiento en las campañas políticas.  

Ha sido interesante conocer este funcionamiento y manejo de nuestra subjetividad, pero quiero pensar en esa idea que leí, que no puede pensarse al ser humano  sólo desde el funcionamiento de su cerebro, que sin bien somos eso, respondemos emocionalmente por el mal gobierno que tenemos de ellas, también esas respuestas que no se piensan son parte de esa oscuridad que somos, que también se activan esos resortes desconocidos de nuestra subjetividad don van deseos, recuerdos, sentimientos, y que nuestra respuesta es humana, demasiado humana, por lo tanto, no es tan previsible.  Nuestra respuestas pueden sorprender al más confiado debido a nuestra demasía de sentido, esta capacidad de lenguajes, de idear, rompe toda prescripción decretada sobre nuestro modo de ser y actuar.

Tal vez estoy pensando como educadora, no como mercadóloga, y que desde este terreno, somos capaces de formar a personas capaces de trabajarse a sí mismas, de gobernar sus emociones  y sentimientos, de pensar en las consecuencias de sus acciones, en forjarse como personas fuertes, bien situadas, responsable y atenta a estas formas de manipulación.

El asunto, es que nuestros educación está algo extraviada, nosotros también y pues somos terreno fértil para todo tipo de campañas que pretenden atraparnos desde nuestras subjetividad.

Es un libro para personas que se dedican a la mercadotecnia, al diseño de campañas políticas;  y a mí me interesó como formadora de maestros, quería saber más sobre cómo impulsar supercarreteras autoformativas... entiendo que no pasa por ahí, la formación es un trabajo que nace desde el deseo de cada quien, y que la tarea es favorecer ese deseo. Autoformarse es una decisión personal, pues es quien tendrá que desmontar en sí mismos ideas, prejuicios, sentidos y reconstruirse, y la verdad, no es fácil.

Bueno, cuando menos me he dado cuenta, en que se está empleando todo este nuevo conocimiento de las neurociencias... yo seguiré con Damasio.


sábado, 10 de diciembre de 2022

Apropiarnos del tiempo en su aceleramiento. ¿Puede ser una finalidad curricular?

 

Luciano Concheiro. Contra el tiempo. Editorial Anagrama, Barcelona, 2016. Edición Electrónica.

 

Un libro, lleva a otros libros y ya no sé cómo me encontré con este libro que habla del tiempo, de su aceleramiento hacia el futuro, aportando al final una propuesta sobre cómo se podría enfrentar, lo que hace pensar de entrada que esta aceleración que no se reflexiona, no nos va bien, que nos afecta como humanidad.

Este tema me es atractivo, y sólo por el título lo fui leyendo, pero ya en la tercera parte de libro me fui haciendo preguntas ¿Por qué siempre se culpa al capitalismo de todos nuestros males? ¿Por qué subsumir los esfuerzos creativos del ser humano al ganar-ganar indiscriminado? ¿Por qué el capitalismo es el culpable de todas nuestras desgracias y no nosotros, los seres concretos por nuestros actos? ¿Por qué se construye un culpable amorfo, abstracto, inconmensurable al que se le atribuyen todos nuestros problemas de convivencia social?

Desde hace un tiempo, me esfuerzo por no extraviarme en reflexiones que siempre encuentran a un culpable con la forma de un poder inmenso, que se impone y contra el cual tenemos el deber de luchar, lidiar complejas batallas que difícilmente se ganan.  Pertenezco a esa generación que pensó en hacer la revolución, hacer cambios a la historia, y como buenos quijotes, había que luchar contra el capitalismo siniestro, inmenso, pero abstracto, como un “molino de viento”.  Pero me pregunto ¿Al pensarlo así, dejamos de pensamos como sujetos que encarnamos esas lógicas que deprendan al mundo? ¿Desde esta postura no evitamos reconocer, que el monstruo está en nosotros y lo hacemos realidad? ¿Qué la batalla está en nuestro interior?...

Planteado lo anterior, diré que no desistí, terminé el libro.  Éste, se organiza en 6 apartados sin título, un dígito simple anuncia el que sigue, dejando al lector sin posibilidad de anticipar las ideas que siguen… De entrada nos avisa que por ser víctimas de la aceleración, será un libro breve, y sí, lo es.

Bien, en el primer apartado (1), relaciona el progreso de la humanidad, con el capitalismo.  Esto es,  explica que desde tiempos remotos, el ser humano fue pasando actividades mínimas para la vida a otras con el uso de herramientas producto de su inventiva para tener más oportunidades de sobrevivencia, facilitándole la vida, así, de la hoguera que ilumina la cueva, llega a la vela, la lámpara, el foco, etc.  El caso es que el hombre fue transformando su modo de vivir gracias a esa “demasía de sentido” que nos hace transcendernos, imaginar, pensar en realidades posibles, para mejorar y por qué no, acumular.  Todo esto proceso de inventiva, aceleró procesos, lo que hacía con las manos, pasó a realizarse con máquinas, el tiempo de producción se aceleró, y nuestro autor, argumenta que todo esto sucede por un afán de riqueza, de obtener ganancia, de obtener todo con rapidez, y eficiencia.  Lo subordina al progreso capitalista.

En el apartado 2, la discusión gira en torno a la relación tiempo-políticas. Se remonta al siglo XX para decirnos que fue un tiempo donde se pensó en las revoluciones, como esas estrategias de transformación para alcanzar  un futuro de libertades, sin un poder hegemónico (capitalismo) que impidiera el desarrollo del hombre. Que, por ello, tales logros  dieron lugar a grandes monumentos, murales, y dejar huellas testimoniales a la posteridad de las grandezas logradas, eran legados históricos, donde la idea de futuro, era fuerte.

Pero, con el aceleramiento del tiempo gracias a la producción, a la inventiva capitalista, ahora todo es rápido, fácil y la política ha quedado atrapada en sus lógicas, y todo lo que se hace no tiene duración, todo se resuelve en el presente, todo queda en el cortoplacismo, favorecido por el avance mediático, que hace de la información una saturación, que tan rápido como llega, necesita olvidarse para consumir más información que es útil momentáneamente.

 En el apartado 3, reflexiona sobre la relación aceleramiento-cotidiana, y nos dice que estamos en medio de una aceleración del tiempo que afecta, nuestros modos de pensar, sentir, imaginar; nuestra subjetividad está siendo atrapada y enferma, dando lugar a relaciones corta, a la perdida de sentido, a la incomprensión de una realidad que nos hace creer que día a día realmente somos más libres, sin ver la inestabilidad laboral y social.

En el apartado 4, ya aparecemos como personas atrapadas en un tiempo que fluye y nos arrastra, ante el cual no tenemos capacidad para resistir, y nos lleva cooptados por las promesas capitalistas que lo fundamentan y que ya no podemos detenernos a pensar.

En los apartados 5 y 6, aborda la relación entre aceleramiento-instante. Discute que, sí podemos resistirnos a la aceleración del tiempo, sí podemos aprender a detenerlo, evadirlo; la solución que nos plantea es la vivencia del instante, que exige detenerse, aprender a mirar, a poner atención, a concentrarse para vivir así, desde la misma cotidianidad de la vida. Esto lo hace con la ayuda de conceptos de Bachelard, lo cual me hizo sentir reconfortada pero no pude evitar hacerme otras preguntas ¿El ser humano no es un lapso de tiempos entre el nacimiento y la muerte? ¿Estos tiempos que somos no responde al tiempo que se vive? ¿Tenemos que estar en confrontación entre los tiempos que somos con los que vivimos?  

En estos últimos dos apartados, discute sobre el instante, recurre a varios autores, en especial a Bachelard como ya dije, (autor de mis preferencias). La idea que defiende es la de aprender a darnos cuenta que en la vida cotidiana, tenemos experiencias que sin quererlo, nos detienen, donde vivimos el tiempo de manera vertical, es decir, que en el fluir del tiempo, se forman nichos, espacios, donde nos detenemos, por la naturaleza la intuición experimentada. 

Y en eso estoy de acuerdo, la idea de Bachelard refiere a un tiempo subjetivo, el tiempo como intuición, a este saber del tiempo sin pensarlo, que sólo existimos, y en esa vivencia un instante, puede ser un tiempo alargada, ahondado en el acelerado fluir, y detenernos ahí, de acuerdo a como se necesite. La propuesta del autor es que este suceso de realice con mayor conciencia, no sólo como intuición, sino que aprendamos a detenernos en medio de la aceleración del tiempo que se vive.

 El libro favorece pensar que vivimos un aceleramiento que difiere de hace un siglo, de hace una década, de antes de la pandemia reciente; nos lleva a pensar en la enorme capacidad de imaginar y construir del ser humano, quien forja herramientas para su beneficio, cuyo buen o mal uso invaden nuestra vida, transformándola.  Nos hemos vuelto rápidos en todo y tal vez, no todo necesita ser tan rápido, tal vez necesitamos aprender a acelerar y desacelerar procesos, necesitamos asumirnos como tiempo en el tiempo, sin ser arrasados.

Nosotros mismos tenemos ahora una calidad de vida permite vivir más tiempo, aceleramos nuestra duración de la vida; la ciencia y la tecnología impacta todo y pienso, que más que preguntarnos por el despiadado capitalismo, cabría reflexionar sobre nuestra capacidad de reflexionar el tiempo, que si bien es una intuición, podría ser llevado al nivel reflexivo, hacerlo pensamiento y hacernos cargo de su fluidez, ser más conscientes de sus efectos en nuestras vidas, comprender la aceleración que estamos experimentando, reconocer las nuevas sensaciones de ser parte de un fluido de sucesos tan rápidos, que parecen confundirse entre presente y futuro, parece llegar demasiado pronto.  ¿Qué está sucediendo en nuestra subjetividad con esta aceleración? ¿nuestra imaginación tiene una velocidad que se va siendo igualada con los nuevos ritmos temporales? ¿nuestra capacidad de imaginar es menos veloz que el aceleramiento temporal actual?

Necesitamos pensar el tiempo para poderlo llevar por nuestro beneficio, y aunque esto no lo dice el autor, me hizo recordar al tiempo desde la perspectiva del Kairós y la de Cronos.  Bajo la idea del Kairós nos situamos en la experiencia de la existencia, la variable duración de lo que sentimos, por ejemplo no dura la mismo la experiencia de una noticia buena, que la de una mala, dependiendo de lo que se viva, se acelera o desacelera dentro de nosotros un caudal emocional y vivimos la experiencia del tiempo deseando que dure o que ya termine, se trata de una experiencia subjetiva del tiempo. En cambio, desde la idea de Cronos, que nos es más habitual y sufrimos sin misericordia, es el tiempo cronológico, el día tras día, el tiempo medido y sin fin que se nos impone.

Definitivamente, somos y estamos en el tiempo; todo es tiempo, por ejemplo, la educación es tiempo, se posiciona desde lo que traemos (pasado), se posicione en los sentidos del presente que deseamos de vivan en el futuro.  La educación se concreta con el tiempo, se revela en futuro.

La idea del autor de asirnos de la intuición del tiempo, volverla intencional, es bastante rescatable (aunque no eso de resistirse, somos tiempo en este tiempo, hay que aprender a vivir en él), pensar al tiempo y darle la velocidad subjetiva que cada uno necesita en esta aceleración imparable en la que estamos adentrándonos.  Necesitamos apropiarnos de esta intuición para comprender hacia dónde vamos con tanta velocidad. Y para lograr tal objetivo, necesitamos de una educación que aborde estas complejidades, lo cual es otro asunto.  Por mi larga estancia en la educación, he visto que priva una idea de tiempo cronológica ordenada por ciclos, años, cada uno en su espacio de tiempo, sin reconocer la capacidad de conectarlos, y la educación termina como tiempo concluido, cuando es un proceso abierto, es fluido de tiempo.

En estos días en que se está pensando en el cambio curricular, momento que nos obliga a pensar qué formación necesitamos para el tiempo futuro ¿la aceleración no es un asunto importante? ¿Podría ser este asunto una finalidad formativa que necesitamos comprender y hacernos cargo?

Bueno, como siempre, les recomiendo leer este libro, salvo este afán de tener un culpable en el desigual progreso humano, me parece un buen ensayo y que nos plantea problemas para pensar y resolver, en este caso, desde nuestro lugar: la educación.

jueves, 27 de octubre de 2022

"Vivir-queriendo": la impronta de existir sabiéndonos mortales.

 Emma León Vega. Vivir queriendo. Ensayos sobre las fuentes animadas de la afectividad. UNAM-CRIM-Sequitur, Madrid 2017.

 Desde mi encuentro con Hugo Zemelman no había sentido esta sensación de mudez después de leer un libro.  Al leerlo, me sentí implicada, pero con el problema para liberar los pensamientos, emociones, preguntas provocadas; puedo explicarme esta sensación con una idea planteada en el libro, que leer estos ensayos produce una "demasía de significación", de sentido, ante la cual no se cuenta con el lenguaje para hacerla palabra.

Es un libro extraño, pero como le escuché a José Luis Trueba Lara y a Oscar de la Borbolla en sus pláticas de cada jueves (que no me pierdo), existen demasiados libros, pero sólo algunos son para cada quien (eso descansa), y definitivamente, siento que este libro con toda su complejidad, me importa ¿Por qué? No lo sé…

Es un libro que leí hace ya cuatro años, (está subrayado de principio a fin), y terminado, le coloqué un postick en su portada que dice ¿Cómo reseñar este libro?  En aquel momento, no pude decir nada, aunque tuvo la fuerza de llevarme por sus páginas, dejándome la sensación de ignorancia, es decir, ideas tan interesantes necesitaban de otros para comprenderlas mejor, fue entonces cuando busqué a Antonio Damasio y algo de Spinoza, y de este modo, avanzar en el interés provocado.

Y eso hice durante cuatro años, tiempo en que empecé tres libros de Damasio, dos quedaron a la mitad y terminé uno, igual, revisé algo de Spinoza, tengo dos libros iniciados, y revisé otros sobre la subjetividad que se me fueron cruzando durante este tiempo, pues como digo, un libro me fue llevando a otro, hasta que me regresaron al libro del comienzo.   

Nuevamente tengo el libro terminado de principio a fin, ahora en formato electrónico, y como dice Savater, ser disciplinada es la clave del aprendizaje.  Terminé el libro hace más de una semana, y le he dado vueltas y vueltas, buscando cómo hacer palabra este nuevo ejercicio de lectura. Hoy, no volverá este libro a su lugar en el librero sin que hable de él. Y aquí estoy.  

Comienzo enfatizando que el asunto que aborda es de suma importancia para la comprensión de nuestra singular subjetividad.  El abordaje que hace tiene ejes de discusión que yo no conocía y de los cuales me declaro ignorante, pero necesarios de conocer, ya no sé si tiene un enfoque filosófico, antropológico, psicológico, neurológico, biológico, sociológico, pues son todos a la vez, y desde esta articulación de ideas abiertas y diversas nos habla de la necesidad de reconocer al ser humano como un ser encarnado, un ser contenido en un cuerpo de carne y hueso donde suceden nuestras afecciones, emociones, sentimientos, humores, temores, sentidos, que aporta una visión menos idílica de nosotros.  Ella nos plantea como cuerpos respirantes, animados cuya subjetividad se auto posee, que sufre y afecta a otros durante la vida que vive.

Este ser encarnado que somos, cuerpos animados producto de una larga y compleja morfogénesis que se experimenta en primera persona, sólo uno mismo experimenta la vida que vivimos, y esta vida es deseante de más vida para perdurar en la demasía de realidad que nos rodea; a este deseo de vida le llama “vivir queriendo”, pues la vida se anhela sin enfermar, sin eclipsarnos, sino se trata de vivir queriendo más vida sin importar nuestra impureza como humanos concretos. Este complejo abordaje sucede en cuatro largos ensayos:

I. Venimos de la humedad, humus, ánimus, vida.

II. El deseo originario.

III. Un querer hecho a la medida.

IV. La todo-abarcante tierra que me anima.

Como ven, los títulos, son uno y todos a la vez en el reto de describir que la vida nos sucede y que desde ese momento quedamos sin escapatoria, la consigna es vivir, vivir no importa qué, pues estamos expuestos al mundo que nos recibe, que habitamos con los otros, quienes igual que nosotros, tiene esa inevitable “originaria querencia” de existir en medio de la contingencia, la improvisación, sometidos al régimen de la materia viviente propia del nuestro habitado, siempre demandante de existencia; lanzados al mundo, desarrollamos una egoidad que permite sabernos en la vida, una vida empírica, única, pero entramada en las realidades cambiantes por nuestro propio cambio. Somos un cuerpo animado que enfrenta la carencia, la pérdida, pero tiene la impronta de vivir sabiéndose mortal.

En esta “querencia de más vida”, tenemos una voluntad férrea de perdurar, tenemos una sed de vida y para lograrlo, apelamos a nuestras potencias, desde ellas hacemos frente a las carencias y necesidades sin pasar por criterios éticos, sólo nos dedicamos a vivir, a auto conservarnos en cada acto de existencia, lo cual no pasa por la reflexión, es un querer prescrito que pulsa e impulsa al cuerpo, es un querer encarnado siempre insatisfecho.

Y además, afirma este deseo de vida, se trata de un “querer  hecho a la medida”, de una encarnación que se dobla sobre sí misma, de tal forma que nos sabemos, que nos percatamos como uno, único, entre los otros, nos sabemos distintos al resto de los demás, y que la única certeza que se tiene, es “el aquí en mí”, y por ello,  sabemos que nos pasan cosas, cosas que sólo a nosotros sentimos, que nadie vive la vida por nosotros y este saber exige tener un sentido, y tal necesidad, lleva a la idea del “Yo” un yo pletórico de potencias, del que emana conciencia, percepciones y querencias, fuerzas con las cuales intentamos apropiarnos del afuera en medio de tanteos que va dejando una confusión entre lo real y la ficción, pues en este afán de construir sentido, damos por sentado que el afuera es como lo captamos y terminando cautivos de las realidades que fabricamos a partir de los modos de sentir y querer encarnados. 

Con esta lectura, es posible pensar que nuestro cuerpo, anidan emociones, sentimientos, pensamientos, que se ponen en juego en cada presente que se experimenta dando lugar a una memoria sensorial que nunca olvida. Somos recipiente y contenido de nuestro ser originario que su fluir genera una demasía de significaciones en medio de las ambigüedades que emergen de esos tres centros vitales que orientan este querer-queriendo: los tres plexos corporales poderosos, diferentes pero interconectados, fuentes originarias de nuestras afecciones corporeizadas, localizadas en la animación encarnada del corazón, del cerebro y de las entrañas. 

Como ven, no es fácil hablar de ideas tan entrelazadas que describen nuestros sentires, emociones y sentimientos a partir de una fisiología con actividades orgánicas  que producen sustancias hacen posible la vida equilibrada.  Como afirma:

“Pulsos e impulsos primigenios, materialidades y configuraciones, aleaciones enredadas que surgen y desaparecen, saberes con propiedades singulares, espaciosidad hecha movimiento, horizontes desiderativos, corazones veraces, cerebros sentimentales y entrañas neurológicas: son algunas fuentes animadas de la afectividad, cuyas aguas brotan de la misma tierra donde hemos nacido como criatura respirante y necesitada de querer, esto es, de buscar, pretender y procurar, de sentirse vivo y fluir hasta donde sea posible junto con un mundo igualmente inestable y sometido a mutaciones.”

Auto reconocernos como fuentes animadas, como un querer originario, como seres humanos con una complejidad que fluye por nuestro cuerpo que impone límites y sentidos, es importante para comprendernos en medio de las realidades sociales que nos determinan, pero que igual construimos desde nuestra original encarnación, que fluye por esos surcos profundos por de nuestra subjetividad, nuestros apegos, tendencias, deseos, necesidades.

La autora defiende la importancia de comprender la subjetividad humana como encarnación, tener en cuenta que lo que nos sucede no está en el aire, que no somos tan solo una idea, sino que urge pensar el lugar donde nos sucede la vida, el cuerpo, pues ahí sentimos nuestras dolencias, apetencias, amarguras, esperanzas devenidas del apetito de vivir no importa qué o como. Indica que hablar de las personas, sin este reconocimiento no tiene sentido, porque nos pensamos diseccionados, partidos en dos, ya sea alma-cuerpo, cuando somos el resultado de una maraña de impulsos profundos y oscuros que nos gobiernan en este afán ingobernable de más vida, no siempre muy conscientes.

Al leer este libro, las ideas llegan in situ dejando una comprensión que se sabe más cómo emoción de conocer, de comprender lo que nos está pasando, se experimentan “algos”, o significantes que solo cada uno podrá tornar significado en un aquí-ahora en precario, fugaz, con problemas para hacerlo narración y atraparlo en lenguaje. Es como ella dice, ideas en mi “aquí en mi”, y se siente la afección que provoca, queda la sensación de que algo se comprende, pero ese “sucederme” es inasible con el poder de despertar nuestra memoria emocional y hablar de las emociones no es fácil.

La experiencia de leer es intransferible, pero puedo decir, que ahora me sé con un cuerpo sintiente que tiene el reto de pensarse, pues en él suceden apetitos de vida con una larguísima historia morfogenética que se abre paso, tras este “vivir queriendo” que necesito comprender para resituarme en mi mundo.

Finalmente diré que estamos frente a un libro de consulta constante, es un libro especializado, de estudio, y muy bueno. Emma León, no escribe sencillo, pero hay que hacer el esfuerzo, la experiencia de aprender lo que se pueda de ella, lo vale.  Me sigue esperando su libro “El monstruo en el otro”,  ya lo inicié hace tiempo, es del 2011, y creo estoy lista para la nueva aventura, aunque necesito descansar, tal vez leer una novela interesante ayudaría.

lunes, 3 de octubre de 2022

Hugo Zemelman Merino: hontanar de ideas para seguir iluminando los horizontes de realidad.

 

Hugo Zemelman Merino (1931-2013)
Desde 2013, en este día,  3 de octubre, necesito  hablar de Hugo Zemelman, a quien conocí esporádicamente en persona, pero más por la lectura de sus libros.  Se trata de una necesidad, que entiendo como algo que se tiene que hacer, porque le hace falta al mundo.  Es un día para “lenguajear” (expresión de Maturana) mi idea subjetivada, pensada y sentida sobre esta obra, y compartirla como tarea asumida por cuenta propia y con infinito agradecimiento personal.

 Desde mi perspectiva, el pensamiento de Hugo Zemelman no puede morir en el olvido de la academia.  Sus ideas, densas -es cierto-, se soportan por una gran cultura teórica que no todos tenemos y esto dificulta su lectura, que es muy exigente, pero cuyo esfuerzo aporta una necesidad formativa.  Sus ideas giran en torno a la reflexión sobre cómo nos situamos en el mundo que nos rodea, en cómo lo pensamos y cómo lo resolvemos; son ideas que invitan a pensar nuestros “pensamientos y sentimientos”, y con ello, resistir la imposición de una visión que impida reconocer el fluir otras realidades que estando ahí, no podemos ver ni analizar y menos, atender.

 En la obra de Zemelman, vamos a encontrar pensamientos que incitan a “asumirnos como sujetos”, frase abstracta, pero por ello, puede soportar el peso de la realidad sin saturarse; no se trata de un concepto, sino de una noción abierta, capaz de contener esos vacíos que el proceso histórico va dejando a su paso cuando se habla de nosotros.  Se trata de un “conceptos vacío” que van llenándose de realidad en un esfuerzo de pertinencia, de vigencia. 

 ¿Y qué pretende decirnos con esto de “asumirnos como sujetos”? En uno de sus libros, titulado “Sujeto: existencia y potencia”, deja ver los sentidos que explora, nos lleva a pensar que con sólo existir -y todo lo que esto implica-, desplegamos una fuerza vital que anida futuros, que entre el nacer y morir tenemos un poder que influye en la historicidad del mundo, y esto lo hacemos desde el acto más cotidiano, que herederos de pasados, forjamos futuros. Nadie queda exento.

 En otro escrito, dice, “sujeto como ámbito de sentidos”, y con esto, reconoce nuestro potencial, que somos hontanar de fuerzas conscientes e inconscientes, construimos mundos desde la más incipiente cotidianidad, y partiendo de esta aseveración, una pregunta cruza sus trabajos: ¿sabemos lo que impulsamos desde el más pequeño de nuestros actos o quedamos atrapados en las hegemonías del presente? Es decir, discute si tenemos claridad sobre los ordenamientos de nuestro existir, que al ser parte de lo instituido tal vez sólo somos, hacemos, y estamos ahí, automatizados, mimetizados a la lógica impuesta, o, quizá seamos capaces de desplegar nuestro potencial pensante para reconocer que lo instituido se agota en su fluir, que en su movimiento histórico se  distorsiona, crea vacíos que trastocan sus lógicas, empobreciéndose frente a la magmática y demandante realidad, que siempre en estado producente, demanda estar atentos, alertas, para no ser sorprendidos por la misma historia que construimos.

 La defensa del sujeto pensante, crítico, constructor de realidades orienta su obra, y los hace desde diferentes ejes, filosófico, político, sociológico, económico, pero en especial, epistemológico, es decir sobre cómo y para qué conocer, y lo hace desde planteamientos muy particulares articulados en lo que denomina Epistemología del Presente Potencial.

 Los ejes de sus discusión son amplios y variados; ninguno ubicado en un solo libro.  Está en todos, pero en algunos enfatiza nociones, lo cual hace imposible reseñarlas, pues dado su estilo de escritura  y exigencia de lectura, tales ideas ameritan ser atestiguadas, es decir, necesitan ser lenguajeada por quien incursiona en ellas, y al hacerlo, se aporta la experiencia personal del cómo se le comprende, del movimiento de ideas que genera en su lector.  Esto lleva a reconocer en su obra, un fuerte sentido paideico, después de leer a Zemelman y sentirse convocado a ser sujeto, hablar de ello, se torna la narración de una vivencia. Es mi caso, no puedo hablar de él de otra forma, así que esta es mi versión.

Su escritura, asemeja a esos versos que uno lee y relee, siempre teniendo una comprensión distinta; se trata de ideas que, leídas en diferente momento y circunstancia, suscitan pensares y sentires diferentes, nunca son los mismos pensamientos estimulados al contacto de sus palabras.   Zemelman necesita a un lector que no quiera definirlo, atraparlo en resúmenes al tratarse de una escritura que no puntualiza, sólo ofreciendo problemas sobre nuestra forma de pensar, que son explorados en varios niveles, por ello, se necesita a un lector que se atreva a explorar ideas que no ven la otra orilla, sino que hunden en la profundidad de lo que necesita ser pensando. 

Cuando su escritura encuentra a un lector, éste descubre que en esas palabras existen un  "algo" que es de su incumbencia, que  tiene que ver con él, y surge el deseo de conocer qué es, deseo que lo lleva a la experiencia de leer y releer, de volver a esas páginas en cuya lectura ha sentido que puede vivir una experiencia de libertad; ahí, se sabe capaz de pensar,  que hay más de lo habitualmente reconocido, que puede avanzar sobre lo que ignora, y ese deseo le lleva al límite, a un umbral que sospecha tiene lo que busca, para seguir en esa exploración que provoca un movimiento personal que reta, desafía.  Lo que se descubre y nos compete, se torna en un ir y venir, en actos de conocimiento, que ensancha, enriquece a la persona.

Y de esto último es lo que he querido hablar este día, del papel que juega en nuestro auto rescate como sujetos, el acto de conocer, asunto que aborda en su libro: Horizontes de la Razón de III, un libro plagado de ideas-madre, todas articuladas en el abordaje de este asunto tan complejo.   En este libro del 2011, le penúltimo que escribió, vamos a encontrar una argumentación vasta, densa, profunda, sobre la necesidad de “pensar el conocimiento”, de problematizar su papel en nuestras vidas, otorgándole un valor existencial para superar una visión meramente cognitiva y adaptativa.  Zemelman le apuesta a un acto de conocer que provoque una mirada capaz de “iluminar los horizontes de realidad”, es decir, un conocer que, si bien ayuda a moverse con soltura en lo conocido, vaya más allá, que permita avanzar sobre lo ignorado;  que lo que se conozca, no se cierre, sino que deje ver indicios, señales, y que ese camino recorrido, sea la entrada a otros, apenas por explorar, y todo esto, lo hace un sujeto que desea conocer, que sabe que al hacerlo, que siente que expande su subjetividad.

Así, a lo largo y ancho de sus páginas, reflexiona cómo en el acto de conocer no siempre nos permite explorar lo desconocido, como buen Bachelardiano, Zemelman reconoce nuestras resistencias, nuestras preferencias a quedarnos en lo conocido, en el lugar seguro, pero al ser detenidos en ese saber que explica y sutura, se impone una versión de verdad, que apaga otras preguntas mediante su instrumentalización, su uso para resolver lo emergente, pero sin ir más allá.   A lo largo de la obra, nos lleva a pensar en los retos formativos que enfrentamos para vivir actos de conocimiento que no nos impidan avanzar, de ahí que la obra tenga esta fuerte dimensión paideica.

El reto formativo que enfrentamos, por tanto, será conocer de manera epistémica, un conocer que atienda la dimensión producente de realidad, que exige pensar reconociendo movimientos, dimensiones espaciales, temporales, la articulación de los fenómenos, etc., etc., nos habla del valor de una racionalidad crítica, donde crítica se entiende como el reconocimiento de lo potencial en lo dado que estamos conociendo.   Una racionalidad cuyo pensar se resista a cerrarse en una verdad mediante el uso de conceptos abiertos, siempre enriqueciéndose con lo producente de la realidad.

Nos habla de la urgencia de problematizar la información que sólo describe, explica, resuelve temporalmente, cuando lo que se necesita es una información que se torne un conocimiento-pensado y sentido por un sujeto que se sabe parte el mundo, quien pregunta y responde, que mira algo más, que tiene necesidad de conocer varias versiones sobre un mismo fenómeno porque es su incumbencia.  Nos dice que, si el conocimiento se aborda ante la necesidad de la vida propia, entonces, conocer no será actos de especialista, sino de todos los sujetos sociales. Aquí vemos su vinculación con la educación.

En el libro, avanza sobre este tópico abriendo otros problemas implicados, como lo es el lenguaje, que exige nociones abiertas, que argumente sin cerrar lo que se dice, ideas para seguir significando lo que ocurre en la emergente realidad. Igual nos hablará del problema de crítica, del reto de colocarse leyendo discursos de orden, de poder, hegemonías, coyunturas, los tiempos cortos, largos, etc. etc.  No es un libro fácil, pero la formación que favorece en quien vive el reto, no tiene valor.

Y podría seguir hablando de él, desde la forma en que lo conozco.  Siempre se me ha catalogado como zemelmaniana, y nunca lo he negado teniendo claro que este calificativo me pone en una gran responsabilidad intelectual y personal.   Aprender algo de este autor, exige abrevar de la cultura teórica de mi tiempo y espacio y que necesito usar este conocimiento para aprehender sus planteamientos y apropiarme de ellos.  Y lo más importante, que este conocerle, se torne un conocimiento que me ayude a mi fortalecimiento como persona, que me permita pensarme en mis microespacios, y ahí, vivir el ejercicio de la crítica para situarme en esa realidad producente que necesita ser pensada en tiempo presente.

No sé si lo logro, pero sí sé, que leer a este autor, no tiene que ver con recetarse sus obras y memorizarla para repetir sus frases, citarlo en trabajos, usarlo como adorno.  Leer a Zemelman exige documentarse, leer a otros que nos  enriquezcan, que respondan  preguntas, y así pueda hacerse vida esa invitación que nos hace de “asumirnos como sujeto”  con un pensamiento muy enriquecido que aporte lenguaje, ideas fuertes, resistentes, capaces de desmontar los parámetros hegemónicos de la real-realidad a la que se pertenece y se imponen inexorablemente.

Con Zemelman, pude pensar mejor este reto personal de asumir la autonomía que nos sea posible en medio de la heteronomía del tiempo que nos ha tocado vivir (asunto de mi tesis de doctorado) y que hacerlo, no es resultado de un buen deseo, de un acto de voluntarismo, de bonitas palabras, sino que se trata de un esfuerzo intelectual que aporta sabiduría para colocarse en una realidad que no deja de fluir.

 

 

sábado, 1 de octubre de 2022

¿Divulgar las investigaciones de E. Ferreiro o Idear estrategias para movilizar la cultura didáctica que desconoce la psicogénesis sobre el aprendizaje de la lengua escrita?

 

Pues le ha tocado el turno a este libro ENSEÑAR A LEER Y ESCRIBIR EN CONTEXTOS DIVERSOS. APORTES PARA LA FORMACIÓN DOCENTE, que, al investigar un poco sobre su origen, no se publica en nuestro contexto mexicano, sino el argentino, aunque el segundo capítulo narra una experiencia en México, realizada durante la pandemia, con Amira Dávalos, del Departamento de Investigación e Innovación Educativa de la Secretaría de Educación de Querétaro y Arizbeth Soto del CINESTAV.

Quedé algo desencantada preguntándome ¿Cuántos trabajos de este tipo se han publicado desde mitad de los 80s a la fecha? Y digo ochentas, en el caso de nuestro país, Argentina, no sé desde cuándo, siendo de ahí Emilia Ferreiro, que publicó su primera investigación por los 70s. 

Desde el famoso PALEM, que inició por el 81, a raíz de la investigación de Emilia Ferreiro en México, auspiciada por Margarita Gómez Palacio, se inició la introducción de las ideas este libro en el contexto de la educación primaria, en especial en primero y en segundo.  Más de 30 años con esta información divulgada por investigaciones, programas, hasta en el libro del maestro de primer y segundo grado de la SEP, está, y los libros del alumno están conformados con este enfoque.

¿Qué ha pasado? ¿Cuál es la cultura didáctica en la enseñanza de la lengua escrita real? Fui docente de primer grado, algunas veces de segundo, y no todo el tiempo, alguna parte, la dediqué a la difusión de estas ideas como asesora estatal, desde UPN diseñé cursos, diplomados, etc. ¿Y qué ha pasado? En mis retornos a la escuela primaria, parecía que entraba a un túnel del tiempo, me encontraba con los mismos espacios, y como nuestra estancia es tan larga en la educación, con los mismos compañeros que me decían con su vos, lenguaje no verbal y prácticas, ¡todo sigue igual…!, es decir, cambios en el mismo sentido instituido, en los usos y costumbres que dan vida y sentido a la escuela.

Pues algo así he sentido leyendo este libro.  Tuve una larga estancia en la educación, a punto de cumplir 45 años me jubilé, y desde el 1985, he vista este esfuerzo de movilizar nuestras concepciones didácticas sobre la enseñanza de la lengua escrita, mucha información ha circulado sobre cómo aprenden los niños este contenido cultural imprescindibles para sus vidas, y visto que “prende” un aprendizaje cognitivo, es decir, se conoce esta información denotativamente para brindar datos, un informe, es un conocer que responde a la burocracia, pero no moviliza las prácticas arraigadas y vivenciadas culturalmente sobre la enseñanza.

Lo que leí, refiere a lugares comunes en los últimos 35 años, lo verdaderamente sorprendente sería investigar en cómo hacer que este saber, este conocer haga que los profesores se arriesguen en sus prácticas y avancen hacia situaciones fuera de sus lógicas e incursiones por expresiones infantiles de escritura que los asombren, les generen preguntas y venciendo sus resistencias, en medio de la incertidumbre de lo no hecho, ensanchen sus experiencias, ahora iluminando otras, apenas por realizarse preguntándose ¿cómo aprenden los niños a leer y escribir? Y desde esta psicogénesis reconocida, reinventar su quehacer día a día.

Este libro es recomendable para maestros que se inician en la docencia, pero sin quedarse ahí, necesitan informarse más, acceder de manera directa de la investigación de tan larga data de Emilia Ferreiro, cuando menos leer el último, El ingreso a la escritura y a las culturas de lo escrito, y si se puede revisar la investigación que hizo en 1982, creo, sería excelente.

Bueno, hay que reconocer lo valioso de que este asunto siga importando a los investigadores, desde donde se pueden sugerir muchas ideas, pero sería mejor, pasar de este nivel de divulgación a otro; después de 35 años, urgen nuevas estrategias que rompan las resistencias para movilizar la cultura docente en este campo. Ese es el reto de hoy.

Yo les invito a mi Blog, donde como docente y pensadora de estos asuntos, he realizado algunas reflexiones. http://educacionhoy.blog


 

domingo, 4 de septiembre de 2022

Una explicación neurológica de la conciencia.

 


Antonio Damasio. Sentir y saber El camino de la consciencia. Traducción de Joandomènec Ros. Editorial Planeta, 2021, Formato Electrónico.

 ¿De qué trata este interesante e importante libro? De las emociones, de los sentimientos, de la evolución del sistema nervioso, de inteligencia no explícita, explícita, de la mente, de la conciencia… Cada palabra es un océano de ideas, todos interrelacionadas, que al final de la lectura me he quedado con todas ellas anudadas en la cabeza, alojadas en el enriquecimiento de mi conciencia ampliada, pero sin las tablas para posicionarme en alguna con seguridad, me es difícil hablar de ellas.

Desde 2019, por razones personales, queriendo entender los “caminos neurales”, me encontré con Antonio Damasio y me compré “En búsqueda de Espinoza”, que leí una tercera parte y detuve por la necesidad de conocer más de este Filósofo, que le hacía plantear eso de que “la vida quiere más vida”, y compré otro libro, “El orden de las cosas”, donde desarrolla más sus ideas sobre la homeostasis, que identifica como el responsable del auto progreso de los seres vivos, y ahí quedó medio abierto… también compré “La sensación de lo que ocurre”, libros interesantes, pero al estar lejos del mundo discursivo en el que me muevo, al ser un campo alejado de ideas habituales, pero que generan interés, asombro, me he preguntado, por qué estoy ahí de necia,  y como siempre, Bachelard responde: “porque compete”, es decir, le habla a algo que me interesa, qué, pues hay que descubrirlo.

¿Qué he comprendido de este libro? Por el momento, que los seres vivos, somos el resultado de un proceso evolutivo que ha costado millones de años gracias a ese principio de la homeostasis, la vida, en su afán de más vida, fue construyendo mecanismos autorregulatorios para sostenerse y mejorar y para explicar este progreso se la vida, vienen esos conceptos importantes, de la emoción, y de los sentimientos, en especial la de los sentimientos.  Damasio, según entiendo, busca que hablemos de la mente, de la conciencia, tomando en cuenta esta relación entre las emociones, los sentimientos, la mente, siempre insistiendo en que provenimos de una compleja historia evolutiva, que, si ponemos en claro, podremos construir una relación de mayor respeto para la vida nuestra y en lo general.

El libro me ha gustado, lo leí de principio a fin, pero me resulta difícil verbalizar lo encontrado y medio enmudecida, me encuentro fascinada por lo que fui leyendo y reconociendo en su momento, aunque ahora me resulta difícil hilarlo.

Necesito revisar esos otros libros que tengo medio empezados y aclararme esos conceptos, sus relaciones, y en especial, que tienen que ver con mi tarea como educadora, pues por el momento, sólo entiendo que los sujetos a nuestro cargo, son cuerpos sintientes que construyen conciencia gracias al poder de la mente que propicia el desarrollo del sistema nervioso logrado, que conocer como funciona nuestro cerebro, los sentimientos, las emociones, ayudará orientarnos por ese amor y respeto a la vida, apoyando conscientemente, los “sentimiento homeostáticos” y “los sentimientos emocionales”, que tienen que ver con los fundamentos de quienes somos. 

 

jueves, 18 de agosto de 2022

El progreso de la escuela no ha garantizado una sociedad igualitaria. ¿Qué rol hemos y estamos jugando los educadores?

 


Emilio Tenti Fanfani. La escuela bajo sospecha: Sociología progresista y crítica para pensar la educación para todos. Buenos Aires, Siglo Veintiuno Editores, 2021. Libro digital.

He sabido de este autor por otro libro que revisé hace tiempo, por artículos que leí, conferencias dictadas anidadas en YouTube; sé que es sociólogo, que tiene una amplia trayectoria por el mundo de las políticas educativas mundiales aportando ideas importantes sobre la educación, como la del “oficio docente”.

Al comienzo de la lectura, sentí desencanto, y no entendía la causa, pues no es un libro con lenguaje complejo, el autor se esforzó por situarlo en nuestro mundo, pretende comunicarse con nosotros, todo lo que dice, nos compete, por ello, necesita ser leído, pero ese comienzo me causó cierto tedio que enlenteció la lectura. Y tuve que preguntarme ¿Por qué mi actitud?  Así que tuve la tarea de pensar, por qué esta primera relación con tan importante libro me detenía, y a la par, avanzando en la lectura.

Terminada la lectura, puedo pensar en su tesis de “la escuela bajo sospecha”, que alude a una escuela en falta, que no ha logrado cumplir sus promesas de disminuir las desigualdades sociales, lo cual, se ha vuelto evidente.  Por ello, en la primera tercera parte del libro, se enfoca en explicar esta la paradoja de que, contando con una población más escolarizada, con más títulos, el progreso de las personas, la dignidad humana, va en retroceso, que no existe esa correlación de fuerzas entre desarrollo educativo y desarrollo social.

Para ahondar en el fenómeno, toca varios puntos, como la creciente credencialización escolar, población con más y más grados, como se cuenta con un sistema de evaluación que fiscaliza la educación más que formar, la lógica meritocrática que pones a todos a luchar por el progreso en desiguales oportunidades, el pobre en la escuela pobre, el rico, en escuelas de su nivel, etc., dándose un circulo vicioso de reproducción de desigualdades en la misma escuela que promete progreso, desarrollo, bienestar desde la tutela de un Estado que falla.  Pero no se queda ahí, su mirada se magnifica hacia lo social, pues reconoce que dar garantías de ciudadanía justa, no solo es tarea de la escuela, se adentra por lo social, y desde conceptos como capital cultural analiza lo que puede hacer o no la escuela frente a esta situación, y nos dice algo que los maestros sabemos muy bien, que aprender no es por decreto, que exige esfuerzo, tiempo, condiciones y si no se piensa en estas diferencias que aporta el capital de cada sujeto, la educación fracasa, pues parte de estándares que no todos poseen dadas las realidades de sus primeros años, como lo es familia, cuyo desigual capital cultural, en la escuela, se reproduce, ahondando la marginación, y esto favorece la desigualdad social.

Este decir, es claro, bien argumentado desde conceptos de la sociología de Bourdieu, Durkheim, y otros importantes autores, que nosotros los maestros apenas conocemos, pero sabemos que nuestro autor sí.  Con tales aportes, profundiza para encontrarse con la existencia de la clase dominante, esa que toma las decisiones, la que atrapada en las lógicas tecnocráticas y economicistas de la época, toma decisiones injustas sobre los dominados, y en especial sobre la educación actual, lo cual, trajo y traerá severos costos sociales que obnubilada en su poderío y creencia de progreso, va dejando una estela de marginación, de exclusión, de graves problemas sociales que si bien existían, cada vez se agudizan más.

Y bien, esta parte, pienso, nos es familiar, tal vez de oídas, leída, sabemos de esto, ¿cómo? Por ser profesores, dada nuestra condición laboral, nos hemos situado en el lado de los excluidos, marginados.  Sentirnos de este lado, pienso, a reserva de pensarlo mejor, nos lleva a responder a “botepronto” y sin mucha reflexión, sin una argumentación sistemática, como esta que se hace aquí, y quedamos atrapados en la “lógica del marginado”, y ahí, nos arrinconamos rumiando nuestras emociones y sentimientos frente a una realidad que nos achica en medio de discursos que nos vuelven un mito del bienestar humano.

Entonces, caí en cuenta que esta parte tiene que ver con mi desagrado porque me volvió a esos “saberes”, a estas ideas que no se piensan, pero que sentimos, que vivimos, y desde ahí, invadidos por los emocional, hacemos cosas mínimas, propias de los usos y costumbre de la resistencia magisterial.  Si, pienso que no me gustó ese llevarme al lugar de los excluidos, porque movilizó lo que me inmoviliza, entonces, se activó la resistencia.

Con la lectura hecha, es imposible negar lo ahí planteado, es cierto que se vive una educación sumergida en un mundo que la utiliza de acuerdo a las fuerzas hegemónicas, a las tendencias, a los argumentos de quienes tienen poder de decisión sobre otros dadas la formas de participación regulada, eso no lo rebato, pero me pregunto, ¿No podemos abrir otros ángulos de reflexión? ¿Será posible analizar este presente para reconocer las fuerzas que precisamente hegemonizan, pero sin esta dualidad de dominantes y dominados? He aprendido con base a otros textos, que todos participamos, desde los actos más cotidianos y simples en la construcción de la realidad, todos hacemos las historias, de las cuales, unas hegemonizan más que otras, pero articuladas forjan el todo social, el sentido de la época, entonces, si todos jugamos un rol ¿Qué estamos haciendo para ser parte de los dominados? ¿Qué podemos dejar de hacer desde nuestras míseras vidas cotidianas para dar giros a esas fuerzas hegemónicas? ¿Cómo podemos cambiar nuestra participación decretada por una partición despierta, informada, atenta? Me resistí a verme entre los dominados sin opción de hacer algo, cuando sé que lo puedo hacer desde mi cotidianidad docente. 

Sé que no puedo rebatir las verdades que analiza, son ciertas, pero no me agrada el lugar que en esa realidad se me otorga, y apelo a “nuestro-poder”, ese concepto acuñado por Foucault que nos revaloriza como sujetos, Foucault nos dijo que todos ejercemos el poder, lo hacemos de instante a instante; luego entendí que todos somos “ámbitos de sentidos” al leer a Zemelman, y también, que todos tenemos resortes desconocidos en el inconsciente que nos lanzan a vivir situaciones inéditas como lo planteó Freud, comprendo ahora que somos “fuerzas vivas”, y que nos desplegamos en esos lugares sociales, llenos de dispositivos de poder, unos más poderosos que otros que pretenden controlar nuestro-poder,  pretenden gobernar nuestra subjetividad, y concuerdo, logran algo, pero no del todo, en esta explosión de vida que somos ¿cuántas decisiones tomamos que quedan fuera de ese control?

Pienso que somos ingobernables del todo, cada uno toma decisiones, orientadas por esa parte iluminada y oscura en nosotros, tenemos un poder íntimo que ejercemos, salvo que la forma de gobierno sea muy castrante, que también existe, y no pretendo hacer apología del sujeto, no, solo digo que las personas, en esta capacidad de optar, tomamos caminos, atajos, veredas, de acuerdo a nuestros deseos, necesidades, intereses, somos de lo más impredecibles… la subjetividad humana es un campo aún muy oscuro, lleno de revelaciones de quienes somos.  Si solo nos situamos en ese lugar de dominados, refugiados en esa verdad a medias, en nuestra ignorancia, apoyamos esas fuerzas, por lo tanto, hay que buscar y conocer esos dispositivos de poder que se nos imponen y de los cuales participamos, para transformarlos desde nuestro propio poder reorientado.

Esta es la forma en que puedo comprender mi enfado en la primera parte del libro.  Y me alegro haber resistido y terminar el libro, del cual pude abrevar un mundo de ideas sobre el aprendizaje, la familia, cómo nos piensa a los maestros, eso del “oficio docente” da muchas pistas sobre lo que nos aporta una identidad, aunque para mi gusto, cree demasiado en nosotros, deja de lado esto de la subjetividad docente que emana para todos lados y sospecho que él la ve marchar para el lado esperado, que existe un deber en su mirada, cuando nosotros, podemos tomar un caminos inesperados.  A veces sospecho, que hablar sobre nosotros, siempre se encuentra con una la mirada desde el deber ser, nunca sobre el humano terrenal que somos.

Este libro, nos resitúa en la realidad, nos lleva a mirar una escuela en falta, y nos ayuda a reconocer diversas dimensiones del problema que vivimos como educadores; aporta información valiosa que necesitamos para despabilarnos, y mejor informados reconocer nuestro lugar, qué estamos haciendo en favor o en contra de esta hegemonía de fuerzas económicas, culturas, científicas, tecnológicas, de lenguaje, históricas, etc.

Definitivamente, es un libro que amerita ser leído y cada quien hablará de su experiencia de hacerla, la mía fue una batalla resistiendo a esa forma de pensar que conocí desde los 80s, cuando me inicié en esto de las lecturas al volverme docente a nivel superior, leer sobre estas cosas era el pan de cada día, y reconozco que quedé atrapada, hablé de esos poderes fácticos que se nos imponen, y la necesidad de luchar contra ellos. Ahí estuve, y no supe cómo me zafé de eso (y quien sabe si siga allí), tal vez han influido los libros leídos, o la docencia libre en la Maestría Formación Docente, la historia personal, la formación, etc., las tesis de maestría, y doctorado que escribí, que siempre orienté hacia el problema del sujeto, reconociéndole ahí, un poder, que ahora puedo pensar mejor.   

Hoy, pienso (y con miles de dudas), que estamos en las manos de nosotros mismos, lo que me causa terror, porque nos resitúa en la ley de la selva, y viene la idea de “ética-estética” de Maffesoli, y tranquiliza, y es que desde ese lugar apenas conocido llamado subjetividad, somos capaces de hacer las cosas más divinas, como las más infames, pues siempre nos cuidamos de no caer en disonancias cognitivas que nos confronten, y desde ese criterio de autocuidado, siempre tendremos la razón hagamos lo que hagamos.

Maestros, maestras, maestres, hay que leer este libro.  Al normalismo (los estudiantes) le caería muy bien.  Y así como leemos a este autor, que mucho nos ayuda con sus análisis, hay que leer otros más, leer, créanme, nos ayuda a asomarnos a nosotros mismos, nos permite reconocer “eso-desconocido” que somos, con las lecturas nos aproximaremos a nuestro potencial, a reconocer que somos una fuerza pura, ese “ámbito de sentido” que dice Zemelman, y que siempre se espera sea bueno para lo social, pero si no lo es, cuando menos aflora, lo podemos pensar y analizar, saber qué tan peligrosos podemos ser desde nuestro hacer. 

Pero insisto, NO hay que hacer apología de nosotros mismos, somos un océano lleno de misterios…

 

 

miércoles, 20 de abril de 2022

¿La política educativa actual enfrenta la problemática educativa estructural de nuestro país?

 

La regresión educativa.  La hostilidad de la 4T contra la ilustración.  Gilberto Guevara Niebla.  Coordinador. Grijalbo, 2021.


He terminado de leer este libro.  No soy tan rápida como me gustaría.  Envidio a esa gente que dice leer varios libros al mes, la verdad yo leo cuando menos una docena al año si bien me va (ser maestra en grupo me ocupa mucho tiempo). En fin, no hay que quejarse, ya lo leí, tomé notas y aquí está mi impresión (ya saben, no sé reseñar libros)
Ya en un post anterior, describí como ví la "Presentación" y mi impresión del Primer artículo a cargo de Gilberto Guevara Niebla, y concluida la lectura de todos los ensayos, confirmo la necesidad de que todos los que nos dedicamos a la educación (si no es que todos los que puedan hacerlo), leamos este libro, es importante, lo necesitamos.
Antes que nada, debo decir, que más allá de estar en contra o favor de las políticas que este gobierno viene realizando, me parece un libro que recopila información, aporta datos, analiza cómo van las programas, las intenciones de la política educativa actual, y nos coloca en la realidad en la que hacemos la educación. 
Leer cada uno de los ensayos, permite pensar los problemas en que estamos inmersos, problemas de larga data, esos que venimos sobreviviendo por décadas,  por no decir ya de un siglo (la SEP, ya es centenaria), pues los sitúan en un antes, y un ahora, es decir, plantean cómo el actual gobierno los enfrenta desde su ideología, concepción de la educación y estrategias. 
Se trata de un libro que  ayuda a pensar en qué situaciones complejas estamos situados, y nunca tratan de provocarnos encono, sino un sentido de realidad; no hace un llamado a estar en desacuerdo con el Gobierno Obradorista, no, sólo nos coloca en los que está pasando, y como todo ensayista, los autores plantean su postura, respetable, y nos ofrece su opinión sobre los efectos, consecuencias, sentido político y como es lógico, sus opiniones.
La mayoría de ellos, por sus análisis, plantean que para este gobierno, la educación dice importar, que se tiene una serie de palabras que exaltan el valor de la educación, lo cual es bueno, pero cuando se asoman al dato duro, al análisis de lo que realmente está pasando, concuerdan en que la educación necesita más atención en todo sentido, pedagógico, presupuestal, organizativo, institucional, evaluativo, etc., etc.
No voy a describir cada artículo, no es la intención de esta reseña, tan solo quiero dejar la invitación a leerlo, y pensar con los autores los problemas que plantean sobre:
-El proyecto educativo que se enarbola en todos los ámbitos, desde la educación básica a la superior, pasando por el normalismo.
-Las instituciones que ha desaparecido y las que ha creado para favorecer su ideología.
-Las leyes que ha modificado y sus resultados en todos los niveles.
-La gobernabilidad educativa, sindicatos y sentidos magisteriales.
-Los programas para favorecer la educación y sus efectos en el aprendizaje real y necesario.
-Cómo se ha enfrentado la problemática generada por la pandemia, la posible tragedia en la formación de las nuevas generaciones.
Son muchos los asuntos que tocan y todos tienen importancia, pues la educación no se detiene, y eso que sucede no para, avanza y las preguntas que invita a hacernos giran en torno a 

¿Qué problemas se están atendiendo? 

¿Cómo se está haciendo?

 ¿Qué está resultando? 

¿Nuevos problemas? 

¿Cuáles?

Este libro nos dice, que la educación es un proceso social de largo aliento, y que se necesitamos estar informados, atentos y cada uno desde su trinchera vivir estos sucesos con atención y responsabilidad, y eso, nos exige conocer qué pasa.  Este libro es una fuente de información, ojalá lo adquieran  y puedan leerlo. En verdad, se necesita.  






jueves, 10 de marzo de 2022

"Regresión educativa" ¿A dónde nos dirige si no la comprendemos e intervenimos a tiempo?

 

 


El ensayo “El populismo en Educación”, con el primero de los escritos que integran el libro “La regresión educativa” (Grijalbo, 2021), Guevara Niebla, un crítico de la educación mexicana de larga data, ¿Quién de los maestros en su formación no ha leído algo de él?, espero que todos respondan positivamente) nos presenta dos ideas centrales a mi ver, la primera, y que no nos extraña,  la conocemos de toda la vida “la educación no es prioridad” y la segunda, nos cuenta, cómo se ha disminuido y reorientado el financiamiento educativo, y cómo este poco recurso económico, se destina a programa de becas o entrega de dinero sin intermediarios, donde más que buscar el desarrollo de la educación, se tiene como meta favorecer un clientelismo ad hoc a los sentidos políticos del gobierno en turno; nos cuenta como AMLO, es el centro de tales disposiciones ante la concentración de poder de que ha logrado al colocar a sus subalternos en las dependencias institucionales, quienes siguen sus órdenes sin resistencia, tal es el caso de nuestra secretaria Delfina Gómez.

Entonces, la regresión educativa se da por la asfixia de los programas educativos ante los recortes auspiciados por la gran idea populista de la “autoridad republicana”, concretada en despido de personal, recorte o suspensión de programas, reducción de salarios, suspensión de asesorías impidiendo la incorporación de ideas actualizadas, suspensión de equipos de cómputo tan importantes hoy día en la educación, etc.,  Esto no sólo se vive en las instituciones educativas sino en todas las dependencias del país.  ¿Y el dinero a dónde se destina? A los programas del bienestar, a dinero que se da en la mano, sin supervisión, sin tener claridad en su manejo, pero garantiza una clientela a favor del gobierno encabezado por AMLO.

Esta realidad innegable va dejando una estela de retrocesos, que se aumentan de manera aún incalculable, con la llegada del COVID-19, la pandemia. 

Guevara Niebla, afirma como muchos otros intelectuales, que esta situación nos puso en la cara, la desigualdad, la injusticia, los problemas crónicos de la educación mexicana, que, en vez de mejorar, se han agudizado.

Estamos inexorablemente en esta “regresión educativa” que es favorecida por un suceso natural, la pandemia, es cierto, pero también se debe a las decisiones políticas que se han tomado, la opción desde el poder, ha sido recortar las ya insuficientes finanzas a la actividad educativa. Este desinterés por la educación, sucedía antes del fenómeno “Cuatro T”, era notorio, pero hoy, con lo que ha pasado, se vuelve una actitud mezquina, pues el poco dinero (dado que no se trabaja en una mejor política fiscal que recaude ingresos para lo prioritario-social), se destina a proyectos clientelares, y a obras, que, si bien pueden ser importantes, habría que reconocer que no estamos en jauja para hacerlos hoy.

El ensayo no tiene pierde, lo escribe una persona que estuvo ahí, que vivió situaciones, que tiene una larga historia en mundo educativo, que sabe de qué habla… Deja ideas en qué pensar, por ejemplo, menciona la necesaria reflexión que tenemos que hacer todos lo implicados sobre esto y pensar en los problemas en los que cada uno puede reconocer y comprometerse desde sus microespacios, menciona la enseñanza, ese es nuestro ámbito, y cómo desde ahí, haciéndolo bien, con buena formación, con cultura pedagógica, con ese compromiso ético y responsable frente a cada niño, podemos romper el círculo de la desigualdad, dando la oportunidad de vivir una educación que le permita hacerse cargo de sí mismo, de su vida, y del tiempo que le toca vivir… Cómo le escuché hace poco Díaz Barriga, (otro grande de las letras sobre educación), somos mayores de edad, no necesitamos decir “fórmame para trabajar mejor”, como adultos, tomamos decisiones, y ser un profesional preparado, culto, que mira en la penumbra de los futuros que se ofrecen, es una decisión del ámbito muy, pero muy personal.

Maestros, hay que leer este libro, nos ayuda a comprender nuestra real-realidad educativa y cuando esto pasa, cuando comprendemos la raíz de los problemas, nos situamos y nos ponemos a hacer nuestra tarea con más sentido y profesionalismo… Yo mañana, sigo el “Claroscuro de la reforma educativa 2013-2018”, esa mal llamada reforma, desaparecida, dicen… veremos.